El documento en que Fernández criticó a la DC, el “modelo” y definió su “inspiración cristiana”
“¿Cuándo la Democracia Cristiana ha discutido políticamente sobre el modelo económico vigente?: Nunca”
Esta es una de las duras frases que emite el hoy ministro de Interior, Mario Fernández Baeza, en un ensayo publicado en octubre de 2013 y que lleva por título “La Democracia Cristiana como vanguardia comunitaria”.
El texto fue publicado ayer en forma íntegra en la web de la JDC bajo el título de “Qué piensa Mario Fernández de la DC”. En el documento el abogado hace un repaso del rol de la DC desde el retorno a la democracia, hace una lectura del modelo económico y aborda en detalle su inspiración cristiana y cómo conecta esto con la acción política. Según señala, es un "error" hablar de la falange como un partido de centro.
Definiciones que resultan clave en momentos que el debate ha estado puesto en las posturas valóricas del ministro.
Estos son los ejes centrales del documento, que puedes revisar en forma íntegra al final de esta nota.
Debate interno “atrofiado”
Mario Fernández plantea que tras el golpe de Estado de 1973, la coyuntura enfocada en la lucha por el retorno a la democracia “atrofió el debate interno”
“Desde el inicio de la dictadura nunca hemos vuelto a enfrentar los desafíos políticos a partir de una discusión profunda, amplia y exigente entre todos los camaradas. No hubo tiempo y tampoco pareció imprescindible. En efecto, enfrentar a la dictadura, conducir la transición, recuperar la democracia y reconciliar a los chilenos, más que decisiones políticas, fueron deberes éticos”, señala.
Hace mucho que las Juntas Nacionales dejaron de ser un escenario de discusión seria entre argumentaciones sólidas
Fernández advierte que a más de dos décadas del retorno a la democracia “el partido sigue sin debatir a la altura de estos enormes desafíos”.
“Ese tipo de reflexión -amplia, profunda, y dirigida a la acción- no la hemos vuelto a tener en estas cuatro décadas. Cada vez que el partido se reúne en sus instancias de decisión política, los denominados ‘temas de fondo’ van quedando ‘para después’, al punto de no saberse ya a ciencia cierta qué se entiende por tales”, agrega.
El hoy ministro plantea que “hace mucho que las Juntas Nacionales dejaron de ser un escenario de discusión seria entre argumentaciones sólidas, con respaldo documentado, compitiendo en sabiduría y capacidad retórica ante un auditorio atento, crítico y libre. Los mismos Congresos doctrinarios celebrados con posterioridad a 1990, agobiados por la cantidad de temas pendientes y de urgencias coyunturales, no han podido dejar un legado claro y útil para la acción política de los años que les seguían, como ha quedado en evidencia en la orfandad de ideas y en la confusión de posiciones con que hemos enfrentado las grandes controversias de las últimas décadas”.
La DC y el modelo económico
El ex embajador hace ver que en el actual escenario “Chile es, como nunca en la historia, completamente dependiente de una economía mundial de tranco imprevisible”.
Fernández plantea que “nuestro ‘modelo’ consiste ni más ni menos que una versión actualizada de lo mismo de siempre: exportación de productos de la naturaleza (minería, agricultura, silvicultura, pesca), más el enorme capital acumulado de las cotizaciones previsionales que anda dando vueltas en las bolsas mundiales”.
Nuestro partido transita por la política chilena movido más por la inercia que por decisiones macizas, cada vez con menos adhesión en la gente y con menor incidencia en las decisiones públicas
“Por ahora ha sido un modelo financieramente muy rendidor, especialmente para una minoría, pero con amenazas colosales a su estabilidad. Tal es su fragilidad, que los chilenos dependemos del dinamismo de China y de una nueva reforma para postergar o cubrir las obligaciones de las AFP. O sea, dependemos de las decisiones de un Partido Comunista en el exterior y de los votos de la derecha en el interior”, advierte.
Es en este contexto que pregunta: “¿Qué dice la Democracia Cristiana sobre el modelo económico?: Nada. ¿Por qué? ¿Será porque está de acuerdo con sus fundamentos y solo tiene reparos de implementación? ¿Será porque está en desacuerdo con sus fundamentos y sus efectos, pero admite su vigencia por un deber de prudencia?”
Las cosas están claras. El problema es cuando se profundiza algo sobre qué se prioriza y cómo tales objetivos se logran. Hasta ahí no más llegamos. Ahí empiezan las generalidades, las ambigüedades y la consiguiente pérdida de dinamismo y perfil político
“¿Será porque teme producir un desacuerdo interno profundo e irreparable? ¿Será porque la DC ha dejado de ser un partido comunitario para ser un partido liberal? Y si así fuera: ¿Cómo podría ser posible armonizar tal giro ante nuestra doctrina, nuestra historia y nuestra ubicación política?”, agrega en el documento.
El hoy ministro de Interior expresa que “el mutismo sobre estas interrogantes explica por qué también hay mutismo sobre estas otras, indispensables para la acción política concreta”. Un de las que menciona es la “búsqueda de alternativas” al modelo para contar con “mayor autonomía y seguridad para las futuras generaciones”.
“¿Qué hay de las decisiones drásticas que es necesario adoptar para redistribuir la riqueza y para financiar las indispensables políticas sociales para una sociedad justa?”, se pregunta.
Es así como señala que “nuestro Partido transita por la política chilena movido más por la inercia que por decisiones macizas, cada vez con menos adhesión en la gente y con menor incidencia en las decisiones públicas, tanto regionales como nacionales
Junto con esto señala en su documento de 2013 que “nos hemos embarcado en iniciativas de reforma constitucional sobre temas de tal envergadura como el sistema político o el sistema electoral, sólo premunidos de acuerdos muy generales (…) pero sin ningún examen global sobre los temas, ni una ponderación política de viabilidad y oportunidad para propiciar e implementar iniciativas concretas sobre ellos”.
“Lo mismo ha ocurrido en materias sociales como la educación, la salud o la seguridad social. ¿Qué posición tiene el Partido sobre la educación pública? ¿Sobre las Isapres? ¿Sobre las AFP? Salvo generalidades, no se conocen planteamientos partidarios claros, sólidos, potentes sobre esos temas que afectan directamente a millones de personas”, señala.
Es por todo esto que -dice- “hemos terminado por definirnos a sí mismos como partido de centro”.
“No encabezamos nada, sólo nos sumamos”
El abogado hace un profundo análisis sobre lo que implica para la DC definirse como un partido de centro.
“Como tal, no encabezamos nada. Sólo nos sumamos. No existe un sello demócrata-cristiano nítido en los proyectos de ley, en los programas de gobierno, en los debates sobre el destino de Chile. El partido es reactivo o concurre a cerrar acuerdos, pero su impronta es cada vez menos distinguible”, señala.
Nada de centro. Somos de vanguardia. Y somos una vanguardia comunitaria. Tenemos el deber de luchar por una sociedad más cristiana. No en el sentido religioso. Sino porque una sociedad más cristiana es aquella que permite a cada persona ser libre radicalmente
Fernández cita un documento elaborado por Eduardo Saffirio y Sergio Micco, quienes plantaen que el origen de este término proviene de un ejercicio académico de la ciencia política “para describir o analizar una realidad desde la observación externa a la política y a sus actores. Es un instrumento o una categoría de estudio”.
“Por lo tanto, si el partido se define como de centro, está incurriendo en un doble error. Primero, porque está adoptando una calificación que proviene y sirve para el análisis, no para la acción. Ser de centro ya no es una posición. Por lo tanto una definición de centro es un pensamiento sin acción”, advierte.
Por otro lado, el abogado constitucionalista señala que “nunca en su casi octogenaria vida política la Democracia Cristiana se ha definido como un partido de centro”.
Fernández es enfático en que “la inspiración cristiana nada tiene que ver con definirse como ‘centro, en referencia a la ubicación de los otros actores de la política”.
Es por ello que señala: “Nada de centro. Somos de vanguardia. Y somos una vanguardia comunitaria. Tenemos el deber de luchar por una sociedad más cristiana. No en el sentido religioso. Sino porque una sociedad más cristiana es aquella que permite a cada persona ser libre radicalmente, viviendo en comunidad con todas las ideas. Por eso es que el cristianismo y el pluralismo van de la mano”.
“Como nuestra sociedad a pesar de todo, sigue siendo predominantemente individualista y liberal, desigual e injusta, como cristianos debemos cambiarla. Y si queremos cambiarla, somos de vanguardia. En mi tiempo de militante de la JDC decíamos: ‘Somos un partido de inspiración cristiana y con vocación democrática y revolucionaria’”, concluye
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