A primera vista, y sin bola de cristal, el panorama económico global de 2017 luce problemático, por usar un adjetivo caritativo.
Y es que al estancamiento global y la persistente resaca del estallido financiero de 2008, el año nuevo le sumará la turbulencia política de Estados Unidos y la Unión Europea.
Donald Trump asumirá la presidencia de EE.UU. el 20 de enero con una agenda proteccionista y una retórica diplomática que, en el mejor de los casos, resulta imprevisible, y en el peor, incendiaria.
Por su parte, la negociación para la separación del Reino Unido de la Unión Europea, el Brexit, debería comenzar a fines de marzo.
Y ese mismo mes Holanda y Francia celebrarán elecciones generales que pueden ser tan decisivas para el futuro de la UE como las que enfrentará Alemania en septiembre.
En medio de tanta incertidumbre no sorprende que los principales organismos multilaterales y las consultoras privadas bajaran las proyecciones de crecimiento para 2017, las que ahora se sitúan en torno al 2 y el 3%.
Trump: las promesas y la realidad
Donald Trump fue electo con una plataforma antiglobalizadora y antimigración, pero aún nadie sabe si su proteccionismo será mucho más retórico que real.
En campaña habló de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá (TLCAN o Nafta, según la sigla en inglés) y de eliminar el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) que se está negociando con la Unión Europea.
Y también de eliminar el Tratado del Transpacifico (TTP) que busca contrarrestar a China con una alianza de 12 países que va desde el bloque del TLCAN hasta Australia, Japón, Vietnam, Malasia, Perú y Chile.
Pero, según Mike Jakeman, analista global de la Unidad de Inteligencia del semanario The Economist(EIU), el principal peligro para la economía mundial es la suerte del TLCAN.
"El TTP y el TTIP están muertos. Como no se firmaron, el impacto de este cambio no será sustancial. El TLCAN es más complicado", explicó el analista.
"Y no creo que Estados Unidos quiera terminar con el acuerdo, pero en su renegociación Trump intentará cambiar la política arancelaria con una serie de productos en México", le dijo a BBC Mundo.
"Es posible que las negociaciones con Canadá y México se prolonguen en el tiempo, pero si el TLCAN se cae el impacto negativo será inmediato sobre la economía global", indicó Jakeman.
El comercio mundial patas arriba
Swati Dhingra, especialista de comercio de la London School of Economics, pone el acento en otro peligro.
"Lo más grave sería una guerra comercial de Estados Unidos con China en caso de que imponga aranceles y que China apele ante la Organización Mundial del Comercio", le dijo Dhigra al dominical británico The Observer.
En su campaña Trump prometió elevar los aranceles a la importación de productos chinos en un 45% y se mostró dispuesto a abandonar la OMC antes que obedecer la decisión de un panel de arbitraje internacional, algo que dejaría patas para arriba al orden comercial mundial de la posguerra.
Mientras que la otra pata visible del programa de Trump es una reducción impositiva equivalente a US$ 1 billón y unos US$ 250 mil millones de dólares de inversión estatal en infraestructura.
Y según James Henry, autor de "El mundo offshore" y catedrático de la Universidad de Colombia, el impacto se sentirá más allá de las fronteras estadounidenses.
"Uno de los mecanismos que puede usar para compensar con recaudación este agujero en el déficit fiscal es un blanqueo o amnistía al estilo de lo que hizo George Bush en 2004 para repatriar el dinero en los paraísos fiscales", le dijo a BBC Mundo.
"Pero el recorte impositivo corporativo pondrá presión sobre muchos países en desarrollo que buscarán bajar el impuesto para atraer inversión extranjera, aunque no hay ninguna prueba de que esta reducción dé resultado alguno", advirtió el experto.
La (des) Unión Europea
La agenda antiglobalizadora y antimigración también ha tomado fuerza en la Unión Europea.
El referendo británico del 23 de junio dejó en claro un malestar con la UE que iba más allá de los siempre imprevisibles británicos.
Y las encuestas de opinión muestran tendencias similares en países clave del proyecto paneuropeo como Francia y Holanda.
Además, el surgimiento de un movimiento de derecha antiinmigratoria en Alemania se vio estimulado por el atentado prenavideño en Berlín, el que dejó un saldo de 12 muertos y a Angela Merkel políticamente contra las cuerdas.
Mientras que el primer ministro italiano, Matteo Renzi, renunció después de ser derrotado en un referendo para reformar la constitución celebrado el 4 de diciembre, abriendo así el camino a nuevas elecciones generales y, potencialmente, a un referendo sobre la permanencia de Italia en la UE.
Ese mismo día los europeístas tuvieron uno de los escasos respiros de 2016: el candidato pro-europeo Alexander Van der Bellen venció en la elección presidencial al candidato de la ultraderecha xenófoba y antieuropea, Norbert Hofer.
Pero 2017 tiene dos bombas de tiempo: las elecciones de marzo de Holanda y Francia, que para algunos penden como una espada de Damocles sobre el futuro de la Unión Europea.
"Es cierto que ya sea en Francia, Holanda o Italia primero tendría que triunfar la ultraderecha y luego esta tendría que convocar y ganar un referendo para salir de la UE. Pero la señal de cualquiera de estos países en esta dirección sería muy fuerte", advirtió Jakeman.
"Y también está Grecia que firmó en 2015 un acuerdo insostenible y que tarde o temprano dejará la UE", agregó el analista de la Unidad de Inteligencia de "The Economist".
"A falta de un plan coherente, el peligro de una crisis existencial que termine con el proyecto paneuropeo es fuerte. Y el impacto económico de la desintegración del mayor bloque comercial del mundo sería muy grande", le dijo a BBC Mundo.
Y, ciertamente, el Brexit añade incertidumbre.
Cuando el gobierno de Theresa May active el artículo 50 del tratado europea para la separación se abrirá un espacio de dos años para negociar un acuerdo.
"El gobierno británico no tiene un rumbo claro ni la infraestructura diplomática para avanzar por lo que pensamos que al cabo de dos años se necesitará un acuerdo interino", anticipa el experto.
"Pero si lo que se da es una separación total o 'Hard Brexit' el impacto será muy grande tanto en el Reino Unido como la Unión Europea", le dijo a BBC Mundo.
El enigma chino
Con tantas crisis políticas en Occidente, uno de los grandes fantasmas de 2014 y comienzos de 2015 -una posible y abrupta debacle de China- pasó a segundo plano.
Los datos, sin embargo, siguen allí. La economía china, acostumbrada a crecer al 10% anual en las últimas décadas, ha sufrido una fuerte desaceleración desde 2013.
El enfriamiento se debe en parte al cambio de un modelo exportador a otro más basado en el consumo interno y en parte al masivo programa de estímulo fiscal para salir de la crisis financiera de 2008-2009, que dejó una deuda superior al 200% del PIB.
La estimación es que en 2016 la economía creció un 6,6%, es decir un 0,3% menos que en 2015, y el nivel más bajo de expansión en 25 años.
"China puede manejar la situación, pero experimentará una fuerte caída económica que empezará en 2017 y se profundizará en 2018. Pero no descartamos la posibilidad de un aterrizaje forzoso y abrupto", señala Jakeman del EIU.
"En este caso habrá una recesión global porque China es fundamental para todo el planeta", advierte.
Y la evolución de su relación bilateral con Estados Unidos es otro de los grandes enigmas de este 2017.
Contrariando la política oficial estadounidense desde el reconocimiento de China en los 70, Trump dialogó telefónicamente con la presidenta de Taiwan Tsai Ing-Wen, provocando una dura respuesta china que el presidente electo estadounidense contestó con un Twitter desafiante:
"¿Acaso nos preguntó China si estaba bien que devaluaran su moneda con lo que afectan la competitividad de nuestras compañías, subir los impuestos en nuestros productos o tener un fuerte complejo militar en el Mar Chino?", escribió Trump.
El llamado telefónico y el Tweet apuntan a un unilateralismo a ultranza estadounidense: no la mejor receta para un escenario internacional moderadamente armónico.
¿Y América Latina?
A mediados de diciembre la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señaló en su último informe de 2016 que "tras dos años seguidos de contracción, América Latina y el Caribe tendrán en 2017 un modesto crecimiento de 1,3%", es decir, menor al 1,5% calculado previamente.
Pero incluso este moderadísimo repunte enfrenta nubarrones, como dijo a BBC Mundo desde Lima, Carlos Bedoya, director de la Red Latinoamericana por la Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd).
"Vemos un aumento de deficit fiscal, debido a los problemas económicos de la región, que se va a financiar con deuda externa", pronosticó Bedoya.
"Durante más de 10 años la deuda no nos preocupó, pero con la caída de los precios de las materias primas y el alza de las tasas de interés de la Reserva Federal se va a convertir en un factor de peso", explicó el economista.
"Todavía no es un problema grave de monto, pero sí del porcentaje que habrá que dedicarle en los presupuestos públicos, algo que afectará directamente a los sectores más vulnerables", le dijo a BBC Mundo.
El caso argentino es paradigmático, por la cantidad record de deuda que tomó el gobierno de Mauricio Macri.
Y, en este contexto, el proteccionismo de Trump está produciendo resultados paradójicos.
La posible caída del TTP dejaría en el aire a Chile, México y Perú, y le cortó las alas a los gobiernos de Argentina y Brasil que buscaban sumarse a esta iniciativa.
"China está aprovechando esta situación. En el congreso de APEC este noviembre en Lima ofreció un tratado de libre comercio a Chile, Mexico y Perú", explicó Bedoya a BBC Mundo.
Una cosa está clara: 2017 será un año muy interesante.