Luis Marcó y la “desmilitarización” de la ANI, el cuestionado organismo de inteligencia del Gobierno
“Un tipo de perfil deliberadamente bajo. Eficiente, de trato agradable y cercano a los servicios de las FF.AA. Su rasgo característico es la discreción. Básicamente un perfil académico que es el producto de una Agencia Nacional Inteligencia deliberadamente alejada de lo operativo y conforme con ser una oficina estatal no muy distinta de otros servicios. Por él, que nada cambie”.
Así define un experto en inteligencia a Luis Marcó, el director de la ANI, organismo que ha vuelto a estar en el centro de las miradas por las fallas de inteligencia tras el secuestro del teniente venezolano Ronald Ojeda, detenido en 2017 por el régimen de Maduro por “traición a la patria”. Logró escapar y se asiló en Chile. En la madrugada del miércoles al menos 4 personas, que se hicieron pasar por agentes de la PDI, lo secuestraron desde su domicilio en Independencia.
Contrainteligencia. Marcó fue un nombre habitual en temas de inteligencia en gobiernos de la Concertación. Según un analista que lo conoce, “estuvo a cargo de contrainteligencia de la ANI, el departamento que debió haber detectado la existencia de alguna organización estatal extranjera que pretendiese operar en Chile”.
Luis Francisco Marcó Rodríguez tiene 51 años. Nació el 23 de diciembre de 1972 en Santiago. Es hijo de Yolanda Rodríguez y Juan Marcó, un español con el que vivió gran parte de su adolescencia en Madrid. Es licenciado en Filosofía de la Universidad de Chile y posteriormente cursó un magíster en Relaciones Internacionales. Asimismo estudió una maestría en Seguridad y Defensa de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos. Ha realizado cursos y postgrados en escuelas especializadas internacionales.
También ha hecho clases en la U. de Chile y escrito columnas en medios digitales. En un texto en La Mirada Semanal escribió sobre la necesidad de tener una perspectiva sobre el pasado para construir un futuro, a propósito del proceso constitucional.
Marcó fue mano derecha de Gustavo Villalobos, quien lideró el organismo en los dos gobiernos de Bachelet. En abril de 2022 fue nombrado director de la ANI, tras un mes de infructuosa búsqueda de un reemplazante de Gustavo Jordán. Izkia Siches era la ministra del Interior, el puesto se lo ofrecieron al menos a dos personas como Carolina Sancho, académica experta en ciberseguridad e inteligencia; y Marcelo Díaz, quien declinó por las pocas perspectivas políticas que ofrece el cargo.
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Es discreto y celoso en extremo del secreto. De hecho, hizo polémica cuando en agosto de 2022 se negó a declarar ante una comisión fiscalizadora de la Cámara “sobre actos del Gobierno, referidos al resguardo de seguridad y orden público interno, y combate con la delincuencia, crimen organizado y terrorismo”. Dijo estar “impedido legalmente de asistir”.
Críticas. Con el secuestro de Ojeda, han arreciado las críticas a la ANI. Para el general (r) John Griffiths “Chile no tiene sistema de inteligencia”. Agregó a Ex-Ante: “El tema está en que cada vez hay más evidencia de fallas nacionales de inteligencia. La primera es que no sepamos hasta hoy qué pasó en octubre del 2019. Cómo no vamos a saber quién nos quemó las estaciones del metro. Otra falla es no tener evidencia ni responsables respecto a los incendios en la V Región que costaron la vida a 133 ciudadanos y probablemente sean más. Eso es una falla de inteligencia enorme”.
Un oficial retirado dedicado a la inteligencia aporta otra visión: “los servicios de las potencias nos advierten desde hace años de la operación impune de rusos, chinos e iraníes en Chile. Antes de seguir echando la culpa a la inteligencia, hay que decir que desde el año 2014 los servicios de inteligencia están alertando sobre posibles actividades ilícitas que puedan cometer personas que entren en el flujo migratorio sin control”.
Desmilitarizar. Al llegar a la ANI, Marcó desvinculó a seis jefes de División (Inteligencia, Contrainteligencia, Gestión y Fuentes Abiertas, Asuntos Sectoriales y Coordinación del Sistema de Inteligencia). Y aprovechó de remover a los uniformados de la Armada en retiro. El objetivo sería “desmilitarizar” al organismo; sin embargo, según conocedores, era una jugada riesgosa porque implicaba sacar de la ANI a especialistas en el tema.
Despidió a 20 ex marinos y 9 ex militares que llegaron en 2020. Este dato es confirmado por un ex alto oficial de inteligencia, quien explica: “Así, Marcó eliminó la capacidad operativa que había desarrollado Gustavo Jordán.
Eso es lo grave. Incluso pretendieron eliminar la central de fusión de información 24/7 con turnos que habían creado. Pero tuvieron que recular… Marcó volvió al enfoque tipo oficina pública que hubo siempre”.
“Jordán, que fue director de inteligencia de la marina, trató de darle un enfoque operativo a la ANI con recolección en terreno y disposición 24/7. Eso fue muy resistido en la interna, porque estaban acostumbrados a ser un centro de análisis con horario de oficina”.
Su carrera. Marcó suma 20 años ligado al organismo, al que llegó en 1996, cuando este se llamaba Dirección de Seguridad Pública e Informaciones (Dispi). Llegó como analista desde Flacso. Su jefe directo fue el abogado Gustavo Villalobos, que después dirigió al servicio. Fue jefe de departamento, luego de división y más tarde el segundo de Villalobos. En total lleva 20 años en esa institución, descontando los paréntesis de los gobiernos de Piñera.
Algunos de los casos que enfrentó como analista, de acuerdo a El Dínamo, fueron la fuga de frentistas en helicóptero desde la cárcel de alta seguridad el 30 de diciembre de 1996 y la detención de Pinochet en Londres, en 1998. Se menciona también no haber advertido la presencia en Iquique del jefe operativo de las Brigadas Rojas en 2002-2003 y la llegada de Alberto Fujimori a Chile en 2005.
Su visión. El actual director ha dicho que “el rol de la ANI tiene que ser estratégico, porque no hay otro servicio en el sistema de Inteligencia que pueda cumplir esta misma condición. Sin una comprensión de los fenómenos sería muy difícil anticipar los casos delictivos, si estos casos tienen lazos comunicantes con agrupaciones terroristas o con subversión política. No podemos perder de vista que el sicariato puede ser usado para fines muy diversos”.
Respecto al crimen organizado, añadió: “Sin una amplia colaboración con distintos servicios en el mundo, no podremos saber qué pasa con el crimen organizado y tampoco una evolución comprensiva del anarquismo, la inmigración irregular y los ataques cibernéticos”, detalló.
Advertencias. Una fuente de inteligencia señala que la falla también es del Estado, al hacer oídos sordos de las advertencias: “Desde más de diez años, los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas vienen advirtiendo que con el desminado, iba a incrementarse el flujo migratorio y después advirtieron que por la frontera terrestre norte iba a haber flujo de inmigración y contrabando, y también de drogas. Qué pasa cuando la inteligencia te da una alerta y tú no le haces caso. No es falla de inteligencia y por lo demás existe una mala interpretación de lo que es la inteligencia”.
El mismo analista explica: “La inteligencia nunca te va a decir: mañana a las 10:00 van a raptar a este tipo. Pretender que la inteligencia haga eso es no entenderla. La inteligencia puede decir: ojo, los servicios de inteligencia bolivarianos son agresivos y en Chile no hay buen control de las fronteras. Y si tenemos gente aquí que está buscada por el gobierno dictatorial de Maduro, no nos extrañemos si algún día pasa algo. Está documentado el ingreso a Chile de agentes de inteligencia de Venezuela”.