No hay duda del regocijo del gobierno chino ante los planes del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para sus primeros 100 días en la Casa Blanca.
En un video difundido en internet, el republicano anunció que retirará a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP, por sus siglas en inglés); un tratado firmado en febrero por 12 países que, juntos, representan el 40% de la economía mundial, pero que todavía no ha sido ratificado.
"(El TPP) un desastre potencial para nuestro país", dijo Trump en el mensaje en video. "En cambio, negociaremos acuerdos comerciales bilaterales que generen empleos e industria en EE.UU. otra vez", agregó.
Durante años, Pekín escuchó decir a la administración del demócrata Barack Obama, el antecesor de Trump, que el acuerdo era una manera de formalizar el liderazgo estadounidense en Asia.
China no está incluida en el trato y Obama hizo todo lo posible para recordar que eso no era casualidad.
Y es que de acuerdo con sus defensores, el TPP permite a EE.UU. - y no a países como China- escribir las reglas en el siglo XXI, algo especialmente importante en una región tan dinámica como la de Asia-Pacífico.
Pero no sólo se trataba de las reglas para el comercio. El TPP era una parte esencial del "eje estratégico" en Asia de la administración Obama.
En ese sentido, el secretario de Defensa Ash Carter dijo que, además de impulsar las exportaciones de EE.UU., el TPP fortalecería las relaciones clave de Washington en Asia y el Pacífico, remarcaría su compromiso en la región y promovería los valores estadounidenses.
"Que se apruebe el TPP es para mí tan importante como otro portaaviones", insistió.
"Brazo económico de la estrategia geopolítica"
No es de extrañar entonces que Pekín considere el "eje estratégico" de EE.UU. en Asia en general, y el TPP en particular, un plan poco disimulado para frenar la potencia de crecimiento de China.
Justamente este fin de semana la agencia oficial de noticas china Xinhua describió el acuerdo como el "brazo económico de la estrategia geopolítica de la administración Obama para garantizar el dominio de Washington en la región".
Pero Trump ganó las elecciones del 8 de noviembre en parte por el resurgimiento de la hostilidad de los votantes hacia los acuerdos comerciales y la globalización.
Así que aquellos que votaron por él verán el anuncio de la retirada de EE.UU. del TPP como una promesa de campaña cumplida. Eso es democracia.
Pero una nación también hace promesas internacionales.
El tratado que Trump está dejando de lado es el mismo que su predecesor firmó y convenció a sus aliados que firmaran.
Ahora Pekín animará a los gobiernos asiáticos a comparar la fiabilidad de las promesas chinas y la de las estadounidenses.
Estados Unidos es un poder en Asia cuando quiere, pero China es el poder que permanece, dirá Pekín.
Tal como el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, advirtió sin rodeos durante una visita oficial a Washington en agosto, el TPP puso "la reputación de EE.UU. en juego" ante sus socios en la región.
"Cada uno de ellos ha tenido que superar alguna objeción en casa y pagar un coste político para poder firmar este acuerdo", dijo Lee.
"Así que, si al final la novia no llega al altar, creo que la gente se sentirá muy dolida".
"La hora de las asociaciones sólidas"
Pero ahora los diplomáticos estadounidenses no lo van a poder tener todo en Asia.
Y es que, después de haber asegurado que apoyar el TPP era impulsar el liderazgo de EE.UU. en la región, la conclusión obvia es que al dejar el acuerdo de lado se está minando ese posible liderazgo.
Así que ahora, ante esa percepción de vacío de liderazgo, China está lista para ocuparlo.
De hecho, durante la reunión anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), celebrado el fin de semana pasado en Lima, el presidente chino Xi Jinping les dijo a los líderes congregados que "ya es hora de asociaciones sólidas, soluciones con las que todos salgan ganando e iniciativas estratégicas".
China, por lo tanto, no se cerrará al mundo, sino que se abrirá más.
Los funcionarios que viajaban con Xi no perdieron el tiempo y volvieron a poner sobre la mesa acuerdos comerciales menos ambiciosos que incluyen a Pekín: la Asociación Económica Integral Regional (RCEP en inglés) y el Área de Libre Comercio de Asia y el Pacífico" (FTAAP).
Todos esos movimientos forman el contexto de "Un cinturón, un camino", un ambicioso y multimillonario plan con el que China pretende expandir sus inversiones, exportaciones e influencia a lo largo y ancho de Asia.
Y con ese objetivo ha propuesto la creación de instituciones financieras como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (Asian Infrastructure Investment Bank o AIIB).
Más incertidumbre
Así, en el juego de suma cero -cuando la ganancia o pérdida de un participante se equilibra con exactitud con las pérdidas o ganancias de los otros participantes- del poder en Asia, la retirada de EE.UU. del TPP beneficia al interés estratégico de China.
Y no lo hace sólo por la pérdida de un acuerdo comercial respaldado por Estados Unidos, ni porque éste ha perdido un pilar de su eje estratégico en Asia.
El anuncio de la retirada del TPP no hace más que aumentar la incertidumbre ante las intenciones de EE.UU. bajo la administración de Trump.
¿Sigue EE.UU. teniendo intención de defender un sistema basado en reglas justas e inclusivas?
¿O el "poner a Estados Unidos primero" de Trump significa reemplazar el compromiso por un internacionalismo cooperativo por una interpretación más cerrada del interés nacional de EE.UU., basada en la competencia?
Si la decisión para con el TPP tiene que ver con la segunda opción, los aliados de EE.UU. en Asia esperarán ahora los pronunciamientos de Trump sobre seguridad con un malestar aún mayor.
En pocas palabras, ¿se puede todavía confiar en que EE.UU. vendrá al rescate de sus aliados en Asia si estos son intimidados o amenazados por China?
Sea cual sea la respuesta, el simple hecho de que los aliados de EE.UU. ya empezaron a hacer preguntas al respecto es una buena noticia para China.
Además, puede que las ganancias de China tengan que ver más aún con lo que Trump calla que con lo que dice.
Y es que, cuando anunció sus planes para los primeros 100 días en la Casa Blanca, el presidente electo no hizo mención a otras promesas de campaña, como la de catalogar a China como "manipulador de divisas" y como castigo establecer tarifas especiales a los productos chinos.
El silencio sobre este tema y un funeral para el TPP: grandes noticias para China.