La mujer a la que las malas noticias convirtieron en una exitosa empresaria
La muerte de su mejor amiga y un problema de salud convencieron a Karen Lynch de la necesidad de renunciar a su antiguo empleo en un banco.
"Perder a una amiga tan cercana me recordó lo corta que es esta vida", dice Karen, ahora jefa de la marca de agua mineral Belu. "Por eso decidí dedicarme a algo más personal".
Además, cuando tenía 38 años, a Karen le diagnosticaron diabetes de tipo 1, una enfermedad autoinmune que se caracteriza por la falta de producción de insulina por parte de las células beta del páncreas.
Fue entonces cuando renunció a su puesto de responsabilidad en la compañía de servicios financieros Barclays, en 2008.
Para aprender a vivir con su enfermedad, Karen y su marido decidieron dejarlo todo y emprender un viaje de 6 meses que los llevó al Caribe, a Vietnam y a Tailandia.
Nada más regresar de su periplo, Karen solicitó un trabajo como directora de marketing en la empresa británica Belu, la primera firma que envasó agua en una botella biodegradable en el Reino Unido.
Hoy en día la empresa dona todos sus beneficios a proyectos humanitarios. Pero cuando Karen comenzó a trabajar en Belu la compañía atravesaba dificultades.
Fundada en Londres en 2004, en 2008 Belu acumulaba deudas por valor de 1,9 millones de libras esterlinas.
Karen se dio cuenta de que si quería convertir a la empresa en una referencia en el sector, tenía que acometer reformas estructurales.
Su idea consistía en alejar el negocio de los supermercados y sus escasos márgenes para centrarse en el suministro a hoteles, restaurantes y oficinas.
8 meses después de presentar un novedoso y ambicioso plan de negocio, Karen fue ascendida a directora ejecutiva de la compañía.
Para lograr el cambio que necesitaba Belu, el director de cine y fundador de la compañía, Reed Paget, tuvo que dejarle su puesto a Karen.
"Está claro que no fue la mejor época para ninguno de los dos, pero nos fuimos juntos a almorzar y aclaramos la situación. Lo único que quería Reed es que Belu se convirtiera en un éxito, pero que lo hiciera de forma sostenible", explica Karen.
"Cuando me incorporé a Belu, la empresa tenía deudas y no era sostenible. Aunque lo más fácil habría sido liquidar la compañía, decidimos seguir adelante. Mantuvimos el nombre, pero el resto cambió".
El éxito de su plan de negocio se refleja en la cifra de ventas. En 2015, los beneficios se dispararon hasta los 5,9 millones de libras.
Además, desde 2011 Belu ha donado 1,5 millones de libras a WaterAid, una ONG que trata de facilitar el acceso a agua potable a la población de países en vías de desarrollo.
Mientras Belu seguía creciendo, Karen tuvo que afrontar un nuevo revés en 2016, cuando le diagnosticaron un cáncer de mama.
"El año pasado fue un infierno. Tuve cáncer de mama y, gracias a que por suerte no tuve que someterme a quimioterapia, no perdí el pelo".
El cáncer fue extirpado con éxito y Karen puedo refugiarse de nuevo en el trabajo.
"Aunque necesitaba unos días en casa, cuando el trabajo es tu pasión y tu motivación te mantiene ocupado".
Clientes comprometidos con el medio ambiente
Karen reconoce que los hoteles y restaurantes que se unieron al proyecto lo hicieron por su compromiso con el medio ambiente.
Y es que además de su apuesta por embotellar agua compensando las emisiones que genera y la donación de sus beneficios, Belu lo hace utilizando plástico y cristal reciclado.
Para ayudar a mitigar la huella de carbono de Belu, Karen anima a sus 34 empleados a trabajar desde casa siempre que puedan. Ella misma vive en una zona rural y suele acudir a las oficinas de la empresa -situadas en Londres- solo dos o tres veces a la semana.
"La regla es no acudir a la oficina si se puede trabajar desde casa", explica.
Y, como ella misma destaca, ese compromiso social le ha ayudado incluso a poner en perspectiva sus problemas personales.
La ejecutiva cuenta que en los momentos más duros de su cáncer, su experiencia apoyando a Water Aid le permitía recordar que su situación no era tan mala como la de "un niño de 6 años que tiene que andar 8 horas diarias para recoger agua".
Mis malas noticias, al fin y al cabo, "no eran para tanto", concluye Karen.