Qué son los fondos índice y por qué los recomienda Warren Buffett, el inversor más exitoso del mundo
¿Cuál es la mejor inversión financiera del mundo?
Si hay alguien que tiene la respuesta, ese es Warren Buffett.
Buffett es el inversor más rico del mundo y una de las personas más acaudaladas del planeta.
Tiene una fortuna de miles de millones de dólares, acumulada durante décadas de brillantes inversiones.
¿Cuál es su consejo?
Lo escribió en una carta que envió a su esposa, asesorándola sobre cómo invertir tras su muerte.
La misiva fue publicada en internet para que todos la lean.
Sus instrucciones: elegir la inversión más mediocre que puedan imaginar. Poner casi todo el dinero en un "fondo índice S&P 500 de muy bajo costo".
Sí. Un fondo índice o indexado.
Un poco de todo
Estos fondos son mediocres por definición: monitorean pasivamente todo el mercado comprando un poco de todo en vez de tratar de vencer al mercado haciendo elecciones ingeniosas.
El tipo de elecciones ingeniosas que Warren Buffett mismo ha estado haciendo por más de medio siglo.
Los fondos índice ahora parecen completamente naturales, parte del lenguaje mismo de la inversión.
Pero hace no tanto (1976), ni siquiera existían.
Antes de poder tener un fondo indexado hay que tener un índice.
En 1884 un periodista financiero llamado Charles Dow tuvo la brillante idea de medir el precio de algunas de las acciones de empresas famosas y sacar un promedio.
Luego, publicar cuando ese promedio sube y baja.
Terminó, no sólo fundando la empresa Dow Jones, sino también el diario The Wall Street Journal.
El Promedio Industrial Dow Jones no tenía mayor pretensión que monitorear cómo les estaba yendo a las acciones como un todo.
Pero gracias a Charles Dow, los expertos ahora podían hablar de un mercado de valores que ascendía un 2,3% o caía 114 puntos.
Le siguieron índices más sofisticados: el Nikkei, el Hang Seng, el Nasdaq, el FTSE y el afamado S&P 500 (índice Standard & Poor´s 500).
Rápidamente se convirtieron en las estrellas del periodismo financiero en todo el mundo.
Luego, en el otoño de 1974, el economista más famoso del mundo en ese momento se interesó por el asunto.
Se llamaba Paul Samuelson.
Había revolucionado la forma en que se practicaba y enseñaba Economía, haciéndola más matemática, más como ingeniería y menos como un club de debate.
Su libro "Economía" fue el manual más vendido sobre cualquier tema en Estados Unidos durante 30 años.
Fue asesor del presidente John F. Kennedy y ganó el premio Nobel de Economía en 1970.
Samuelson ya había comprobado la idea más importante en economía financiera: que si los inversores estaban pensando de manera racional sobre el futuro, el precio de activos como acciones y bonos debería fluctuar de manera aleatoria.
Eso suena paradójico pero funciona así: si muchas personas compran una acción porque es una ganga, eso hará que el precio suba y ya no será una ganga.
A esa idea se la conoce como la hipótesis de los mercados eficientes.
¿Suerte o habilidad?
Es probable que no sea cierta; los inversores no son perfectamente racionales y a algunos les importa más cubrir su propia retaguardia que tomar riesgos bien pensados.
Pero la hipótesis de los mercados eficientes tiene algo de verdad. Y mientras más cierta sea, más difícil será que alguien le gane al mercado de valores.
Samuelson analizó la información y descubrió -para bochorno del sector de la inversión- que efectivamente, a la larga, la mayoría de los inversores profesionales no le ganaba al mercado.
Y si bien algunos sí lo hacían, el éxito no duraba.
Hay mucha suerte involucrada y es difícil distinguir entre la suerte y la habilidad.
Samuelson escribió sobre esto en un artículo llamado "Desafío al juicio", en el que sugirió que la mayoría de los inversores profesionales debería renunciar y dedicarse a algo más útil, como la plomería.
Y fue un paso más allá: dijo que, ya que los inversores profesionales no parecían poder vencer al mercado, alguien debería crear un fondo índice.
Una manera para que el ciudadano común pudiera invertir en el mercado mismo, sin tener que pagarle una fortuna a un profesional de un fondo para que intente infructuosamente ser ingenioso.
Una cachetada a los inversores
En ese momento pasó algo interesante: un empresario muy pragmático le prestó atención a algo que había escrito un académico de la Economía.
John Bogle acababa de fundar una empresa llamada Vanguard, cuya misión era ofrecer simples fondos mutuales de inversión para inversores comunes: sin vueltas, nada complicado, a bajo costo.
¿Qué podía ser más sencillo y barato que un fondo índice, recomendado por uno de los economistas más respetados del mundo?
Fue así como Bogle decidió cumplir con el deseo de Paul Samuelson.
Creó que el primer fondo índice y esperó a que llegaran los inversores.
No vinieron.
El Primer Fondo de Inversiones Índice que creó en 1976 fracasó.
A los inversores no les interesaba un fondo que estaba garantizado que sería mediocre.
Los financieros odiaron la idea. Algunos hasta lo consideraron antiestadounidense.
Ciertamente, era un cachetada en sus caras. Bogle estaba diciendo "no les pagues a estos tipos para elegir acciones porque no serán mejores que elegir al azar".
"Yo tampoco lo soy, pero al menos cobro poco".
La gente llamó al fondo índice de Vanguard "el disparate de Bogle".
Pero Bogle no perdió la esperanza y, poco a poco, la gente comenzó a interesarse.
Después de todo, los fondos activos son caros. Compran y venden muchas acciones y le pagan fortunas a analistas para volar por todo el país y reunirse con directores de empresas.
Los aranceles anuales pueden ser bajos -solo un 1% o 2%- pero con el tiempo se acumulan y pueden comerse un cuarto o más de un típico fondo.
Si los analistas siempre aciertan, eso podría ser dinero bien invertido. Pero Samuelson demostró que, a la larga, la mayoría no lo hace.
Con el tiempo los baratísimos fondos índice comenzaron a verse como una alternativa confiable a los fondos activos y sin todos los costos.
Fue así como, lentamente, los fondos de Bogle crecieron y empezaron a surgir otros imitadores, que usaron otras mediciones financieras como fuente de indexación.
Todos basándose en la teoría de Samuelson de que si el mercado funciona bien, lo mejor es ir con la corriente.
Un símbolo de poder
A cuarenta años del lanzamiento del fondo índice de Bogle, hoy el 40% de los fondos del mercado de valores de EE.UU. son pasivos.
Podría decirse que el 60% restante se aferra a la esperanza por sobre la experiencia.
Las inversiones índice son un símbolo del poder de los economistas para cambiar el mundo que estudian.
Cuando Samuelson y sus sucesores desarrollaron el concepto de la hipótesis de los mercados eficientes, cambiaron la forma en que esos mercados funcionan, para bien o para mal.
Samuelson mismo -como es lógico- pensaba que el fondo índice había cambiado al mundo para bien.
Les dio a inversores comunes cientos de miles de millones de dólares.
A muchos les permite llegar a jubilarse con comodidad.
En 2005 Samuelson, entonces de 90 años, dio un discurso en el que le dio a Bogle el mérito.
Dijo: "Considero a esta invención de Bogle tan importante como la invención de la rueda, el alfabeto, la imprenta de Gutenberg, el queso y el vino".
"Un fondo mutual que nunca le dio riqueza a Bogle pero que aumentó los retornos de largo plazo de los dueños de los fondos mutuales. Algo nuevo bajo el sol".