En diciembre del año pasado se conocieron los primeros casos del coronavirus COVID-19 al interior de un mercado de la ciudad china de Wuhan y en marzo de 2020 la OMS declaró la pandemia. Desde entonces los científicos han trabajado intensamente en tratamientos para combatir la enfermedad.
A los tratamientos se suma la fabricación de vacunas. Las más avanzadas son las desarrolladas por Moderna y la del laboratorio AstraZeneca en conjunto con la Universidad de Oxford, cuya Fase 3 de pruebas clínicas se realizarán en Chile.
Si bien no hay ningún tratamiento definitivo para combatir el virus, SaludConLupa junto a Epistemonikos (una base de datos colaborativa) analizaron qué nivel de fiabilidad tiene cada tratamiento según la evidencia científica más reciente. Es importante considerar que cada semana aparecen nuevos antecedentes sobre el COVID-19 y, por lo mismo, estas categorías pueden cambiar con rapidez.
Dióxido de Cloro
Estatus: La ciencia NO lo avala
Expertos recalcan que este desinfectante de superficies y blanqueador de materiales orgánicos no solo no sirve como tratamiento, sino que genera problemas de salud (e incluso la muerte) de quienes lo ingieren.
Hidroxicloroquina
Estatus: Listo para ser abandonado
Numerosos estudios demostraron que el uso de la hidroxicloroquina es ineficaz contra los síntomas del coronavirus COVID-19. Este medicamento se receta para tratar la Malaria y enfermedades autoinmunes como el Lupus y la Poliartritis Reumatoide.
Además, su mal uso puede causar arritmias y otros problemas cardiacos además de problemas en los niveles de azúcar en la sangre, anemias y problemas de visión.
Plasma convaleciente
Estatus: Poco prometedor
Se trata de un tratamiento experimental que consiste en la administración de plasma de pacientes recuperados de COVID-19 en personas que están en estado grave a causa del virus. Sin embargo, al momento, ningún estudio ha desmostrado beneficios.
Actualmente la Organización Mundial de la Salud (OMS) autorizó su uso bajo condiciones experimentales y dentro del marco regulatorio de cada país.
Azitromicina
Estatus: Poco prometedor
Se trata de un antibiótico que es utilizado en infecciones del tracto respiratorio, piel y tejidos blandos. El único ensayo evaluando su efecto, en combinación con hidroxicloroquina, no mostró ningún resultado alentador.
Células madres
Estatus: Neutro
Estudios apuntan a que las células madre tendrían propiedades antiinflamatorias, por lo que serían potenciamente útiles para tratamientos contra cuadros de COVID-19. Hasta ahora solo se ha realizado un estudio que no arrojó resultados concluyentes.
Interferón Beta 1 B
Estatus: Neutro
El interferón es un medicamento utilizado para el tratamiento de la esclerosis múltiple. Un estudio realizado en julio en Reino Unido, con 101 pacientes, llegó a la conclusión de que quienes son tratados con este medicamento tienen un 79% menos de posibilidades de desarrollar formas severas de la enfermedad que los que recibieron un placebo.
A pesar de lo anterior, la evidencia aún no demuestra la certeza suficiente para aplicar el medicamento como un tratamiento contra el nuevo coronavirus.
Paracetamol
Estatus: Neutro
Aunque el paracetamol es recetado cuando comienzan los primeros síntomas del cuadro infeccioso, aún no hay estudios que avalen la efectividad de este medicamento. La OMS recomienda su uso cuando el paciente siente dolor y fiebre.
Ibuprofeno
Estatus: Prometedor
El ibuprofeno es un antiinflamatorio utilizado en caso de fiebre con dolor o inflamación en general. Investigadores apuntan a que este medicamento podría tener un efecto curativo en ciertas etapas de la enfermedad.
En tanto, la OMS aceptó su uso como tratamiento para síntomas leves de COVID.
Remdesivir
Estatus: Prometedor
Se trata de un antiviral usado para el tratamiento de ébola junto con el SARS y MERS, estas últimas enfermedades causadas por un coronavirus. En julio Canadá aprobó su uso contra el COVID-19 en pacientes graves.
La Organización Mundial de la Salud aún no lo autoriza como tratamiento para COVID-19.
Dexametasona
Estatus: Listo para su uso
Un ensayo clínico británico reportó que este corticoide de bajo costo reduce la mortalidad de los enfermos más graves que están conectados a respiración artificial. Por otro lado, dos revisiones de este medicamento señalan que la administración de corticoides a 1000 pacientes graves permite evitar la muerte de 30 de los 300 que habitualmente mueren en esta situación.
Su recomendación oficial para pacientes con COVID-19 está en revisión por parte de la Organización Mundial de la Salud.