No hay mucha gente que llore de pena cuando un banquero pierde su empleo.
La pasada semana, en el marco de un plan más amplio de reestructuración, la división de banca de inversión de Deutsche Bank decidió cerrar sus mesas de operaciones en bolsa y despedir a miles de trabajadores en los equipos de renta variable de sus oficinas en todo el mundo.
Tuvieron que abandonar sus escritorios en cuestión de horas.
Las mujeres y hombres despedidos ese día habían trabajado en uno de los bancos de inversión más grandes del mundo.
Pero algunos empleados de la multinacional alemana se habían vuelto impopulares en los últimos años.
En abril de 2015, el banco fue sancionado con una multa récord de US$2.500 millones por manipular el Libor, la tasa de interés utilizada para operaciones entre bancos. También fue condenado a despedir a siete empleados y acusado de obstruir a los reguladores en esa investigación.
Los ejemplos de arrogancia y la mala conducta abundan.
Tres años antes de esta histórica condena, hubo informes de que un miembro del personal de Deutsche Bank había sido suspendido por presuntamente agitar un billete de 10 libras en las ventanas de la oficina de Londres.
Lo hizo presuntamente como burla a los médicos y enfermeras que protestaban en una marcha contra los recortes en el sistema de sanidad de Reino Unido.
Durante la crisis financiera de 2008, muchos gobiernos tuvieron que inyectar dinero público en distintos bancos, lo que se tradujo, en la práctica, en menos presupuesto para otras dotaciones ciudadanas como salud, educación o seguridad pública.
"Fue humillante"
Pero ahora la reestructuración, los despidos y los sacrificios han vuelto a aparecer, tal y como ocurre aproximadamente cada década en la industria bancaria.
Así fue en 1987-1989, luego durante el auge y la caída de las puntocom (las empresas vinculadas a Internet) en 1999 y 2000, luego en la crisis financiera y ahora, para algunos, en 2019.
Con los años ha cambiado la forma en que los banqueros son despedidos.
Peter Hahn, profesor de banca en el Instituto de Banca y Finanzas de Londres, trabajó para dos de los bancos más grandes de Estados Unidos durante la década de los ochenta.
A lo largo de su carrera fue testigo de despidos masivos como el que llevó a cabo Deutsche Bank.
En su firma, recuerda haber llegado al trabajo un lunes por la mañana y haber visto a sus compañeros expulsados según llegaban a la oficina.
Les cortaron las tarjetas de identificación y se les ordenó que salieran del edificio en un plazo máximo de dos horas.
"Fue humillante. Ocurrió dos semanas antes de Navidad. Cuando sucedió, el 25% del personal fue despedido y recibieron dos semanas de paga por cada año que trabajaron allí. Días después de esto, los que se quedaron recibieron sus bonos", dijo Hahn.
¿Qué es lo siguiente?
¿Y adónde va un banquero despedido? La respuesta obvia es seguir en la industria.
Pero para esta generación, eso podría no ser tan fácil.
Los operadores despedidos por el banco alemán se encuentran entre los más capacitados de la industria.
Pero a diferencia de los analistas y managers, las suyas no son habilidades fácilmente transferibles.
Y el mercado está saturado.
Logan Naidu, fundador y director ejecutivo de la consultora de contratación Dartmouth Partners, no cree que el mercado sea lo suficientemente grande como para absorber todos esos trabajadores despedidos por Deutsche.
Y señaló que en un mercado con exceso de oferta, es probable que el personal de Deutsche no pueda pedir los salarios al que estaban acostumbrados, que en general, eran altos.
Sólo los más valientes
Sarah Butcher, editora de la web dedicada a los profesionales de la banca eFinancialCareers, dice: "El primer año después de la universidad, las nuevas contrataciones pueden ganar US$93.000 en compensación total".
"Seis años más tarde, cuando llegan a la categoría de asociados, pueden esperar ganar US$282.000".
"A los 32 años, en categoría de vicepresidente de tercer año, deberían ganar US$547.000 entre el salario y los bonos".
Pero Butcher tiene una advertencia para quienes sueñan con trabajar en esta industria: "Nada más empezar trabajarás durante semanas de más de 80 horas, noches hasta muy tarde y algunos fines de semana".
"Segundo, solo los valientes sobreviven".
"No es inusual que al menos el 50% de analistas, a menudo más, deje su puesto cuando llega al nivel de asociado".
"Entrar en un banco es difícil. Llegar a estos niveles de salario lo es aún más".
Agenda de contactos
Pero estos exempleados de Deutsche tienen algo de su lado: los contactos.
Hahn cuenta la historia de un exalumno que, después de años trabajando en un importante banco de Estados Unidos, llegó una mañana al trabajo para encontrarse con que le habían despedido.
Le reclamaron su pase de acceso y le dieron hasta las 10 de la mañana para abandonar su escritorio.
Tenía agendada una cita con un cliente esa misma tarde en Ginebra.
"Como tenía el boleto de avión y la reserva del hotel, decidió ir de todos modos. Sólo tenía que pagar el taxi desde el aeropuerto", cuenta Hahn.
"Fue a Ginebra, vio al cliente, le agradeció los años trabajando juntos y le explicó que ya no podía representar al banco. Entonces, el cliente le ofreció un trabajo al que debía incorporarse de inmediato".
Muy competitivo
Lo cierto es que no hay escasez de nuevos profesionales para esta industria. El año pasado, Goldman Sachs recibió 100.000 solicitudes para 500 puestos en su programa de capacitación.
Marcus (no es su nombre real) tiene 25 años y trabaja como analista en un importante banco de inversión de Estados Unidos.
Trabaja de 13 a 14 horas al día y está muy contento de hacerlo. Ya no trabaja tantas horas como cuando llegó y tenía que demostrar su valía.
"El número de personas que desea ingresar a la industria es más alto que nunca. Pero la diferencia con lo que sucedía hace unos años es que los graduados universitarios, si quieren ganar mucho dinero, tienen más opciones".
"Pueden decantarse por la industria tecnológica o iniciar empresas nuevas, que ofrecen un mejor estilo de vida, así como una carrera más emocionante".
Una nueva generación
Naidu está de acuerdo con él y agregó que incluso en los cinco primeros años, muchos profesionales de la industria bancaria ya piensan en cambiarse a empleos con más glamour.
"Esta nueva generación, los millennials y la Generación Z, no están tan preocupados por ganar dinero o al menos eso parece".
"Esto podría cambiar a medida que se vayan haciendo mayores, pero en este momento, están más preparados para buscar en otra parte y asumir riesgos sobre los salarios", dice Naidu.
Marcus añade: "Estoy muy contento con mi trabajo y no me veo cambiándome. Tampoco puedo decir con seguridad que siempre trabajaré aquí, porque nunca se sabe lo que podría ocurrir".
Marcus estará bien preparado para cualquier "cambio".
Hahn cree que trabajar cuando eres joven en la industria bancaria te prepara para cualquier tipo de carrera.