Si los productos importados en tu país están más caros, no es casualidad.
Este año las monedas de las mayores economías latinoamericanas han sufrido fuertes caídas frente al dólar en medio de una compleja recuperación económica después de la recesión de 2020 derivada de la pandemia de covid-19.
"Las monedas en América Latina han tenido un desempeño mucho peor que otras en el mundo emergente este año, con la notable excepción de Turquía", le dice a BBC Mundo Nikhil Sanghani, economista especializado en América Latina de la consultora británica Capital Economics.
Precisamente, si no fuera por la devaluación de la lira turca (-46%), Latinoamérica estaría liderando las pérdidas en relación a otras economías emergentes.
Esta tendencia a la baja se produce a pesar de la recuperación generalizada de los precios de las materias primas, la recuperación económica de los países y las tasas de interés en la mayoría de las economías latinoamericanas este año.
Esos factores podrían haber impulsado las monedas locales, pero no ha sido así.
Una de las razones que explican este fenómeno es que hay una ola de cambios políticos e incertidumbres que están afectando el mercado cambiario.
"Los riesgos políticos fiscales han tenido un gran impacto en las monedas de la región", apunta Sanghani.
Especialmente en el contexto actual en que los países tuvieron que aumentar el gasto fiscal para enfrentar los efectos sociales de la pandemia y los gobiernos aumentaron la deuda pública.
Incertidumbre y expectativas
Por ejemplo, señala el experto, en Brasil y Colombia, existen preocupaciones sobre la situación fiscal, ya que los gobiernos de ambos países se han alejado de sus planes originales de austeridad.
En otros países, como Perú y Chile, los inversores están preocupados por la incertidumbre que generan los cambios políticos.
Mientras en Perú aún se desconocen los detalles de las políticas económicas que impulsará el presidente Pedro Castillo durante su mandato, en Chile hay incertidumbre en relación a cómo será la nueva Constitución que el país aprobará el próximo año y el resultado de las elecciones el próximo 19 de diciembre.
"Creemos que estos riesgos fiscales y políticos seguirán siendo altos en la región, lo que probablemente mantendrá las monedas débiles durante el próximo año", afirma Sanghani.
De todos modos, como los mercados cambiarios son altamente volátiles (suben y bajan constantemente), cualquier cambio en las condiciones nacionales o externas puede transformar las proyecciones.
En la práctica, cuando en el mercado de un país existe un buen flujo del dólar, su precio se reduce. Lo mismo ocurre al revés. Cuando hay escasez en la circulación del dólar, el valor sube.
En lo que va del año, las monedas de las seis mayores economías de la región han sufrido fuertes caídas, en medio de una subida de tasas de interés impulsadas por los bancos centrales (el organismo encargado de la política monetaria de los países) para controlar la inflación.
En Argentina la moneda local ha bajado 17%, en Chile 15,7% y en Colombia 13,4%, según los datos de Capital Economics.
Completan la lista Perú con una caída de 11,2%, seguido por Brasil con una baja de 8,7% y México con una disminución de 6,2%, como lo muestra la siguiente tabla comparativa.
Al hacer la comparación con otros mercados emergentes del mundo, Latinoamérica muestra una clara tendencia a la devaluación de sus divisas.
Más recientemente, la aparición de la variante ómicron ha vuelto a remecer los mercados, fortaleciendo al dólar, considerado como uno los principales refugios para los capitales en tiempos de tormenta e incertidumbre.
¿Qué pasa cuando baja la moneda de un país?
Cuando el dólar sube, las importaciones se vuelven más caras, no solo para los hogares sino también para las empresas, puesto que la divisa nacional tiene un menor valor frente a la divisa extranjera.
Esto hace que la inflación tienda a subir porque los artículos importados y los productos nacionales con insumos importados se vuelven más costosos.
Básicamente, el dinero con el que viven las familias sigue siendo el mismo, pero éste ha perdido valor a nivel internacional.
También sube el pago de intereses de la deuda externa del país en dólares.
Del otro lado, entre los que se benefician están los exportadores, ya que pueden vender sus productos a precios más competitivos en el mercado internacional.
También lo hace el sector turístico al volverse más atractivo para los viajeros extranjeros.
Y quienes reciben remesas en dólares verán sus ingresos multiplicados automáticamente.
El extraño caso de Turquía
El país que más ha causado sorpresa este año con el desplome de su moneda es Turquía.
La lira alcanzó mínimos históricos en días recientes, pero el el presidente Recep Tayyip Erdogan sigue adelante con su "guerra de independencia económica", respaldada por bajas tasas de interés.
La simple razón del colapso de la lira turca es la política económica poco ortodoxa de Erdogan de mantener bajas las tasas de interés para impulsar el crecimiento económico de Turquía y el potencial de exportación con una moneda competitiva, explica Ozge Ozdemir, periodista de BBC Turquía.
Para muchos economistas, si la inflación aumenta, se controla elevando las tasas de interés. Pero Erdogan ha decidido seguir un camino completamente opuesto.
La economía del país depende en gran medida de las importaciones para producir bienes, desde alimentos hasta textiles, por lo que la subida del dólar frente a la lira tiene un impacto directo en el precio de los productos de consumo.
La inflación en América Latina
La pérdida de valor de las monedas tiene una estrecha relación con la inflación, la cual ha estado disparada en varios países del mundo.
"Latinoamérica será la región con la inflación más alta del planeta este año", le dijo a BBC Mundo Juan Carlos Martínez, profesor de Economía en la universidad IE Business School, España, hace pocas semanas.
"Lo que vemos es una tormenta perfecta", agregó, porque confluyen elementos como la depreciación de las monedas latinoamericanas, un contexto global de mucha liquidez, atascos en la cadenas de suministro, aumento en el precio de los alimentos y la energía, junto a una fuerte recuperación del consumo.
Basta con darle una mirada a lo que está pasando en las mayores economías de la región: el costo de la vida en Argentina se ha disparado hasta subir un 52,1%, mientras que en Brasil se alzó el 11,1% y en México un 6,2% en octubre, en relación con el mismo mes del año anterior.
La inflación es -y probablemente seguirá siendo- uno de los grandes temas de la región.
El próximo año puede ser muy desafiante en la medida que han comenzado a retirarse varios de los estímulos fiscales que habían ayudado a las familias a enfrentar la crisis económica que inició con la pandemia.
Y con el bajo crecimiento esperado para 2022, no sería extraño que vuelva a encenderse el malestar social, otro elemento que eventualmente puede afectar el tipo de cambio.
Desde el frente político, el próximo año habrá elecciones en Colombia y Brasil, un nuevo elemento de incertidumbre que puede afectar a los mercados cambiarios.
Y desde el lado de la pandemia, la estabilidad económica y financiera seguirá estrechamente ligada a la evolución del covid-19 y lo que suceda con nuevas variantes, como ocurrió recientemente con la aparición de ómicron.
Expertos coinciden en que, por lo pronto, no se ve una recuperación de las monedas latinoamericanas, pero como ya sabemos, en un escenario global tan cambiante, hay más dudas que certezas.