-¿Qué tan profunda es la infiltración del narcotráfico y el crimen organizado en la sociedad chilena?
-El narcotráfico es uno de los problemas más graves que enfrenta Chile. El crimen organizado se torna más peligroso, porque es extraordinariamente versátil. Esta es la característica que tiene en todo el mundo: que cambia de giro en cuanto empiezan a perseguirlo o apretarlo la policía o el Servicio de Impuestos Internos, por ejemplo. Entonces, yo creo que en el caso chileno tenemos un problema de narcotráfico bastante serio.
-¿Qué sectores son los más afectados?
-Una cosa muy expresiva es lo que sucede en el sur con el robo de madera. Las grandes forestales contrataron aviones y helicópteros para seguir a los vehículos y camiones que se llevaban la madera. Bueno, con eso se redujo el robo de madera. Pero empezó el robo de salmón. Un container de salmón vale 200.000 dólares. Eso demuestra la agilidad de los tipos para cambiar de negocio o para descubrir nuevos ilícitos. El punto clave es reconocer que los instrumentos tradicionales que tenemos no nos alcanzan para atacar este virus. Las leyes no nos alcanzan. Tampoco sirve el aparato público. El crimen organizado entra muy rápido. O sea, corrompe a una velocidad inaudita.
-¿Es muy virulento o ponzoñoso para el sistema público?
-Claro, se mete en las instituciones del Estado de una forma que parece imbatible. De repente funcionarios que ni te imaginas están comprados por el crimen organizado. La única forma de combatir eso es como lo hace Estados Unidos, desarrollando una fuerte vigilancia sobre los empleados públicos de cualquier nivel. Como sabes, el FBI investiga del presidente para abajo.
-¿En Chile falta una estrategia para tratar un problema nuevo?
-Faltan leyes y falta un aparato de contrainteligencia policial. No puede ser el mismo que el de inteligencia. Hay que vigilar a los que vigilan.
-¿Cómo evalúas lo que se está haciendo actualmente en Chile frente a este problema?
-Yo creo que estamos muy atrasados y veo poca conciencia en los legisladores sobre la gravedad del asunto. No veo al Congreso preocupado del problema. Es cierto que tienen un montón de leyes de seguridad, que han estado tratando de sacar, pero ninguna de esas leyes ataca las formas ni las figuras del crimen organizado. Se dedican más bien a otras cosas, a la penalidad del delito.
-¿La cuestión de las cárceles es clave?
-El crimen organizado se distingue de todas las otras formas de delito en que la cárcel se convierte en un centro de operaciones. La cárcel tradicional no te sirve para el crimen organizado, al contrario funciona como un detonador. Habría que crear un tipo de cárcel de alta seguridad que en Chile no tenemos.
-¿Rescatas algunos aspectos de la fórmula de Nayib Bukele para enfrentar este tema?
-Lo que pasa es que la fórmula Bukele es pura prisión. Y necesitamos una estrategia integral. Además no creo que sea un modelo adecuado para regímenes democráticos, porque pasa a llevar derechos de la gente. Dudo que funcione en un país moderno, obligado a tener equilibrio de poderes, donde los presos tienen que disponer de abogados, etc. Es para un país más primitivo el modelo de Bukele.
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-Pablo Zeballos en “Un virus entre las sombras” dice que hubo un cambio del perfil del criminal chileno que antes era el choro, el lanza y ahora es este integrante de una banda organizada que hace ostentación de riqueza y del uso de violencia para dominar los territorios.
-Claro, hoy los criminales tienen acceso a más plata, por el tipo de delitos que cometen. Y hay ciertos códigos: el orgullo de pertenecer a una banda, la ostentación, la violencia. Además, son internacionales, viajan de un país a otro en busca de negocios ilícitos.
Entonces efectivamente tienen otro estándar, más diversificado que el antiguo ladrón. También hay que entender que cualquiera que sea la opinión que uno tenga sobre el sistema económico, el progreso produce más riqueza y más gente dispuesta a cometer delitos para tener acceso a más cosas. Fundamentalmente, tienen más comunicación, lo cual permite más efectividad criminal.
-En Europa, se desató una ola de crimen organizado desde África. En Chile se relaciona con la migración irregular desde Venezuela.
-Así es. Los europeos dicen que el problema se desató con las crisis internas de África del Norte. El tema de la migración irregular es clave en América Latina. Pero tan importante como la parte física, es la digitalización. Expertos le dan la misma importancia a las dos cosas. Porque la digitalización es la capacidad de obtener información, pero también de esconderse; tiene muchas ventajas. Es interesante lo que dice Zeballos: hay un cambio de paradigma.
-El libro de Zeballos ha sido recomendado por Evelyn Matthei. ¿De qué manera el tema del crimen organizado va a tomarse una parte del debate presidencial?
-Yo creo que va a ser importante en el debate. Me llama la atención una cosa que dijo Michelle Bachelet: que el problema de la inmigración, que está un poco en la base del crimen organizado, tenían que enfrentarlo los alcaldes. Es verdad: hay comunas que no se pueden desatender o desligar de ese fenómeno. Comunas que están completamente copadas por inmigrantes y otras no tanto, pero igual con porcentajes importantes de población migrante.
Estoy pensando en Santiago, en Independencia, ni hablar de Quilicura. Lo que dice Bachelet es interesante porque una de las formas más eficaces de combatir el crimen organizado es ponerle muchos problemas, no solo una policía central, sino que muchos asedios en todas partes. Entonces, si los alcaldes se hacen cargo también de este problema, por lo menos desde la perspectiva de inmigración, sería un aporte bien sustancial.
-Ya que mencionaste a Bachelet, ¿cómo ves la posibilidad de que ella sea candidata? Porque ha dicho que no, pero parece que es la única candidata de izquierda actualmente que tiene alguna posibilidad de acercarse a Matthei.
-Bueno, cuando ella dice que no, ya sabemos que eso no significa no. Eso lo hemos comprobado históricamente. No hay que engañarse. Y claro, la izquierda tiene ese problema: que no tiene a nadie más que concite el tipo de unión que ella logra, que en el fondo es una unión obediente. A Bachelet le hacen caso. No hay ningún otro dirigente con ambición presidencial que pueda decir que todos esos partidos, que le hacen caso a Bachelet, le hacen caso a él también. Eso no existe, salvo Bachelet. Entonces eso le da una ventaja indiscutible.
-¿Y qué piensas del apoyo que le dio el Partido Comunista, que puede ser un lastre?
-La realidad es que el PC le hace caso y Bachelet los escucha. Ella fue la primera en llevarlos al gobierno desde la UP.
-¿Bachelet de alguna forma perpetúa esta alianza entre el Partido Socialista y el Partido Comunista, que alguno consideran nociva?
-Mientras los dos partidos sean débiles, se necesitan. Ese es el problema y es parte de la esencia de la política.