-En la última encuesta de Plaza Pública, Tohá bajó 17 puntos. Ella habló del gatillo fácil. ¿Cada vez que un ministro y el mismo presidente se mueve hacia la izquierda, es castigado por la opinión pública?
-A mí no me sorprende la caída de 17 puntos. Lo que era extremadamente poco común es que hubiera una diferencia de 30 puntos entre la aprobación del Presidente y del Ministro del Interior.
Lo que me parece una buena noticia, es que ésta es la primera vez durante este gobierno, en que un ministro cumple con su rol, que es proteger la imagen presidencial. Su imagen no se ve afectada por la última -y grave- crisis de seguridad porque los costos políticos los asume un ministro.
-¿Hasta ahora lo que veíamos es que todas las crisis se traspasaban de manera directa a la desaprobación del Presidente?
-Exactamente. Ésta es la primera que es asumida por uno de sus ministros y no por él directamente. Obviamente que tiene costos para la ministra Tohá, sin duda. Caer 17 puntos en un solo mes es una caída significativa, no es algo que ocurra con frecuencia. No creo que tenga que ver con un giro hacia la izquierda de la ministra Tohá, a propósito de la cuña de “el gatillo fácil”, que evidentemente no fue una buena cuña, sino que creo que tiene que ver con la dimensión completa de la crisis de seguridad que vive Chile.
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-Te lo preguntaba pensando en el Rechazo, que arrasó en septiembre, y tal vez inauguró un nuevo ciclo político.
-Efectivamente el Rechazo marca un antes y un después de este gobierno. Si hay una fecha que uno pudiera ponerle al cambio de péndulo, desde el octubrismo hacia lo que estamos viviendo hoy día, pienso que ese giro ocurrió en abril cuando cuando el Rechazo supera por más de diez puntos al Apruebo. Estaba Rojas Vade, las deficiencias en la Constituyente, el que se aprobara la plurinacionalidad, que se pusiera en duda la propiedad de los fondos de pensiones…
-¿Ahí se dio punto de quiebre?
-Hubo un punto de quiebre, que se consolidó con el Rechazo. Y claro, hoy hay un giro desde el octubrismo al septembrismo, o incluso al nacionalismo, la unidad nacional, a los símbolos patrios, a la revalorización de las instituciones y FFAA. Al fin de la legitimidad de la violencia para conseguir cambios políticos y sociales.
-Un tema delicado es el de Ana Lya Uriarte, que en tu encuesta baja siete puntos. ¿Cómo su ausencia puede transformarse en un hecho político?
-Esto es un debate de la elite política, más que un tema que tenga impacto a nivel de la opinión pública. La Segpres cumple un rol demasiado político, y siempre ha sido un cargo más bien lejano para la gente, que ni siquiera entiendo del todo bien.
Ahora, no me parece que sea sostenible que un ministro de Estado esté con licencia tres meses. Por lo demás, tengo la impresión de que la subsecretaria ha logrado cumplir de buena manera y con una buena evolución su rol. No sé cuánto tiempo se proyecta que Uriarte pueda estar fuera. Eso es lo que tiene que evaluar el Presidente. Si son un par semanas, no hay ningún problema, pero si son meses me parecería que sí es un problema.
-¿En general el socialismo baja en las encuestas?
-La misma caída en las encuestas de Ana Lya Uriarte tiene que ver con otro fenómeno que es la normalización de los aprobaciones de los ministros del Socialismo Democrático con respecto a los de Apruebo Dignidad. A más de un año de gobierno ese diferencial que se daba a favor del Socialismo, desde la experiencia para gobernar, para tomar decisiones, para resolver problemas complejos, comienza a diluirse con esta crisis de seguridad.
Hoy día la evaluación que hacemos de los ministros es mucho más homogénea y dependen mucho más de la aprobación del presidente. Se salva de esto, probablemente, Mario Martel, y Jeannette Jara que con la aprobación de las 40 horas, logró proyectar puna capacidad política especial para llegar a grandes acuerdos. Y no mucho más. Jaime Pizarro, obviamente, porque es un emblema nacional de la Copa Libertadores.
-Hoy hay un cónclave del oficialismo que supuestamente va a tocar este tema de las dos almas. ¿Están en pugna ahora?
-Son dos almas en pugna. Hay una fractura en la coalición de gobierno representada por estas dos almas de Apruebo dignidad y Socialismo democrático. Es evidente que la agenda de seguridad que se está debatiendo, no le acomoda al Frente Amplio ni al Partido Comunista.
Probablemente en esos sectores haya una sensación de que la oposición es la que está marcando la pauta y de que en el Socialismo hay una especie de entreguismo. Pero yo veo al presidente bien centrado y bien claro, él ha definido que la seguridad ciudadana, alineado con la opinión pública, es la primera y única prioridad y que es necesario dar señales directas, muy concretas, de realismo político.
-¿El presidente cómo puede equilibrar los pesos estas dos almas?
-El presidente hoy día está haciendo de bisagra entre las dos almas. Probablemente en él conviven esas dos almas en pugna también. Y tengo la impresión de que Boric va a tener la capacidad de mantener ese complejo equilibrio entre AD y SD. Y además, tenemos elecciones de mayo y sabemos que no hay nada que una más que un proceso electoral, que permite tener al menos una tregua de aquí a mayo.
-¿Esas elecciones van a ser complicadas para la izquierda porque puede sufrir una derrota?
-Es difícil hacer una proyección de lo que pueda pasar el 7 de mayo, porque esta elección tiene particularidades. Primero, la gente está muy desconectada de este proceso, el interés es tremendamente bajo, no tiene los niveles de polarización que generan las elecciones dicotómicas: Sí o No, Apruebo o Rechazo. El proceso constituyente ha perdido prioridad frente a la agenda de seguridad.
Al mismo tiempo, tampoco sabemos cómo va a operar el voto obligatorio y la posibilidad de multa, en una elección con menos interés y con menos polarización. La gran mayoría va a decidir si va a votar o no, y por quién va a votar, la última semana o incluso el mismo día en la urna.
-La encuesta vuelve a dejar muy claro que el mayor problema de la gente es la seguridad. Y hay datos importantes: ahora la delincuencia es más violenta que antes y viene del extranjero.
-Sí, desde marzo a la fecha la delincuencia es la primera y prácticamente única prioridad de los chilenos. La seguridad siempre había estado entre las prioridades, pero nunca con esa intensidad. En segundo lugar, la delincuencia viene acompañada de una percepción de mayor violencia. Es pasar del robo del celular en la calle al temor de que te maten. Y ese aumento en la violencia se traduce en un cambio de tipología. Aparecen conceptos como funeral narco, el sicariato, que no estaban hace cinco años en nuestro lenguaje.
Ese cambio de tipología lo asociamos al ingreso de delincuentes del extranjero, que abre el riesgo de un clima anti inmigración. Eso puede ser complejo hacia adelante. Por otro lado, Carabineros vuelve a sus niveles más altos de aprobación, pero al mismo tiempo como estado, incluidas las policías, parece que no estábamos preparados.