Varias críticas generó el documental de casi dos horas estrenado por Netflix este jueves y que cuenta la historia de origen de la secta de Antares de la Luz y cómo se ejecutó el segundo sacrificio humano de Chile.
Nacido como Ramón Castillo, un joven amante de la música, comenzó a decirle a sus amigos que no se sentía cómodo bajo el nombre de Ramón y ahora era Antares, quien prontamente caería —junto a los otros integrantes de la secta— en una espiral de locura y ayahuasca.
Antares de la Luz: quiénes pertenecían a la secta de Colliguay y qué pasó con ellos
Hijo de Ramón Arquímides Castillo y de María de la Luz Gaete. Nació en una familia de clase media en 1977. Tenía dos hermanas y entró al conservatorio de la Universidad de Chile para formar el grupo de música Amaru.
Las cosas del destino lo llevaron a reunir a un conjunto de jóvenes, todos de clase alta y con gran desarrollo intelectual, que seguían a Antares y obedecían al pie de la letra sus indicaciones, incluso las de asesinar a un recién nacido.
¿Qué significa Antares?
Según el libro "Cinco gotas de sangre: La historia íntima de Antares de la luz y la secta de Colliguay" de la periodista Verónica Foxley, Castillo se autodenominó como Antares al descubrir que él era una nueva reencarnación de Dios.
Antares también hace alusión a la estrella más brillante de la constelación de Escorpión.
En un reportaje de Contacto de Canal 13 realizado hace alrededor de nueve años, el psicólogo de la Policía de Investigaciones, Gonzalo Ulloa, afirmó que Antares "lograba convencer al resto que era Dios como parte de su estrategia manipuladora".
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Los inicios de la secta tienen lugar en 2007 y 2009 cuando Antares de la Luz realizaba talleres de sanación en San José de Maipo donde conoce a los primeros miembros de la secta de Colliguay.
Huida y muerte del líder de la secta
Una vez que la policía comenzó a investigar el homicidio del recién nacido, Antares junto a otra integrante de la secta huyeron de Chile refugiándose en Perú. Una vez allí, y gracias a la cooperación de las policías peruanas, se logró determinar su paradero. Sin embargo, nunca llegaría a enfrentar la justicia.
Ramón Castillo optó por suicidarse en las ruinas de una casa abandonada en el Cuzco.