Eduardo Moya y Jesús Bravo han sido los protagonistas de la crónica policial del último tiempo. Ambos eran los guardias que estaban encargados de resguardar los casi $16 mil millones que fueron sustraídos desde la empresa Esertval en Independencia.
Ambos han sido blanco de las sospechas de la opinión pública por su posible participación en el ilícito, pero en entrevista con El Mercurio, los jóvenes de 23 y 34 años aseguraron que no estuvieron involucrados y que la investigación a cargo de Patricio Cooper iba a aclarar los hechos.
En el relato, Eduardo Moya cuenta que, después de sucedido el asalto a mano armada, "llegó mi primer jefe, que es gerente contralor y en vez de preguntarnos cómo estábamos, nos dijo "por qué no apretaron la cagá de alarma". La alarma no funcionó. Si hubiera funcionado, los pillan en la calle".
Una de las primeras informaciones que se conocieron en torno al hecho fue que uno de los vigilantes había salido a comprar cigarros y al volver fue interceptado por los antisociales. Respecto a esto, Bravo reconoce el hecho y que es algo que "no se puede, pero siempre lo hacemos. Laboralmente sí es un error, pero es algo que se hace a diario":
Eduardo Moya comenta que la empresa no les ha prestado apoyo luego del asalto y que solo "anda metida en el tema del seguro, en nada más".
Finalmente, el joven vigilante señaló que la empresa les ofreció apoyo psicológico para hacer frente al episodio, pero que este no se ha concretado.