Pablo Zalaquett y sus polémicas reuniones en su casa: “He tratado de ayudar a este Gobierno”
Qué observar. Pablo Zalaquett, 60 años, ingeniero comercial de la UC, militante de la UDI, ex presidente de la Juventud por Büchi, uno de los fundadores de los Legionarios de Cristo en Chile; separado con 4 hijos, inmortalizado por el humorista Kramer, es un tipo intenso, emocional, que reconoce estar sumido en una profunda tristeza -se quiebra al decirlo- luego de que se conocieran los encuentros que reunían en su casa a políticos y empresarios, a analistas y ministros (al menos seis) a veces con algo de queso y vinos sobre la mesa y otras con platos más elaborados.
- Esas comidas, que agrupaban a gente influyente, se transformaron en una pesadilla para el ex alcalde de Santiago y La Florida, con una carrera política fulgurante hasta ser vinculado al caso Penta y luego de un par de duras derrotas electorales; con un máster en Ciencia Política en Navarra, España, que protegió al Papa Juan Pablo II en el Estadio Nacional (cuando dijo: “Los pobres no pueden esperar”) y quien en la conversación es algo disperso, casi incontenible.
- A veces habla en tercera persona. “Hoy es fácil tachar a Pablo Zalaquett como alguien maquiavélico. Si creyera lo que se escribe de mí sería un crack. O sea, realmente yo me tendría que felicitar más”.
Las dudas. El punto es que algunas de esas veladas incluyeron a gente del Gobierno con personas incumbentes en temas delicados. “La primera arista es moral y legal”, reconoce. “Pero tengo una tranquilidad al 100%. Por el contrario, yo me siento orgulloso de lo que he hecho. Y lo volvería a hacer. Y voy a seguir haciéndolo, pero tomando las precauciones. Quizás habrá que hacerlo mejor. Ok. Porque hoy en día hay tanta suspicacia en este país que nadie cree que las cosas se puedan hacer de buena forma”.
- Según él, que habla rápido a través del teléfono por casi una hora, la carga del país es la dificultad que existe para llegar a consensos. “No se puede dialogar hoy día en Chile. Lo único que yo he buscado es el diálogo. Yo te soy franco, me siento bastante tranquilo, creo que estos encuentros han sido un aporte para un país que no conversa. Incluso es súper raro lo que te voy a decir, pero yo creo que he tratado de ayudar a este Gobierno. Porque hay dos mundos que se enfrentan. Y así estamos estancados”.
- Su diagnóstico es que “muchas personas no conversaban porque había una aversión al mundo privado. Y empezaron a irse los capitales. Pasó el estallido. Por eso hice una reflexión: ¿Y después del plebiscito qué? Si hubiera ganado el Apruebo jamás hubiera habido más reuniones en mi casa. En corto, yo creo que fueron un aporte”.
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-¿No te arrepientes?
-Me arrepiento del dolor. Estoy muy cansado, he dormido muy poco, he sido asediado. Tengo mucho apoyo, incluso del mundo político, pero obviamente te lo dan muy por debajo. Siento mucha tristeza, mucha. Por distintas razones que no son menores. Una por mis hijos. Yo estaba en Estados Unidos cuando ocurrió esto. Fui a pasar Navidad y Año Nuevo con mis dos hijas. Esto ocurre cuando quedan tres días para que volviera. Fui a acompañar a mi hija en un momento especial y los últimos tres días mentalmente no podía estar ahí. Casi no estaba. Y a mi hija, que vive en Los Ángeles, California, no sé si la voy a ver en un año más. Es una tristeza grande”.
- Sobre todo siente decepción de personas que fueron a su casa y hoy rasgan vestiduras. “Me han destruido. Personas a las cuales conozco me han dicho chuta, no me di cuenta, si me invitan a tu casa de nuevo no voy”.
La transición. Zalaquett cuenta que en la época de Pinochet se le ocurre la idea de invitar gente a su casa a comer, gente de derecha y de izquierda. Vivía solo, en un departamento de la calle Luz. Primero empieza a formar grupos en la parroquia de Lo Barnechea, con “el cura Díaz”, hermano de Pedro Pablo Díaz a quien conoció en la casa de Antonio Walker, uno de sus mejores amigos.
- Al salir de la universidad, estuvo a cargo del Papa en la cancha del Estadio Nacional. “A mí me impresionó mucho cuando el Papa dice: los pobres no pueden esperar. Porque iba contra lo que yo había estudiado, la teoría del chorreo. En realidad, yo siempre fui el tipo distinto de mi generación”.
- Organiza un seminario, patrocinado por Hernán Cubillos. Uno de los que fue al seminario fue el empresario Andrés Navarro. No mucho después lo llama Navarro, lo invita a su oficina. “Empezamos a conversar y de repente me dice: ‘quiero que trabajes conmigo. Te invito a cambiar el mundo’. Así textual. ¿Y en qué consiste?, le pregunto. ‘Consiste en dos cosas: yo no quiero repartir dividendos, sino que quiero crear empresas y dar empleo. Tu pega es crear empresas. Y la segunda tarea es juntar el mundo de centro izquierda con el de la derecha’. Estaba empezando la transición. Y yo me fui a Sonda, pero nunca vendí un computador”.
-¿Dices que ahí está el origen de estas conversaciones polémicas, que algunos plantean que transgrede la ley del lobby?
-Eso viene de la época de Pinochet. Aquí me están inventando un relato del malo de la película. Partí en la parroquia, seguí con Andrés. Y formé Generación Empresarial. Un porcentaje mayor de los que han ido a las reuniones en mi casa iban a Generación Empresarial.
-¿Cómo es tu relación con el gobierno?
-Es que yo no tengo una relación formal con el gobierno. Gente me pregunta si tenía un contrato con el Gobierno (se ríe). Se han inventado muchas historias. Yo podría escribir un libro en tres semanas.
-¿Y de qué vives?
-De mi empresa.
-¿De lobby?
-Mi fuerte es la comunicación estratégica. Estoy registrado en la lista de lobby. Si hay que vincularse con alguna autoridad, se pide la ley de lobby, por supuesto.
-Pero en este caso no la usaste.
-Es que aquí no hay ningún cliente mío. ¿Qué tiene que ver con mis clientes? Ese es el punto. Si yo me he tenido que vincular con alguna autoridad de gobierno para un cliente mío, siempre ha sido por ley de lobby. Pero esto no tiene nada que ver.
- Piensa un rato y agrega: “Yo entiendo el tema, y ahora lo entiendo mejor. Estamos en un mundo que no conversa, que no llega a acuerdos en nada, en ninguna reforma. Y eso me corroe por dentro, porque eterniza la pobreza. Al menos cinco generaciones pasan para que una familia deje de ser pobre. Pero es mucho más entretenido tachar a Pablo Zalaquett y pegarle. ¿Qué importa? ¿Qué les importo yo?”.
- Recordando las reuniones en su casa, sin ánimo de criticar a ninguno de sus invitados, dice: “Cuando el ministro Nicolás Grau llegó, se descolocó. Porque yo le dije: Preséntate como persona. Y contó: yo estudié en el colegio Raimapu de La Florida -donde fui alcalde- y tengo tantos hijos. Y la Maisa lo mismo. Yo creo que jamás lo habían hecho en su vida. Hay quienes no habían conversado en dos años”.