La relación entre Angola y su antigua potencia colonizadora, Portugal, es inusual.
Luego de cuatro siglos de yugo colonial, Angola se independizó en 1975.
Pero a diferencia de lo que ocurrió en otras partes de África, no quedó unida en dependencia económica a sus antiguos amos. A comienzos de este siglo, una bonanza petrolera en el país africano, y una enorme crisis económica en la nación europea, hicieron que los papeles se invirtieran de una manera sorprendente.
En la década anterior, Angola se convirtió para los portugueses en una potencia inversora. En los edificios de condominios del balneario de Cascais, y en algunas de las zonas más elegantes de la capital, Lisboa, se decía que los únicos que gastaban dinero en serio eran los miembros de la élite angoleña que vivía ahí.
El dinero de Angola alimentó muchos de los grandes proyectos de inversión en Portugal.
Y, argumentan algunos, Portugal se convirtió en el sitio para lavar cantidades astronómicas de dinero producto de la corrupción en Angola.
Mutua dependencia
Hoy las cosas están volviendo a cambiar. Portugal se está recuperando del desastre económico que empezó en 2008. Justo al tiempo que Angola se empieza a acostumbrar a una nueva era de austeridad debido a la caída en los precios internacionales del petróleo.
¿Volverá entonces el orden "neocolonial" que ha caracterizado a tantas otras partes del continente africano? ¿Quién será el agente dominante en esta compleja situación?
"Angola y Portugal están envueltos en un ciclo de mutua dependencia", le dice a BBC Mundo Paula Beatriz Roque, experta investigadora sobre la economía de Angola en la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
Roque asegura que, pese a la caída en los precios del crudo, las élites de Angola han comprado activos como empresas y propiedad raíz que les aseguran una importante presencia económica en la nación europea. "Portugal es el plan B para ellos".
Además, asegura Roque, "la economía de Portugal puede estar mejorando pero todavía es enormemente dependiente de ingresos y fondos provenientes de Angola".
Esto se refleja en la política y en la diplomacia.
"El presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa, antes que cualquier otro jefe de Estado o de la Unión Africana, que había observado las elecciones nacionales llevadas a cabo en Angola el pasado agosto, felicitó al nuevo mandatario Joao Lourenço por su victorial electoral, en medio de quejas de la oposición frente a los resultados y de evidencia de fraude", le recuerda Roque a BBC Mundo.
No fue recíproco
Pero estas son cortesías diplomáticas que no se han visto enteramente reciprocadas.
"El discurso de posesión (de Lourenço) anunciaba que varios países incluyendo Rusia, China, Estados Unidos y España eran socios estratégicos de Angola. Portugal no fue mencionado", recuerda Roque.
"Una dinámica importante que puede explicar esta actitud es que varios miembros del gobernante partido angoleño MPLA enfrentan cargos judiciales o están bajo investigación por corrupción, lavado de dinero y otros crímenes financieros", le dice a BBC Mundo.
"Lavandería"
Entidades que van desde el gobierno de Estados Unidos a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) también han llamado la atención a lo que aseguran es la corrupción extendida en Angola y el papel que entidades y personas portuguesas pueden haber jugado para cooperar con esa corrupción.
Como le explicaba la parlamentaria portuguesa Ana Gomes al diario estadounidense The New York Times en un artículo reciente, "en Angola le dicen a Portugal la lavandería".
Las autoridades portuguesas han empezado a tomar medidas mas estrictas, por ejemplo, acusando en febrero pasado al ex vicepresidente angoleño Manuel Vicente de pagar sobornos a un juez portugués.
Y entonces, ¿qué vaticina el futuro ahora que Portugal no necesita tanto el dinero angoleño y ha estado apretando las tuercas sobre las sospechas de lavado de dinero angoleño en la nación europea?
"Las relaciones entre Lisboa y Luanda seguirán siendo importantes pero se verán expuestas a más tensión por los cambios de estrategia en ambos lados", dice Paula Beatriz Roque.
En cualquier caso, es poco probable que vuelva al escenario neocolonial que caracterizó a otras naciones europeas en sus relaciones con los países africanos.
Pues el dinero de Angola ha servido para poner de revés las estructuras de poder que gobernaron por siglos las complejas y contradictorias relaciones entre esas dos naciones.