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Por qué se estancó Alemania y qué se revela sobre el preocupante estado de la economía en Europa

Por qué se estancó Alemania y qué se revela sobre el preocupante estado de la economía en Europa
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Las previsiones de crecimiento de la economía alemana se redujeron, la producción industrial cayó y los pedidos colapsaron. ¿A qué se deben los problemas de la mayor economía de Europa? ¿Qué impacto pueden tener en otros países?

La locomotora económica de Europa emite señales preocupantes.

Aunque en diciembre, el banco central alemán, el Bundesbank, predijo un crecimiento del 1,6%, el pasado viernes, su presidente, Jens Weidmann, rebajó esas expectativas a menos del 1%.

Y este dato negativo no es aislado, sino que se suma a una tendencia iniciada el año anterior que preocupa a una de las principales economías del mundo.

En el último trimestre de 2018, el PIB (Producto Interno Bruto) alemán se contrajo un 0,2% y no recuperó el crecimiento en los tres primeros meses de 2019.

Datos que no son graves, pero que sí sorprenden y preocupan en el caso de Alemania.

Generalmente, se considera que una economía entra en recesión después de dos trimestres consecutivos de contracción. Esto significa que la mayor economía europea evitó por la mínima el caer en ese estado.

Caída de la producción industrial

Una de las razones de este enfriamiento hay que buscarla en la caída de la producción industrial alemana en los últimos meses y en el colapso de los pedidos industriales, como se puede apreciar en este gráfico.

En el mes de febrero, el descenso en las exportaciones fue de un 1,3% respecto al mes anterior, de acuerdo con datos de la Oficina Federal de Estadísticas, la mayor en el último año.

Si bien en los doce últimos meses las exportaciones aumentaron en un 3,9%, las perspectivas a corto plazo no parecen positivas.

Los problemas que vienen de China

Un estudio publicado a principios de abril mostraba que los pedidos y exportaciones "están cayendo a un ritmo no visto desde la última crisis financiera global".

La reducción de la demanda china, uno de los principales clientes de Alemania, es uno de los factores clave en esta tendencia.

¿Por qué importa la economía alemana?

De cómo le vaya a Alemania, cuya actividad económica representa un 29% del conjunto de la eurozona, depende en buena medida la marcha del resto de Europa.

Y también tiene un impacto directo en el resto del mundo. Alemania es la cuarta economía global, -solo superada por Estados Unidos, China y Japón- y el tercer mayor exportador mundial, después de China y Estados Unidos.

Jens Weidmann, presidente del Bundesbank.
Jens Weidmann, presidente del Bundesbank.

Con América Latina, los vínculos económicos también son intensos.

Berlín es el cuarto exportador a algunas de las principales economías latinoamericanas como Argentina, México, Colombia o Chile. Y el tercero de la región tomada en su conjunto, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Datos positivos

Sin embargo, no todos los indicadores económicos alemanes son negativos. La tasa de desempleo en el país, de un 3,1%, sigue siendo una de las más bajas del mundo y continuó bajando incluso en este período en que comportamiento del PIB fue débil.

Dentro del grupo de economías más desarrolladas, solo la República Checa, Islandia y Japón tienen un índice de desempleo menor.

También creció el porcentaje de la población con edad de trabajar que se encuentra trabajando, a un ritmo del 0,2% en cada uno de los dos últimos trimestres de 2018.

La explicación de esta aparente contradicción entre diferentes indicadores económicos puede encontrarse en que, aunque la producción industrial está pasando por un momento delicado, los servicios y la construcción viven un momento de expansión y se mantiene un potente mercado interno.

Situación en la eurozona

De otro lado, el freno en el crecimiento alemán no se da de forma aislada del resto la eurozona, que también se resintió en los últimos meses.

Aunque algunos países -como España, dentro de las economías grandes de la zona euro- siguieron creciendo a buen ritmo, otros, como Italia, se encuentran en recesión.

De hecho, la economía italiana no recuperó el tamaño que llegó a alcanzar antes de la crisis financiera de hace diez años.

Y, a diferencia de Alemania, la situación del desempleo en el resto de países del entorno europeo varía mucho de país en país. En el conjunto de la eurozona, la media se sitúa en un 7,8%, una cifra relativamente elevada.

En países como Italia, España y Grecia se mantiene tasas de dos dígitos, que en el caso griego asciende hasta un 18%.

Aranceles en Estados Unidos y el Brexit

Las razones detrás de los problemas económicos de Alemania y de la eurozona en su conjunto son diversas.

De un lado, la recuperación después de la crisis financiera nunca llegó a ser completa.

Angela Merkel en Bruselas.
Angela Merkel en Bruselas.

En el último año, la región fue golpeada por la mala situación del comercio global. Además del mencionado enfriamiento de la economía china, los aranceles que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impuso a las importaciones de acero y aluminio también tuvieron un impacto.

La posibilidad de que esas tarifas se apliquen también a la importación de automóviles tendría un impacto aún más nocivo, especialmente para la economía alemana.

De otro lado, la incertidumbre derivada de la falta de acuerdo sobre el Brexit fue otro de los factores que mencionan las compañías alemanas en las encuestas cuando se les pregunta sobre las razones de la mala marcha económica.

Factores internos

La reciente prórroga del periodo de negociaciones entre Reino Unido y la Unión Europea, en cambio, tuvo un impacto positivo en la moral de los inversores alemanes.

El indicador ZEW, elaborado por el Centro Leibniz para la Investigación Económica Europea en Mannheim y que mide el estado de ánimo de la economía, subió hasta un 3,1 en abril y entró en números positivos por primera vez desde marzo de 2018.

Pero junto a los vaivenes del contexto internacional, la economía alemana también se vio expuesta a factores coyunturales internos como la implantación de nuevos tests de emisiones, que impactó en la producción de automóviles el año pasado.

También afectó la sequía, que obligó a restringir el tránsito de mercancías durante un tiempo por el río Rin, una importante arteria comercial de primer orden para la industria alemana.

Las (escasas) opciones del BCE

Ante esta situación, una de las preguntas clave es qué puede hacer el Banco Central Europeo para incentivar el crecimiento en Alemania y en Europa.

Las opciones de que dispone son limitadas y utilizar la política económica como una herramienta para contrarrestar el enfriamiento de la economía puede ser complicado.

Los tipos de interés del Banco Central Europeo ya se encuentran en el nivel más bajo en el que pueden estar. El tipo principal es de cero, el que se aplica a la facilidad de préstamo es del 0,25% y la tasa de depósito se sitúa en el -0,40%.

El Banco Central Europeo detuvo a finales del año pasado su política de "expansión cuantitativa", consistente en comprar activos financieros con dinero de nueva creación.

Volver a este tipo de medidas es posible, pero tiene complicaciones. Para cierto tipo de activos, el BCE está acercándose a la cantidad máxima que quiere tener sin llegar a distorsionar el mercado demasiado.

Desde el punto de vista político, esa medida sería difícil, especialmente en Alemania, donde siempre se vio con recelo.

"Hacer dinero", como ese programa es llamado a veces, puede conllevar un aumento en la inflación y despertar los miedos en Alemania a este fenómeno, que afectó duramente al país durante la primera mitad del siglo XX.

¿Qué puede hacer el gobierno alemán?

Otras herramientas para reactivar la economía, como la bajada de impuestos o el aumento de las inversiones públicas, están en manos del gobierno alemán.

Muchos economistas argumentan que Alemania tiene margen para optar por ese camino. El gobierno alemán gasta menos de lo que recauda en impuestos, pero se muestra reacio a utilizar sus finanzas para estimular la economía.

Las recomendaciones más recientes de la Comisión Europea apuntan a que todavía es necesario aplicar políticas "prudentes" que aseguren la sostenibilidad de las cuentas de los gobiernos miembros.

Algunos críticos, en cambio, consideran que las reglas de la Unión Europea respecto a las cuentas de los gobiernos de la eurozona son demasiado restrictivas.

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