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Poker inédito en la Sofofa

Poker inédito en la Sofofa
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El trasfondo de la disputa entre Bernardo Larraín y Rodrigo Álvarez – que no han exhibido todas sus cartas - es otra muestra de los cambios ocurridos en el país en los últimos años. Lo que no cambia son las materias en juego: desde quiénes manejarán la Sofofa, públicamente y en las sombras, hasta qué tipo de organización gobernará los próximos dos años.

Por Paula Comandari

Aunque ha insistido en que está disponible para dirigir la Sofofa, Bernardo Larraín, presidente del directorio de Colbún, jamás ha transparentado si está dispuesto a competir abiertamente en las elecciones del 31 de mayo. No es una decisión sencilla: una eventual derrota significaría un costo para los grandes grupos económicos, muchos de los cuales están detrás de su candidatura. Entre ellos, el grupo Said, Von Appen y Luksic (al que pertecene Andrónico Luksic, vinculado a la propiedad de Canal 13). Pero lo más complicado para "Manano", como le dicen sus cercanos, es que perder tiene un costo familiar demasiado alto: el reproche de sus propios pares en contra de su familia, por la colusión en el mercado del papel tissue de CMPC.

Lo que ha intentado Larraín desde el último consejo de la Sofofa, hace dos semanas, es salir a buscar los respaldos e intentar limar asperezas con el discurso de que la colusión es un gran aprendizaje sobre la importancia de los gobiernos corporativos y mecanismos de control al interior de las empresas, algo que él mismo impulsaría desde la cabeza del ente gremial.

El problema es que son muchos los consejeros que creen que sería impresentable que él asumiera con ese flanco abierto, pues afectaría a todos los empresarios y agravaría los problemas de la reputación empresarial. Sobre todo considerado que el fallo del TDLC se conocerá en los próximos dos meses y le puede jugar en contra la sentencia por colusión que acaba de dictar la Comisión de Libre Competencia (Indecopi) en Perú. A su favor juega el hecho de ser un hombre de negocios de tomo y lomo y tener las redes y conocimientos empresariales, condimentos esenciales para un cargo como éste.

Sus adversarios en esta carrera ya han armado la artillería, avivando la candidatura de Rodrigo Álvarez, el ex ministro de Sebastián Piñera. El frente de Álvarez: no ser empresario; su cercanía con el ex mandatario y haber sido diputado UDI.  Su ventaja está en su experiencia en políticas públicas y su amplia trayectoria gremial: presidió la Asociación de Concesionarios de Obras de Infraestructura Pública y hoy es la cabeza de la Asociación de Alimentos y Bebidas. Además, fue consejero de AmCham, ha participado durante cuatro años en el comité ejecutivo de Sofofa y en su consejo general. Por último, pero no menos importante,  es un actor relevante en cuatro comités del gremio industrial: el de Impuestos, el de Responsabilidad Extendida del Productor, el de Alimentos y el de Comunicaciones. A éste último renunció hace 10 días, para no interferir con las decisiones que pudiese tomar en temas relacionados con las próximas elecciones.

Alvarez también ha sido cauteloso a la hora de trasparentar su candidatura.  “No está dispuesto a correr la misma suerte que en noviembre, cuando se lanzó de candidato y no había suficiente agua en la piscina”, dice uno de sus cercanos, quien asegura que ya se ganó el respaldo del grupo Angelini y destacados profesionales, como el abogado Fernando Barros.  Pero, como conoce bien el juego político, sabe que los empresarios pueden darle privadamente sus votos, y luego en la papeleta elegir a su contendor, tal como le sucedió al empresario Andrés Navarro en las elecciones pasadas.

El duelo Matte versus Alvarez, en todo caso, es inédito en el mundo empresarial, y habla de cómo Chile ha ido cambiando en los últimos años. Varios consejeros confiesan que hace pocos años nadie habría salido a desafiar la candidatura de un integrante del grupo Matte, dada la trayectoria y el poder del grupo.

Hoy aunque no son muchos los que se atreven a reconocer públicamente que Larraín no es su candidato, sí lo hacen en reuniones privadas. Quien salió a decirlo públicamente fue Gonzalo Bofill, propietario del Grupo Carozzi,  quien no integra el Consejo de la Sofofa.

En la vereda de enfrente han tenido que hacer una ofensiva y salir a buscar votos a través de la prensa: eso es lo que hicieron Juan Claro, Alfonso Swett, Patricio Jottar y Richard von Appen para respaldar a Larraín, y contrarrestar la arremetida de Bofill, a la que los empresarios están poco acostumbrados. “Hay una sobredosis comunicacional. Los conflictos se resuelven en casa”, dice un consejero.

El trauma de la última elección en Sofofa, cuando compitió Navarro, sigue penando en los pasillos del ente industrial. No quieren repetir una campaña agresiva como la de entonces, y temen que el actual escenario esté llevando las cosas hacia ese mismo lugar. Por eso en los últimos días se ha impulsado la idea de crear una lista unitaria, para que Larraín y Álvarez lleguen a un acuerdo. “Dos años para uno, dos años para otro; o que uno sea el presidente y otro el vicepresidente”, dice un empresario. Un escenario que, en todo caso, cercanos a los candidatos descartan de plano.

Así las cosas, lo más probable es que haya una disputa entre ambos personeros, si bien algunos consejeros insisten que podría aparecer un tercer nombre en los próximos días. El tema al final es si los grandes grupos económicos van a lograr recuperar –y manejar– la Sofofa los próximos dos años, o bien se abrirá un nuevo espacio para jugadores fuera del establishment.

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