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Política

¿Qué pasó con la renovación política en Chile?

¿Qué pasó con la renovación política en Chile?
T13
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La irrupción de Lagos y una probable competencia con Piñera reabrieron el debate sobre el recambio generacional. El debate incluye el intento -trunco, para muchos- de la llamada "G-80" y el ascenso del movimiento estudiantil. "No es para hacerse un harakiri", dijo Ernesto Ottone, ex asesor de Lagos.

Por Tomás Martínez

La noche del lunes en el programa En buen chileno de Canal 13, el vocero de Gobierno, Marcelo Díaz, enumeraba a una serie de dirigentes políticos para mostrar el recambio en la política chilena. La lista incluía a Camila Vallejo, Gabriel Boric y Giorgio Jackson, entre otros, rostros del movimiento estudiantil del 2011 y que hoy tienen un escaño en la Cámara de Diputados.

La irrupción de Ricardo Lagos en la carrera presidencial reabrió un antiguo debate sobre la renovación en la política, del que el principal asesor del ex mandatario, Ernesto Ottone, se hizo cargo este martes en Tele 13 Radio. Ahí planteó que “no es un elemento del que tengamos que hacernos un harakiri. Ha habido una renovación política, pero más lenta de lo que hubiéramos querido”.

De concretar su candidatura a La Moneda, Lagos podría competir con otro ex Presidente, Sebastián Piñera. ¿Da o no para un harakiri, como dice Ottone, la velocidad del recambio generacional?

La pregunta la responde Daniel Mansuy, director de estudios del IES. “Quizás no dé para un harakiri, pero sí se trata de un problema objetivo, y haríamos bien en tratar de identificar sus causas. ​No sacamos nada si hacemos como si no hubiera un problema, o como si fuera un fenómeno sano y normal. Estos saltos nunca son gratuitos, sino que siempre dejan costos”.

¿Generación dorada?

Aunque suman detractores, la camada estudiantil 2011 es la generación más fecunda de los últimos tiempos, que antiguos dirigentes –más allá de sus diferencias- califican como "dorada".

Se trata, sin embargo, de un grupo en el que no todos tienen las mismas "posiciones". Gabriel Boric, por ejemplo, se alza entre los personajes políticos mejor evaluados en distintos sondeos. A su turno, Giorgio Jackson está en el cuarto lugar en la CEP, tras bajar su respaldo en ocho puntos, quedando en 36. Camila Vallejo, en tanto, tiene 19% de aprobación y 58% de rechazo, el tercero más alto del ranking de dicho centro de estudios.

“Son los nietos de la dictadura los que aparecen mejor aspectados frente a la ciudadanía: Felipe Kast o Jaime Bellolio, en el caso de la derecha, Giorgio Jackson o Gabriel Boric, en el caso de la izquierda”, sostiene el cientista político Cristóbal Bellolio. Y agrega: “En muchos de estos casos, estos nietos han optado por hacer lo que sus padres no hicieron: emanciparse de la épica pasada y construir sus propias naves electorales”.

Los que quedaron en el camino

“Tenemos la emergencia de nuevos liderazgos, gente que no estaba antes en el Congreso y que hoy juega roles muy relevantes. Se me queda mucha gente afuera (…) Probablemente me salté a mi generación y eso es parte de la vida”, dijo el vocero de Gobierno, Marcelo Díaz, en el programa En Buen Chileno cuando se discutía el tema de la renovación política.

El ministro socialista, de 45 años, representa a una generación de políticos que ha ocupado altos cargos, como la alcaldesa Carolina Tohá (PPD), los senadores Fulvio Rossi (PS) y Felipe Harboe (PPD), y el ex candidato presidencial Marco Enríquez-Ominami.

“El poder no se hereda en democracia, se gana, se conquista, se arrebata”, dice Gloria de la Fuente, directora ejecutiva de Chile 21 y analista de T13.cl. Para la experta, “el gran drama de la G80, G90 y de los del 2000 es que no fueron capaces de construir un proyecto político colectivo, que generara identidad y sentido común, que se vio superado por la generación del 2011 con un proyecto político distinto”.

Para Mansuy, en cambio, “fracasaron porque no supieron elaborar un diagnóstico alternativo al de sus padres: crecieron bajo su sombra, y pensaron que era cuestión de esperar. Entre medio, el país cambió, y ellos quedaron fuera de juego. Quizás la única excepción sea la de ME-O, pero ya sabemos cómo terminó”.​

Enríquez-Ominami fue uno de los que emergió tan rápido como lo fue su revés. Si en 2009 era uno de los jóvenes mejor aspectados en la escena local, con un 20% en la primera vuelta presidencial y altos niveles de aprobación en las encuestas, hoy desapareció de los políticos con más futuro en la encuesta Cerc-Mori, y en el último estudio del CEP salió por primera vez de los 10 personajes mejor evaluados.

“A ME-O lo pasaron a retiro anticipado los estudiantes del 2011”, sostiene Bellolio. Para el cientista político, “la generación del medio, esa generación perdida a la que muchos se refieren, vibró con el triunfo del NO en 1988. Ahí están los Velasco, los Orrego, las Tohá, los Lagos Weber. No parecía imperioso reemplazar la épica política de los padres, porque los hijos eran tributarios de la misma. Se sentían parte del mismo proyecto. Por eso nunca fue muy urgente 'matar al padre'”.

Pero el auge y caída de ME-O no es el único ejemplo de los problemas en la renovación política en Chile. En la oposición, la UDI intentó entregar la posta a los dirigentes nacidos después de 1973, encabezados por Ernesto Silva, pero el plan quedó trunco con su abrupta renuncia en medio del caso Penta.

En Renovación Nacional la presidencia la asumió el diputado Cristián Monckeberg, menor de 50 años, y en la Democracia Cristiana la senadora Carolina Goic (43), mientras que al iniciar su actual Gobierno, la Presidenta Michelle Bachelet designó un novel comité político sub 45, con Rodrigo Peñailillo (Interior), Álvaro Elizalde (Segegob) y Ximena Rincón (Segpres), quienes dejaron dichos cargos tras poco más de un año. 

En el caso del jefe de gabinete, pasó de ser el delfín de Bachelet a dejar el gobierno tras roces con la Mandataria por el manejo del caso Caval y su vínculo con la indagación de platas políticas en SQM.

La experiencia extranjera

La renovación política tiene distintas experiencias en otros países. Los ejemplos más cercanas muestran las dos caras. En Argentina, por ejemplo, Marcos Peña, jefe de gabinete del Presidente Mauricio Macri, tiene 39 años, la misma edad con que Peñailillo asumió como ministro del Interior del actual Gobierno.

Axel Kicillof, hombre de confianza de Cristina Fernández durante su administración en la Casa Rosada, fue ministro con poco más de 40 años.

En Perú, en cambio, la situación se asemeja más a la realidad chilena. Pedro Pablo Kuczysnki asumió con 78 años. PPK compitió con dos ex mandatarios: Alan García y Alejandro Toledo.

Más lejos, en España, la política local se reconfiguró con el ingreso a la cancha de nuevos partidos como Podemos y Ciudadanos, que tomaron protagonismo en las últimas elecciones, poniendo fin al característico bipartidismo. Pablo Iglesias y Albert Rivera, líderes de ambas agrupaciones, son piezas clave hoy en las negociaciones para conseguir formar un gobierno que suceda al de Mariano Rajoy.

Canadá, en tanto, es otra muestra del efecto de la renovación, con la llegada al poder de Justin Trudeau, de 44 años, quien asumió como primer ministro.

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