Bloomberg
La administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está buscando formas de presionar a Corea del Norte para que deje de desarrollar un programa de armas nucleares, y algunos analistas estadounidenses advierten que la búsqueda podría terminar a las puertas de las mayores compañías petroleras y bancos de China.
China es el mayor socio comercial de Corea del Norte y desempeña un papel vital en mantener el régimen de Kim Jong Un a flote. El intercambio comercial entre ambos países aumentó alrededor de 11 por ciento, a US$2.550 millones en el primer semestre de 2017, en comparación con el año anterior.
EE.UU. presionó con éxito para que la ONU aplicara sanciones más estrictas a Corea del Norte este mes, y el Departamento del Tesoro el 22 de agosto sancionó a entidades chinas y rusas que acusó de ayudar al desarrollo de armas nucleares y misiles balísticos de Kim. Fiscales estadounidenses también quieren recuperar US$11 millones de empresas con sede en China y Singapur, a las que acusaron de conspirar con Corea del Norte para evadir las sanciones.
Hasta ahora, EE.UU. está tratando de castigar a compañías relativamente pequeñas como Dandong Chengtai Trading Ltd., a la que se acusa de lavar dinero para Corea del Norte. Pero hay razones para que los funcionarios chinos se preocupen por la posibilidad de que EE.UU. vaya tras grandes empresas y bancos estatales, como China National Petroleum Corp. y el Banco de China.
"Tenemos la capacidad de decir, ’Cualquier empresa estatal china que consideramos relevante entra al juego’", dijo Derek Scissors, académico residente del American Enterprise Institute –de tendencia conservadora– en Washington. "Ni siquiera nos hemos acercado a la coerción económica de la que somos capaces".
Sanciones mayores
Sin embargo, esa coerción podría desencadenar una guerra comercial entre las dos mayores economías que afectaría todo, desde la soja hasta los smartphones. China es el mayor socio comercial de EE.UU., el año pasado el intercambio entre ambos países sumó US$578.600 millones, según la Oficina del Representante de Comercio estadounidense.
"El gobierno de Trump les está diciendo a los chinos: ’Si no trabajan con nosotros en Nueva York, aplicaremos muchas más de estas sanciones secundarias y no solo contra las pequeñas empresas, sino también las grandes’", dijo Gary Samore, ex coordinador para el control de armas y armas de destrucción masiva en la Casa Blanca de Obama.
En tanto otros exconsejeros de las administraciones de los presidentes George W. Bush y Barack Obama abogaron por sanciones adicionales en una audiencia del Senado en mayo, EE.UU. se cuida de ir demasiado lejos.
"Si tuviéramos que imponer sanciones a instituciones financieras chinas realmente grandes, eso tendría consecuencias económicas importantes para EE.UU.", dijo Samore, que ahora es director ejecutivo de investigación en el Centro Belfer de Ciencias y Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard.
Enfrentar instituciones de alto perfil como el Banco de China sería "un enorme problema", dijo Richard Nephew, investigador principal del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia y ex funcionario de sanciones de Obama. "Esas clases de sanciones mayores son las que están siendo evitadas por esta administración".