Félix de Moya, un español de 65 años, estuvo conectado durante 15 días a un ventilador mecánico en la Clínica Alemana de Santiago, tras haberse contagiado de coronavirus y este lunes fue dado de alta.
Se trata del paciente más grave que estuvo hospitalizado en la Unidad de enfermos COVID-19 de esa Clínica y cuando despertó no sabía muy bien ni dónde estaba.
El picor que sintió en la garganta días antes de internarse era un síntoma que había sentido antes, cada vez que viajaba a Chile desde Granada, la ciudad española en donde vive.
Todos los años, Félix viaja al país a visitar a sus hijos y a hacer parte de su trabajo, en el cual debe relacionarse con distintas universidades. Pero esta visita fue distinta.
"Los españoles pensábamos que era un problema que tenían los italianos y los chinos, pero todavía no nosotros", señaló.
Este pensamiento se reafirmó al ver que su temperatura marcaba 36,4 grados cuando se la tomaron al llegar a Chile. Pero una semana después, el picor de la garganta, más las dificultades para respirar lo hicieron llegar hasta la Urgencia de la Clínica Alemana pensando que incluso podría ser una alergia común.
Lo internaron inmediatamente, su condición al parecer era mucho más grave de lo que él creía, y al dar positivo en el test PCR -el examen para coronavirus- le notificaron que debían ingresarlo y que tendrían que conectarlo a ventilación mecánica. Eso es lo último que recuerda. Félix solo despertó dos semanas después.
"La reanimación es fuerte, uno tiene una sensación de confusión, no tenía idea en qué ciudad del mundo estaba cuando desperté. No estaba en mi país, mi familia no estaba conmigo y no tenía una idea muy clara de cómo había llegado a parar ahí", declaró.
Félix aseguró que en un principio le costaba mucho hablar, y a pesar de que le preguntaran reiteradas veces dónde estaba y que él repetía "en Santiago, en la Clínica Alemana", ni siquiera estaba convencido de que eso fuera así. Solo con el paso de los días y cuando se logró comunicar con su esposa -quien desde España hablaba a diario con los médicos que lo trataban- fue reconstruyendo lo que había pasado.
Hace una semana que pasó de la UCI a Cuidados Intermedios y hace dos días pasó a una habitación individual, donde se encontraba completamente aislado.
A la espera de su alta hizo videollamadas, en la mañana y en la tarde, con sus hijos y su esposa. También escuchaba audiolibros, que son su afición, aparte de informarse de política internacional -una práctica que ahora dejó de lado, porque lo agobian las noticias-.
"Tengo la impresión de que hay demasiada gente que este asunto no se lo toma en serio, pero este es un bicho muy traicionero, que hace aflorar las debilidades que tiene cualquiera", advirtió de Moya.
Y con aplausos, a través del pasillo, lo despidieron en la Unidad de enfermos de COVID-19 este lunes tras ser dado de alta.
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