El plan que podría llevar a Rassmuss al directorio de CAP
Antes de su muerte en marzo de este año, el reconocido accionista de CAP, Juan Rassmuss, soñó durante mucho tiempo en alcanzar un mayor poder en la acerera. Pese a que lo intentó varias veces, sumó varias discordias públicas con el emblemático presidente de la firma, Roberto de Andraca, quien representando a un pool importante de accionistas minoritarios frenó el ímpetu controlador del empresario peruano en varias oportunidades, incluso alcanzando un acuerdo con la japonesa Mitsubishi, que en 2010 entró a la propiedad de la compañía con cerca del 20%.
Lamentándose, Rassmuss Echecopar —ingeniero de minas de profesión— finalmente terminó vendiendo el 4% de participación directa que manejaba en CAP, y que gracias a un acuerdo con De Andraca le permitía acceder a un sillón en la acerera. Se replegó así en el 38,67% que mantenía en Invercap, el holding que es dueño del 31,32% de las acciones de CAP, con la esperanza de intentar desde allí hacerle el peso a De Andraca y el resto de los minoritarios. Pero la situación era tanto más difícil, pues entre estos últimos lograron agrupar poco más del 55% de los accionistas manejando el nombramiento de directores y con ello las decisiones.
“Al final se convenció que no podía y en el camino se enfermó”, describe un conocedor de las conversaciones que mantuvo junto a su abogado de siempre, Fernando Harambillet, que hoy sigue manejando la representación de la familia. Finalmente Rassmuss falleció a comienzos de marzo último.
Fallida venta e intento por retornar al directorio
Pero antes de su muerte, a través de Harambillet, Rassmuss Echecopar retomó las relaciones con De Andraca y le pidió un acuerdo para retomar un asiento en CAP. La respuesta, según cercanos a esa conversación, fue que lo analizarían, pero no alcanzaron a darle una respuesta.
El 38,67% de participación de Rassmuss en Invercap le daba opción de elegir tres directores en esa sociedad, pero los otros cuatro son designados por la contraparte que agrupa De Andraca, y son los que deciden a la hora de elegir a los tres directores que pone Invercap en CAP, como accionista mayoritario. Desde luego, ninguno viene de las filas de Rassmuss, por lo que en la práctica, su participación aunque es la mayoritaria, no le permite incidir mucho. Por eso mismo es que su intento por vender esa participación también falló. Negoció con empresas chinas y árabes, pero finalmente no pudo venderles.
En semanas recientes, se ha especulado en versiones de prensa respecto a que su hijo Juan Rassmuss Raier —ingeniero industrial de la Universidad Católica— tendría interés en continuar elevando su participación en Invercap, lo que él prefirió no comentar tras ser consultado. Pero ejecutivos de CAP describen en privado que al margen de esa intención, lo que se está buscando en el directorio es ofrecerle una salida para concretar su llegada al directorio de CAP, como buscaba su padre.
La fórmula que se baraja es por medio de un acuerdo de fusión entre CAP e Invercap. De prosperar la idea, que será sometida a decisión en el directorio en los próximos meses y luego a las respectivas juntas de accionistas, dejaría a Rassmuss con alrededor de un 10% de la empresa fusionada, lo que le daría derecho a designar directamente un director, sillón que debería ocupar Harambillet.
Este último continúa siendo el representante de la familia en los negocios que mantienen en el país. Además de CAP, participan en la Compañía Explotadora de Minas, Cemin. Cercanos a Rassmuss Raier, cuentan que pese a tener la nacionalidad chilena, permanece poco en el país, principalmente porque su familia radica en Inglaterra, pero además porque maneja otras inversiones en distintos países de la región, como Paraguay.
Un sillón en la nueva CAP, donde pueda ubicar a un representante le da mucho más movilidad, pero también, mejora el valor de su inversión y la hace más atractiva a eventuales interesados en el futuro.