A una reunión de gabinete en Viña del Mar, el año 2015, Andrés Gómez-Lobo llegó con un bonsái de regalo para cada una de las ministras del gabinete de la Presidenta Michelle Bachelet.
El resto de los ministros quedó sin capacidad de reacción ante el gesto del entonces titular de Transportes. “Era muy amable y caballero, la Presidenta le tiene mucha estima”, recuerda un testigo de la escena para graficar el lado más íntimo de Gómez-Lobo (52), militante PPD, quien este martes renunció entre lágrimas a su cargo. En su reemplazo asumió Paola Tapia.
Gómez-Lobo llegó al gobierno el 11 de marzo de 2014, luego de haber estado a cargo de la comisión de Transportes y Telecomunicaciones del comando de la Mandataria.
Su misión no era fácil: aplicar mejoras al Transantiago, el sistema de transportes capitalino que aparece entre las áreas de gestión peor evaluadas del Gobierno.
Economista de la UC y doctorado en Inglaterra, al Ministerio llegó cargado con un extenso currículum, valorado ampliamente. “Nadie discutía sus condiciones técnicas y académicas”, dicen quienes ha compartido con él en el gabinete. Sin embargo, dicha capacidad contrastaba con una escasa experiencia partidaria, si bien ha estado vinculado al PPD desde su fundación.
Yo nunca participé en el diseño del Transantiago propiamente tal
Para suplir esa falencia, Gómez-Lobo -cuentan quienes lo conocen- fue adquiriendo más experiencia en los últimos años, para entenderse con los políticos. Durante su gestión, varias veces fue invitado por el ex ministro Sergio Bitar a su casa para conversar sobre materias de su ministerio, pero también de política. El histórico PPD fue una suerte de consejero del ministro.
En el PPD es considerado cercano al influyente senador Guido Girardi, y ex su jefe de gabinete, Óscar Carrasco, -hoy subsecretario de Prevención del Delito- fue secretario general del partido y tiene vínculos con la G-90.
Pero aunque milita en ese partido, Gómez-Lobo no tenía una vida partidaria activa. Aunque se le vio comprometido en campañas y asistió a algunas reuniones de la colectividad, su expertise siempre estuvo en lo técnico.
De hecho, el año 2004 fue coautor del estudio "Micros en Santiago: de enemigo público a servicio público" -publicado por el CEP junto al ex ministro Andrés Velasco y al ex subsecretario Guillermo Díaz-, al cual se le atribuye el rol de autoría intelectual del Transantiago.
Al respecto, en diciembre de 2014 en Revista Paula, Gómez-Lobo calificó como un "mito urbano" la tesis de que el texto fuera la base del Transantiago: “Yo nunca participé en el diseño del Transantiago propiamente tal. Si bien respaldé que se hiciese una reforma en el transporte público”, señaló.
Transantiago: su misión prioritaria
Hijo del filósofo Alfonso Gómez-Lobo, nacionalizado estadounidense, el ahora ex ministro (nacido en Alemania) pasó parte de su infancia y juventud en ese país, y luego estudió en Londres.
“Es como un gringo no sólo por cómo habla”, dice un ex funcionario de Gobierno con quien le tocó interlocutar. La misma fuente sostiene que junto con ser caballero, era visto como “bien intencionado en un mundo de malulos”.
Eso, dicen quienes conocieron su gestión, impedía que tuviera un buen juego de piernas para negociar con los gremios. Los camioneros, por ejemplo, iban a negociar a La Moneda y no con él, recuerda un ex funcionario de Palacio.
Esa, en todo caso, no era su principal preocupación. El Transantiago copaba gran parte de su agenda e incluso algunos fines de semanas Gómez-Lobo usaba el sistema de transportes para movilizarse y ver en terreno cómo funcionaba. Para ello, ha relatado, conversaba con usuarios y choferes.
A los pocos meses de asumir, tuvo que lidiar con masivas suspensiones de servicio en el Metro, en la que fue su primera gran crisis. Y en la última encuesta Adimark, el Transantiago fue la tercer área de gestión peor evaluada del Gobierno, con un 16% de aprobación y un 83% de rechazo.
Justamente este martes se esperaba que la Cámara de Diputados votara una solicitud de interpelación en su contra, en la que además se abordaría su postura respecto de la masificación de Uber y la demora en los trenes suburbanos.
“Me hubiese gustado poder contestar la interpelación”, dijo en La Moneda tras explicar que su renuncia se debió a motivos "estrictamente personales". Según quienes lo conocen, su salida, acordada durante enero con la Presidenta Michelle Bachelet, se debía a temas familiares.
Antes de llegar al Gobierno, el ex ministro tuvo un paso también por el Ministerio que encabezó, como jefe de asesores de la cartera mientras era dirigida por René Cortázar, y también fue miembro del directorio de Metro.
Si bien dejó el cargo con un 39% de aprobación a su gestión, según la encuesta Adimark, en su peor momento llegó a tener un 24% de respaldo (abril de 2016) y altos niveles de desaprobación (71% en agosto del año pasado). Con todo, parlamentarios oficialistas aseguran que, debido a su perfil eminentemente técnico y sin agenda política, las encuestas no eran tema para él.