Han pasado casi cuatro años de la llegada del coronavirus y aún muchas personas se siguen lidiando las consecuencias que les provocó haberse contagiado en su momento con el virus.
Una de estas es Tracey Thompson, una canadiense de 55 años, residente en Toronto, y quien sufre de Long Covid, síntomas persistentes de la enfermedad que se mantienen con el tiempo a pesar de que el paciente superó el contagio.
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Thompson solicitó formalmente la eutanasia por los dolores que le produce el Long Covid, del que no existe una cura hasta el momento.
"Mi calidad de vida con esta enfermedad es casi inexistente, no es una buena vida, dijo al Daily Mail, donde además describió su diario vivir como "dolorosamente aburrido" y "profundamente aislante".
Eutanasia por Long Covid
La mujer se contagió en marzo de 2020, en el peak de la pandemia y si bien superó la enfermedad tras tener los síntomas comunes, lo peor vino después. Los síntomas persistentes se han mantenido hasta ahora y han hecho que su salud siga empeorando con el tiempo.
A modo de ejemplo, a mayo de este año, más de tres años después de su contagio, tenía problemas para poder concentrarse, hacer ejercicio e incluso respirar. Una de sus últimas internaciones fue hace algunas semanas por tener dolores en el pecho y problemas para respirar.
La situación le impidió trabajar y tuvo que vivir de sus ahorros, pero estos empezaron a terminarse.
Si bien en julio de 2022 dijo a un canal canadiense que aún tenían ganas de vivir, en diciembre de 2022 pidió formalmente la solicitud de eutanasia Medical Assistance In Dying, también conocido por sus siglas en inglés como (MAID).
El MAID, que en un primer momento solo aceptaba solicitudes de eutanasia a pacientes terminales, permite desde 2016 que personas con dolencias o discapacidades "intolerables" o "irreversibles".