El diputado y vicepresidente del Partido Republicano, Luis Fernando Sánchez, aborda en profundidad las diferencias que se han estado dando esta semana en Chile Vamos en torno a apresurar o no un acuerdo ante un segundo proceso constitucional. Diputados de la centroderecha -e incluso senadores- han manifestado reparos en convocar una nueva Convención Constitucional. En ese sentido, el parlamentario dice que hay una desconexión entre los militantes de RN y la UDI y las directivas lideradas por Francisco Chahuán y Javier Macaya.
—Desde la mirada del Partido Republicano, ¿en qué pie están las negociaciones por un acuerdo de nueva Constitución?
—Estos acuerdos que se están produciendo entre Chile Vamos y la izquierda no nos representan, nosotros no queremos seguir con el proceso constitucional. La izquierda es la que están poniendo todas sus condiciones acá respecto a cómo sigue este proceso constitucional. Lo que le pedimos al gobierno es que se haga cargo de gobernar, de abordar las urgencias sociales como la seguridad, las pensiones, las políticas de funcionamiento de la salud pública. Particularmente en mi distrito son muy importantes, tenemos una cantidad de campamentos que supera la media de Chile. El gobierno ha puesto todas sus energías en la discusión constitucional y evidentemente esa situación no puede seguir alargándose y nos parece absurdo que otros sectores ajenos al gobierno estén prestando sus votos y sus apoyos para que el gobierno siga en este comportamiento de no hacerse cargo de las prioridades de los chilenos.
—Las ministras Ana Lya Uriarte y Camila Vallejo dijeron este martes que el protagonista es el Congreso, que ellos no eran prescindentes, pero que sí tienen el rol de acompañar. ¿Esas declaraciones no son suficientes para ustedes?
—Es que al final siguen involucrados en el proceso, siguen tratando de pautear desde La Moneda. Están haciendo una cosa más discreta, pero sabemos perfectamente hacia dónde están empujando. Sabemos perfectamente el rol que tienen las conversaciones de pasillo, las presiones que ejercen dentro de la gente de su mismo sector, entonces, aquí no es novedad la actitud del gobierno frente a este proceso constitucional. La posición es bastante marcada respecto a lo que debería hacer el Congreso. ¿Qué están observando, que nadie se vaya a salir de la línea que ellos quiere? El gobierno está presionando para que se repita un proceso lo más idéntico posible al que ya fracasó.
—El diputado Mauricio Ojeda, de su bancada, se preguntaba quién mandató a Francisco Chahuán y a Javier Macaya a negociar, y los trató de iluminados...
—Efectivamente. Nosotros hemos conversado con Chile Vamos y una gran mayoría no está de acuerdo con las gestiones que han realizado Javier Macaya y Francisco Chahuán. Una cosa es que las gestiones de Chahuán y Macaya no le guste a los Republicanos, pero otra grave es que no estén interpretando a la gente de sus partidos. Los liderazgos de Chile Vamos están tratando de mandarse solos y en la dirección de la izquierda. Porque la gran mayoría de la gente de derecha no quiere una Convención como la que existió. Quizás tenemos diferencias sobre si el proceso debe continuar o no, pero si hay algo común es que no quieren una Convención como la que ya fracasó. Chahuán y Macaya los están empujando en esa dirección.
—¿Cómo puede asegurar que las bases de la UDI y RN quieren aquello?
—Uno tiene orejas, uno sabe, llegan comentarios... es sabido ya que hay una conexión entre las directivas de la UDI y RN y sus militantes, que dicen ‘oye, cómo puede ser que nosotros ganamos el plebiscito, pero pocos días después estamos perdiendo y hasta parece como si hubiese ganado el Apruebo'. Estamos volviendo a lo mismo a lo que ya fue rechazado, le estamos dando una segunda oportunidad a los Stingo, a los Baradit, a los Rojas Vade, que son los principales condenados por la ciudadanía por el fracaso de la Convención. Chahuán y Macaya le están permitiendo además al Presidente Boric que sea él quien capitanee este proceso y defina la pauta. ¿Qué es eso? ¿Dónde se ha permitido que sea un Presidente derrotado y deslegitimida el que venga a fijar la pauta de cómo sigue esto hacia adelante? Es completamente inaceptable. Las directivas de la UDI y RN están rápidamente reseteando este proceso sin ni siquiera realizar un proceso de escucha entre sus bases. La ciudadanía está esperando que la política se conecte con sus urgencias. Chahuán y Macaya tienen una necesidad incontrolable de hablar, pero es poco lo que escuchan. Son muchos los que no están de acuerdo con ambos.
—Pero ahora Chile Vamos tomó la decisión de pausar el acuerdo por una nueva Constitución, ¿qué opina?
—En muchas ocasiones hemos visto cómo Chile Vamos dice una cosa y después hace otra. Espero que esta vez no sea lo mismo. Los chilenos han dicho claramente que no quieren otra Convención igual que la que ya fue rechazada y todos en el Congreso tenemos la responsabilidad de escuchar a la ciudadanía. Si efectivamente acá hay un cambio de actitud y las directivas de Chile Vamos dejan de hacerle el juego al Gobierno, sería sin duda algo positivo para el país.
—Javier Macaya le decía a sus militantes que sería impresentable no cumplir su promesa de campaña sobre una nueva y buena Constitución. ¿No cree que al menos tiene punto el senador al querer cumplir con su compromiso?
—Los compromisos que uno hace son solo responsabilidad de uno y que uno debe hacerse cargo de lo que uno ofrece. Cómo van a tirar a un país entero al despeñadero por una promesa de campaña, si tú te vendiste muy barato, hazte cargo del costo que eso tiene, pero no puedes pretender llevar al país entero a repetir un experimento fracasado. Así como uno ofrece cosas luego tiene que hacerse cargo de no poder cumplirlas.
—¿Fue una promesa atolondrada, que no consideró a las bases?
—No sé si les consultó o no a las bases, pero resulta que no están muy de acuerdo y esa es la realidad que vemos hoy día.
—¿Vio más similitudes o diferencias, en campaña, entre los discursos de Javier Macaya y Ximena Rincón?
—Algo pasó ahí en la campaña del plebiscito de salida que al final las posiciones de una Ximena Rincón, de Chahuán o de Macaya o de otros más quedaron asumidas como un mismo discurso. No sé si es positivo o negativo, lo que sí sé es que no es lo que los votantes de la UDI y RN estaban esperando.
—¿No le da mérito a ese discurso respecto al triunfo?
—Es muy difícil hacer esa lectura. Vamos a los números: en el plebiscito de entrada hubo 5 millones 800 mil personas que votaron Apruebo; para el plebiscito de salida, el Apruebo perdió un millón de votos; en el plebiscito de salida el Rechazo sacó 7 millones 800 más o menos, o sea, incluso si el Apruebo hubiese sacado la misma cantidad de votos que sacó en el plebiscito de entrada, igual habrían perdido por un millón de votos. Entonces decir que aquí hay una gran mayoría de chilenos que quiere una nueva Constitución, una Convención Constitucional y quiere todas esas cosas que quedaron establecidas para el plebiscito de entrada no es real o al menos no están los datos para confirmarlo.
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—¿Tampoco está claro entonces que ustedes solo representen un 20% del electorado?
—No se puede sacar ninguna conclusión que lleve a que unos u otros se lleven la pelota para la casa de qué es lo que significa el Rechazo.
—Ante la rebelión de algunos diputados de Chile Vamos, ¿cree que van a estar los votos -4/7- para la reforma constitucional que salga del acuerdo?
—Los diputados de la UDI y RN tienen que hacer una reflexión: ¿van a seguir a sus directivas que no están simpatizando con la gran mayoría de la derecha y la centroderecha, o van a conectar con el proceso de escucha que deberíamos estar realizando hoy con la gente que nos apoya? ¿Se van a alinear o no con esta demanda que le hacemos al gobierno de que primero se deben hacer cargo de las urgencias sociales? No somos quienes debemos pautear a los diputados de RN y la UDI, pero tienen una disyuntiva importante. Por cierto, estos cambios de quórum de las reformas constitucionales o de las LOC no mueven la aguja. Te aseguro que si hubiésemos mantenido los quórum, hubiésemos ganado igual. Y eso muestra finalmente que el termómetro social de las directivas de Chile Vamos no tiene conexión con la realidad.
—¿Puede haber un fuga de militantes o parlamentarios UDI y RN al Partido Republicano?
—Yo me dedico a la política, no soy pitoniso. Prefiero no especular.
—¿Pero advierte que eso está ocurriendo?
—A mí no me consta. Pero no sería extraño, es natural que ocurran esas fugas cuando surgen esas desconexiones entre las directivas, sus parlamentarios y sus militantes. Yo sí he escuchado que a nivel comunal algunos partidos de Chile Vamos dicen ‘oye esto a mí no me parece’. No lo descarto, pero no soy quién debe andar adivinando qué es lo que puede pasar con los militantes RN y UDI.
—¿Está de acuerdo que, ante el inicio de las mayorías de un segundo proceso constituyente, haya plebiscito de entrada, como lo han planteado en su partido?
—¿Es que por qué tendría que haber un plebiscito de entrada para que presentemos reformas constitucionales dentro del Congreso? Aquí llevamos mucho tiempo hablando de los mecanismos, pero nadie está hablando de los cambios de contenido que queremos hacerle a la Constitución. Yo no tengo idea qué quiere ver la UDI, RN y Evópoli en una nueva Constitución.
—¿No le quedó claro con los diez compromisos de Chile Vamos que firmaron previo al plebiscito, donde apuntan a un Estado social de derechos?
—¿De qué compromisos estamos hablando, si solo hablan de mecanismo? Escucho que piden que sea una convención 100% electa, con paridad, con plebiscito de salida, o sea, lo mismo que ya existió.
—Plebiscito de entrada le digo para ver si se inicia o no un nuevo proceso...
—Eso es simplemente continuar con la incertidumbre y lo que nosotros necesitamos es dar tranquilidad a los chilenos.
—¿Qué ocurre con los costos políticos que deberán pagar los Republicanos al estar marginados de una conversación de las mayorías del Congreso? En 2020 un 80% dijo sí a una nueva Constitución...
—Hemos criticado mucho que en la centroderecha históricamente no haya existido la valentía para levantar nuestras posiciones, defender nuestras banderas, sea que ganemos o perdamos. Nuestra posición hoy es ser coherente con eso, con una vocación de defender nuestros principios, porque los chilenos lo están pidiendo a gritos, ocurrió en el plebiscito. No tenemos miedo a decir lo que pensamos. Uno en política tiene que tener la valentía de defender aquellas convicciones que uno considere importante, luego vienen los acuerdos. Porque si tú primero te pones a transar principios, a transar convicciones de entrada antes si quiera de defenderlas, porque tú asumes que vas a perder, quiere decir que entras a la cancha asumiendo que el partido está perdido...
—¿Aunque eso implique ser minoría? ¿Qué ocurre con la vocación de mayoría? Para gobernar se requieren mayorías...
—Todo lo contrario. Creo que son cada vez más los chilenos que se dan cuenta, sobre todo la gente que tiende a votar por gente de nuestro sector, de que necesitamos gente con convicciones, gente disponible para defender las cosas importantes, y que si no votas por esas personas al final terminas con los que ves hoy: con alguien que supuestamente iba a defender A termina jugándosela por B. Tanto así que terminas alineado con un gobierno que defiende todo lo contrario a lo que nosotros en la derecha y en la centroderecha creemos. Pienso que cada vez más va a ser la gente que va a buscar proyectos como el Partido Republicano y va a entregarle su apoyo porque somos los únicos que estamos dando garantías de que vamos a defender aquello en lo cual creemos.
—Esta semana han dicho que esas conversaciones en el Congreso son la ‘vieja política’. ¿No cree que es arriesgado hablar de ese concepto a la luz de los resultados que trajo esa mirada para el Frente Amplio al gobernar?
—Uno tiene que ser capaz de conversar con todos, pero marcando diferencias. Cuando yo hablo de la vieja política no pretendo levantarme un pedestal moral como lo hacía el ministro Jackson en su minuto sino mostrar que hay una diferencia clara entre esa vieja política y nosotros... la ciudadanía ve que ellos hacen acuerdos entre cuatro paredes, que son poco transparentes y que los escucha.