Más de una semana de intensas protestas han dejado marcas en Santiago, pero especialmente en Plaza Italia, -que en realidad se llama Plaza Baquedano-, y que es el centro neurálgico de cualquier hecho que ocurra en la ciudad y el país, el "¡vamos a Plaza Italia!" es un dicho común pase lo que pase, y lo ha sido durante el movimiento social más importante de Chile después de los registrados en dictadura.
El viernes 25 de octubre de 2019 quedará marcado en la historia del país como el día en que más de un millón de personas salió pacíficamente a manifestar un descontento social que hace tiempo se venía gestando, y que partió con la acción evasora de un grupo de estudiantes del Instituto Nacional que saltaban los torniquetes del Metro de Santiago.
De ahí a Plaza Italia fue solo un paso, y el lugar ha resistido y resentido la acción. Allí está el edificio de Telefónica que tiene una especie de armadura alrededor de sus ingresos, todos con rayados.
Los paraderos del Transantiago también resisten estoicos que se subieran sobre ellos para saltar y protestar. Las movilizaciones son pacíficas, pero dejan algunas cicatrices en los sitios por donde pasan, y tras la protesta más grande de Chile, sí que los hay.
Caminar por el lugar también tiene un costo; las veredas están inestables y el olor a las bombas lacrimógenas utilizadas por Carabineros para dispersar a las personas se mantiene de forma leve, pero significativa, en el aire. Incluso con el pasar de los vehículos se levanta una especie de polvo que afecta los ojos y las vías respiratorios producto del mismo polvo químico usado en días anteriores.
El monumento al general Baquedano no quedó ajeno al pasar de los manifestantes; su caballo tiene rayados llamando a evadir, y telas rojas y blancas. El resto está completamente rayado con distintas consignas.
El general Baquedano es el centro de las manifestaciones, lo que explica además que las áreas verdes que rodean la plaza estén destruidas y las flores que habitualmente hay ahí, ya no existan. Sin embargo, un grupo de artistas puso flores de papel en una acción que genera cierta ternura en medio de un ambiente que resulta tosco.
Un grupo de miembros de iglesias evangélicas tomó la iniciativa de ayudar a limpiar las calles, y con palas, escobas y agua sacaban lo que se podía de las calles. Además los municipios lavaban las calles para poder sacar definitivamente los restos del gas lacrimógeno del lugar.
No se sabe cuándo será la próxima marcha o convocatoria en Plaza Italia, pero definitivamente la de este 25 de octubre es una que no se olvidará fácilmente.