El consumo de los chilenos no logra tomar vuelo, y en el primer bimestre del año (enero-febrero) las ventas de los comercios minoristas de la Región Metropolitana marcó una baja de 2,8%, por debajo de la caída de 1,1% experimentada en igual período de 2018, según el indicador que elabora mensualmente el Departamento de Estudios de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo (CNC).
¿A qué se debe? El estudio apunta que son varios los factores que han marcado esta debilidad del sector, por un lado, el mercado laboral que "se mantiene débil, donde se ha visto en los últimos meses un aumento de los cuenta propia, junto a un menor crecimiento en los asalariados del sector privado", explicó Bernardita Silva, gerente de Estudios CNC.
Además el comportamiento de los ocupados, junto un alza anual en las remuneraciones reales que aún se mantiene por debajo de lo registrado hace un año, "lo que ha hecho que el crecimiento de la masa salarial aun no logre despegar, manteniendo una tendencia plana en los últimos períodos, y más bien decreciente si miramos solo el comportamiento de la masa salarial de los asalariados", agregó.
"Por último, también afectó al sector la menor llegada de argentinos este verano, donde según cifras de Sernatur solo en enero entraron un 48% menos que en igual mes de 2018 lo que implicó 253.000 argentinos menos, resintiendo también al comercio minorista", dijo Silva.
En detalle estos resultados muestran que las ventas cayeron un 2,7% en enero, mientras que en febrero evidenciaron una baja real anual de 3%.
Al analizar los trimestres móviles se registra una baja de 1,8% en el período diciembre-febrero, en línea con el período anterior.
Para la Cámara, la actividad del comercio minorista en la RM, en términos de locales equivalentes, mostró durante enero y febrero de 2019 negativos resultados, en línea con la debilidad del retail evidenciada a fines de 2018.
Por otro lado, está el pesimismo de los consumidores, donde según el índice de confianza de GFK Adimark este alcanzó en febrero 46,3 puntos marcando así seis meses en terreno pesimista, donde la gente muestra estar más preocupada por la situación del país y un eventual mayor desempleo, más que por la situación personal, lo que podría llevar a pensar que sus restricciones de consumo están más asociadas a una inseguridad futura respecto al bienestar del país.