-¿Desde su experiencia como ministro del Interior cuáles son las lecciones que se pueden sacar de la situación en Ecuador?
–Lo de Ecuador es ciertamente terrible, pero no lo extrapolaría a la situación de Chile de ninguna manera. Eso sí hay que tener claro que hay una cosa en común: una cierta actividad de clanes criminales, especialmente transnacionales, que atraviesan toda la frontera. Por lo tanto ningún país es indemne a que se implanten en su territorio también.
-Estos grupos suelen dirigir el crimen organizado a veces desde las cárceles. ¿Eso está pasando en Chile, donde han llegado bandas extranjeras violentas?
-Hay un riesgo importante en ese sentido. Y es que los reos son clasificados y colocados en distintos lugares, según si son reincidentes o primerizos. Sucede que hay muchos criminales que llegan de otros países, que cometen su primer delito en Chile y, por lo tanto, de acuerdo con las normas, tienen que ser considerados primerizos. Y eso les permite estar en contacto con reos debutantes, a los cuales pueden reclutar para sus delitos. O sea, es fácil para un criminal avezado hacerse el jefe en un lugar donde hay criminales menores.
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-En el sistema público un reo cuesta casi 1 millón al mes, en las concesionadas la mitad. ¿Hay que insistir con el modelo de cárceles concesionadas?
-Yo soy partidario de eso, por supuesto. Pero hay una confusión importante: la vigilancia no es lo que está concesionado. El tratamiento de los reos tampoco. Lo que está concesionado es la alimentación, el aseo, todo ese tipo de cosas.
-¿En Chile se están tomando las medidas necesarias para evitar lo que pasa en Ecuador o antes en México?
-Estamos haciendo un trabajo importante en contra del crimen organizado, cuyos resultados llegarán. Y por lo tanto no creo que lleguemos a una situación como la que viven otros países de América Latina, con más de 20 o 30 muertos por cada 100.000 habitantes.
-Pero han aumentado los homicidios en Chile.
-Sí, han aumentado, efectivamente. Estamos en 6,7 por cada 100.000 habitantes. En México es de 26.
-¿Cree que el Gobierno debe tomar medidas más duras de las que está tomando?
-¿Por ejemplo?
-Algunos plantean que las Fuerzas Armadas tengan un papel más destacado en el tema de la migración ilegal.
-No. ¿Qué van a hacer en la frontera las Fuerzas Armadas? Para empezar, ya están en la frontera con Perú y con Bolivia. Pero, además, no veo qué tiene que ver eso con los crímenes que se cometen en Ecuador. Igualar a Chile con Perú o Ecuador no tiene sentido. No creo que las Fuerzas Armadas deberían patrullar las calles.
-Entiendo que hay esfuerzos en el orden internacional para advertir sobre la situación de Ecuador.
-Se planteó recién ahora. Pero vamos a emitir una declaración sobre Ecuador primero como Senado, aprobada por los parlamentarios, que sea oficial. No sé si alcancemos a sacarla ahora. Va a ser relativamente difícil, pero estoy trabajando en eso.
-¿Está preocupado por la situación de derechos humanos en Ecuador?
-No, yo estoy preocupado por la situación de violencia en Ecuador. El asesinato de gente absolutamente inocente. De eso estoy preocupado. No estoy preocupado de si se está persiguiendo o no adecuadamente a los criminales. Si los delincuentes actúan con violencia, la policía tendrá que responder. Pero eso no es un tema de derechos humanos.
Mire, el tema de Ecuador es un tema fundamentalmente de criminalidad y orden público. Cuando la policía reprime, siempre tiene que hacerlo respetando los derechos humanos. Pero no se está en este momento enjuiciando a nadie por violaciones de derechos humanos en Ecuador, sino que lo que se está haciendo es tratar de controlar una situación de violencia y criminalidad promovida por el narcotráfico.
-¿Cómo evalúa la reacción del presidente de Ecuador?
-No me corresponde a mí evaluar gobiernos de otros países. No me parece correcto.
-En otro tema, usted participó en una de las reuniones en la casa de Pablo Zalaquett. ¿Cómo fue su experiencia?
-A mí me invitaron hace unos meses atrás a una conversación con un grupo de personas, para hablar sobre la situación del país, sobre el tema constitucional, etcétera. Y yo acepté con mucho gusto, di mis opiniones, dije lo que yo pensaba y no se me pidió nada en concreto. Y no podría recordar un solo nombre que estuviera ahí, salvo el de Pablo Zalaquett.
-¿O sea, usted no conocía a nadie? ¿No cree que se transgredió la ley del lobby?
-No lo creo, porque no se me pidió ninguna gestión parlamentaria que yo pudiera realizar. Se ha exagerado mucho. Yo no sabía que se invitaba a tanta gente en su casa. Yo entendí que era una reunión que se hacía cada cierto tiempo y que la hacía con gente del mundo político, gracias al contacto con ese mundo que Zalaquett tenía desde antes. Pero no entiendo que haya en esto una especie de operación de lobby ni mucho menos.
-¿Y de qué temas hablaron?
-Como digo, no recuerdo que nadie me haya pedido nada que yo tuviera que realizar. Nadie me dijo: “mire, por qué no me hace la gestión por esto o lo de más allá”. Ninguno. Yo tengo muchas de estas reuniones. Hablamos sobre cómo están las cosas en el país, qué piensa sobre la economía, qué va a pasar en el plebiscito y qué pasaría después del plebiscito, etcétera. Esas cosas. Eso es política, pero no es lobby.
-¿Cómo ex canciller, de qué manera observa la política exterior de Chile?
-Excelente.
-La comunidad judía ha criticado que hay un sesgo pro-palestino en el Gobierno. ¿Le parece correcto?
-Con 500.000 palestinos en Chile, ¿a usted no le parece bien? En Chile hay medio millón de ciudadanos de origen palestino que tienen derecho a ser representados. Y el Presidente ha atendido y entiende sus problemas. Es gente que se ha integrado a la vida de este país y merece ser representada.