“El diseño acá en Chile hace 30 años era para gente que tenía dinero. Nosotros nos propusimos que el diseño teníamos que hacerlo al alcance de todos”. La frase dicha en una intervención en Instagram, es de Mauricio Russo, el empresario forjador de Casaideas, quien esta semana falleció.
Fueron innumerables las veces que contó su historia empresarial, retratada también en otra publicación contenida en un video en la página institución de SouthLight Capital -el fondo socio de Casaideas-, en que Russo explica cómo la emblemática firma de diseño nació de una crisis en su negocio original, cuando el mercado de quienes producían en Chile se empezó a desmoronar porque no podían competir con los productos chinos.
“Nos damos cuenta de que la venta de cosas para la casa a buen precio funcionaba bien. Queríamos romper el paradigma de que lo bueno era caro”, resumió.
En esta historia de emprendimiento, quien casi nunca ha hablado, es su socia histórica, Claudia Venegas, quien este martes rompió su bajo perfil para homenajear a Russo en su despedida.
“Mi mejor amigo, con quien hace 30 años caminamos en esta bella, larga y loca aventura que ha sido nuestro proyecto, que a veces incluso llamamos nuestro hijo, que era Casaideas”, dijo Venegas, quien describió a su partner como un soñador, “un loco lindo”, visionario, a quien las ideas se le atolondraban en la cabeza.
“Era capaz de tener un millón a la vez. Entraba a una reunión, nos dejaba a todos inspirados y a veces un poco desfigurados. El personaje que lo representaba era el demonio de Tasmania. Los que lo conocieron, saben por qué”, dijo Venegas, quien resumió: “Todo era poco: Casaideas All Around the World. A veces nos lo comimos y a veces nos atragantamos, pero seguimos adelante”, describió Venegas, destacando también la generosidad de Russo a la hora de ayudar a otros emprendedores.
“Disfrutaba entregando lo que sabía, dando consejos a nuevos emprendedores y mirando cada uno de esos proyectos como si fueran de él (…) Teníamos tanto por hacer. A pesar de que tengo una pena profunda, que no sé cómo voy a manejar, fui afortunada. Nos regalaron una profunda y única relación. Te quiero mucho”, cerró Venegas.
Hijo de Biñamin Russo, Mauricio Russo Calderón era primo hermano -por lado paterno-, de otro Mauricio Russo, de apellido materno Camhi, que fue gerente de Metrogas, dedicado hoy al arte cinético, y quien trabajó en otras épocas con Russo Calderón en la antigua tienda Distexsa, que fue un negocio antecesor de Casaideas.
Las coincidencias entre las dos ramas familiares son varias -cuenta un cercano- pues ambas madres se llamaban Sara, ambas quisieron ponerles a sus respectivos hijos Mauricio, y hubo un acuerdo de que el que naciera primero se llamaría así. Y aunque Mauricio Russo Camhi es tres meses mayor, Mauricio Russo Calderón igual llevó ese nombre.
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La madre de este último, sin embargo, falleció joven, por lo que siendo muy pequeño aún, Russo Calderón se crió muy cercano a su primo de homónimo nombre. Tanto que entre ellos para los cumpleaños se preguntaban ¿primo hermano o hermano primo? Además Russo Calderón creció muy cercano a la hermana de su madre, Raquel, quien también tuvo un rol materno para el empresario.
Amante del sol, los veranos en Rapel, y miembro del grupo Cuadrilla Escorpión, de la Escuela de Aviación, Russo Calderón también se acercó al arte en otra de sus facetas menos conocidas, incursionando en la pintura en abstracto con técnicas en acrílico, fruto de la enseñanza que le dio una persona en agradecimiento al aporte de Russo, pues sin conocerse previamente, aceptó un contacto por redes sociales para aportar con productos de Casaideas (frazadas, cojines, etc) para el hospital Calvo Mackenna, y hacer más llevadera la vida de los niños con cáncer.
En el plano de los negocios, personas cercanas a Mauricio Russo cuentan que uno de los últimos anhelos del empresario era agilizar aún más la expansión, por lo que incluso alcanzó a conversar informalmente con cercanos cómo obtener un financiamiento. Asimismo, había incorporado a sus hijos a reuniones de comité y directorios, como suplentes, para que fueran aprendiendo del negocio.