T-MEC: en qué consiste el nuevo acuerdo comercial de América del Norte (y qué cambia para México)
Donald Trump ha dicho que será "el mejor y más importante acuerdo comercial hecho nunca por Estados Unidos".
Se le conoce como T-MEC (Tratado México-Estados Unidos-Canadá) y cuando entre en vigor -previsiblemente el año que viene- servirá para sustituir al viejo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en cumplimiento desde 1994.
El nuevo acuerdo fue anunciado originalmente por estos tres gobiernos en octubre de 2018 pero no fue hasta este martes cuando consiguió la luz verde por parte del Partido Demócrata de Estados Unidos, lo que garantiza su aprobación en el Congreso de ese país.
La presidenta del Legislativo estadounidense, la líder demócrata Nancy Pelosi, anunció su visto bueno tras acordar con la Casa Blanca una serie de cambios y ajustes al pacto al que llegaron los tres gobiernos el año pasado.
"No hay dudas, por supuesto, de que este acuerdo comercial es mucho mejor que el TLCAN, pero es infinitamente mejor que lo que inicialmente había sido propuesto por el gobierno", señaló Pelosi.
Los demócratas, que controlan la Cámara de Representantes, querían lograr modificaciones para fortalecer las normas laborales y de protección ambiental, así como asegurar mayor flexibilidad en las reglas que rigen el precio de los medicamentos.
Tras el anuncio de Pelosi, los representantes de los tres países se reunieron al mediodía de este martes en México para estampar su firma sobre el acuerdo, que se espera que sea ratificado por los tres parlamentos en cuestión de semanas.
A la firma, realizada en el Palacio Nacional de México con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), como testigo, acudieron la viceprimera ministra de Canadá, Chrystia Freeland; el representante de Comercio Exterior de EE.UU., Robert Lighthizer; el asesor y yerno de Trump, Jared Kushner; y el subsecretario mexicano para América del Norte, Jesús Seade.
AMLO dijo que el acuerdo traerá mayores inversiones para los tres países, al tiempo que respeta sus soberanías.
Se espera que el Congreso de México, el único que había ratificado el acuerdo alcanzado en octubre de 2018, vote en los próximos días sobre las modificaciones más recientes, mientras que Estados Unidos y Canadá está previsto que lo hagan el año próximo.
El presidente del Senado de EE.UU., Mitch McConnell, dijo este martes que no cree que el TMEC pueda ser votado antes del receso por las fiestas decembrinas, por lo que probablemente será considerado por esa cámara en enero.
Canadá hasta ahora estaba a la espera de que EE.UU. avanzara con el proceso de ratificación legislativa para hacerlo en paralelo.
Aún quedan por publicarse detalles de lo acordado, pero a continuación recogemos algunos datos del pacto publicados hasta el momento y cómo puede afectar a México.
Industria automotriz
El cambio en las reglas comerciales en América del Norte fue una de las promesas de Trump durante la campaña electoral de 2016, cuando el entonces candidato calificó el TLCAN como el peor acuerdo comercial de la historia de Estados Unidos.
Tras su llegada a la Casa Blanca, sin embargo, se consideraba que las posibilidades de éxito en la renegociación del acuerdo eran muy remotas, algo que recordó este martes durante la firma el canciller de México, Marcelo Ebrard.
Entre los cambios destacados del nuevo acuerdo y ya anunciados en 2018, se incluye el establecimiento de un cupo de 2,6 millones de vehículos exportados a Estados Unidos en el caso de que Trump imponga aranceles de autos globales de un 25% por motivos de seguridad nacional.
La cuota permitiría un crecimiento significativo en las exportaciones de automóviles libres de aranceles desde Canadá por encima de los niveles actuales de producción de alrededor de 2 millones de unidades, según Reuters.
Como contraparte, para ser exportado sin aranceles, se requerirá que el 75% del vehículo haya sido producido en alguno de los tres países (el TLCAN exige el 62,5%). Se trata del único tratado a nivel mundial que fija reglas de origen para vehículos, subraya la agencia EFE.
Además, el 40 % del costo del vehículo deberá provenir de plantas que paguen salarios de US$16 la hora, con lo que Estados Unidos busca evitar la deslocalización de fábricas a zonas de bajo coste en México.
Está previsto que la vigencia del nuevo acuerdo, que se espera sustente un comercio anual de US$1,2 billones, se extienda por 16 años, aunque con revisiones cada seis.
Derecho de los trabajadores
Otros destacados cambios llegaron con las negociaciones de última hora.
El liderazgo demócrata en Estados Unidos había insistido en hacer cambios al acuerdo logrado en 2018 con miras a fortalecer las normas laborales y ambientales.
A las empresas y a los sindicatos estadounidenses les preocupaba encontrarse en desventaja ante la posibilidad de que en México se apliquen reglas más laxas en estos campos o que estas se incumplan.
Por ello, las negociaciones recientes entre los legisladores demócratas, la Casa Blanca y México derivaron en normas más estrictas sobre los derechos de los trabajadores, destinadas a reducir la ventaja mexicana de bajos salarios, incluida la verificación del cumplimiento de normas en fábricas.
Para reducir estas preocupaciones, México aumentó recientemente el salario mínimo y aprobó leyes que le dan más poder a los sindicatos y a los trabajadores.
En las discusiones recientes, Estados Unidos proponía que se realizaran inspecciones laborales en las fábricas o negocios mexicanos, algo a lo que se opuso el gobierno de AMLO.
La solución de compromiso que se consiguió fue establecer mecanismos para forzar la aplicación de las obligaciones laborales del acuerdo, junto con la verificación de su cumplimiento por parte de expertos laborales independientes, según un informe publicado este martes por el Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes.
No obstante, el subsecretario y negociador comercial de México para América del Norte, Jesús Seade, subrayó en Twitter que no habrá "inspectores" laborales sino paneles, algo "normal en acuerdos comerciales", defendió.
Los "agregados laborales" tendrán su sede en México y proporcionarán información "in situ" acerca de las prácticas laborales de México, dice el documento de la Cámara de Representantes citado por la agencia Reuters.
La principal federación sindical de Estados Unidos, AFL-CIO, calificó como una "vasta mejora" los cambios introducidos sobre el acuerdo del año pasado.
"Por primera vez, habrá estándares laborales de cumplimiento realmente obligatorio", dijo Richard Trumka, el presidente de esa organización.
Acero y biomedicinas
Otro cambio introducido a última hora por Estados Unidos significó el adoptar una definición más estricta de acero y aluminio en las reglas de origen automotriz para evitar, por ejemplo, que México incorpore como propias estas materias primas procedentes de China u otros países.
México aceptó el compromiso de aumentar el contenido regional de acero y aluminio pero fijando una moratoria de 7 años y 10 años, respectivamente.
Las exigencias de los demócratas de EE.UU. también lograron la eliminación de una norma que establecía un plazo de 10 años de exclusividad para la producción de biomedicinas, lo que impediría el surgimiento de competidores de bajo coste.
Esta cláusula, que según sus críticos solamente beneficiaba a las grandes farmacéuticas, fue eliminada.
El gobierno de México celebró esta decisión, pues la norma local actual establece ese periodo de exclusividad por solamente 5 años, lo que permite una introducción más rápida de versiones genéricas del mismo medicamento y, por tanto, el abaratamiento de los precios.
Al hacer un balance sobre lo alcanzado en las negociaciones, Jesús Seade destacó que con el T-MEC se alcanzaron resultados "razonables", "buenos o muy buenos para México".
Sus contrapartes de Canadá y Estados Unidos también coincidieron en alabar los resultados de las negociaciones.
Sin embargo, no todo el mundo está tan seguro de que el acuerdo vaya a resultar un gran éxito.
Will Grant, corresponsal de la BBC en México, señala que la prensa en ese país ha visto al T-MEC como una suerte de TLCAN vestido con un lenguaje distinto.
"Muchos [en México] son indiferentes o no saben exactamente lo que el nuevo acuerdo significará para ellos", afirma.
"Tendrán que esperar hasta que entre en vigor el próximo año para ver si tiene un impacto significativo en sus trabajos, para bien o para mal", concluye.