A mediados de enero, Cristián Varela recibió una llamada de un headhunter: le proponía reunirse con la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, para un cargo ligado a la reunión internacional por el cambio climático, COP 25. El ingeniero civil de la UC conocía personalmente a la ministra. Su mamá, Angélica Eluchans, al igual que sus tías Andrea y Celia, habían trabajado con ella en la revista Capital, y él solía visitarlas en la oficina. Varela además conocía el motivo de la llamada. Había conversado muchas veces con su primo Juan Carlos Jobet, ex ministro del Trabajo de Sebastián Piñera, sobre la alternativa de colaborar en el gobierno. Por eso, apenas Jobet supo que estaban buscando a un gerente para la Conferencia de las Partes, lo recomendó a la ministra.
Fuentes del Ministerio del Medio Ambiente aseguran que junto con Varela, contactaron a una serie de candidatos a través de variadas fuentes de reclutamiento: empresas relacionadas con el medioambiente y cambio climático, headhunters y redes de contacto. Y que la mayoría de ellos se mostraron muy interesados en participar en el mega proyecto. “En particular, el CV de Cristián Varela es muy contundente: es ingeniero civil de la UC, magíster en políticas públicas y MBA, ambos de la U. de Chicago, y además cuenta con 15 años de experiencia laboral, principalmente en temas financieros, por lo que estamos seguros de que fue una gran elección”, aseguran al interior de la cartera.
A fines de febrero, cuando Schmidt regresó de sus vacaciones en el lago Ranco, se reunió con él en el ministerio y le propuso liderar la organización de la iniciativa medioambiental. El perfil que requería la ministra no era fácil de encontrar: un ejecutivo con liderazgo, con capacidad de trabajar bajo presión y que pudiera dejar su trabajo temporalmente para levantar el evento en tan solo nueve meses. Brasil había desistido de la organización faltando un año para la fecha planificada y Schmidt habría insistido personalmente ante Piñera para que Chile tomara el cupo, que recaía en Latinoamérica.
Varela, que desde 2013 está a cargo de la oficina de inversiones familiar, podía darse ese permiso. Una semana después dio el ok y el lunes 18 de marzo aterrizó en su oficina ubicada en La Moneda, en el gabinete de la Primera Dama, Cecilia Morel.
Cines y zapatos españoles
Cristián (38) es el mayor de los seis hijos del empresario y ex director de la ANFP Cristián Varela. Quienes lo conocen dicen que siempre tuvo un interés en la política. Su tío Edmundo Eluchans Urenda fue diputado (UDI) por la Región de Valparaíso, al igual que su abuelo Edmundo Eluchans Malherbe, representante del Partido Conservador. Además, su primo Juan Carlos Jobet, hijo de la periodista Celia Eluchans, fue jefe de gabinete de Rodrigo Hinzpeter en Interior, subsecretario de Vivienda y sucesor de Evelyn Matthei en el Ministerio del Trabajo.
Estudió en el Grange y luego Ingeniería Civil en la UC. Recién egresado, entró a BBVA a trabajar en el área de finanzas corporativas al alero de Manuel Olivares y Alejandro Bertrand. Un año y medio después se fue a Celfin, al equipo de Juan Guillermo Agüero y Óscar Molina. En 2010 partió a Chicago con su mujer, Francisca Castro, a estudiar un MBA. Treinta y ocho años antes, su padre había tomado la misma decisión, y en esa ciudad nació Cristián. Apenas llegó a Chicago postuló además a Master en Política Pública (MPP), por lo que apenas fue aceptado, se matriculó.
Tres años más tarde regresó a Chile y le propuso a su padre crear una oficina de inversiones familiar. La llamaron Vesco, y Varela hijo quedó como gerente general. Lo primero que hizo fue estructurar un portafolio de inversiones que fuese diversificado, con participación minoritaria en empresas operativas. En ese entonces, ChileFilms –donde Cristián Varela padre es accionista minoritario– quería desprenderse de las salas de Cine Hoyts. Varela Eluchans entró en la operación como contraparte. Armó un grupo de inversionistas para comprar todos los cines –que eran alrededor de 150–, donde participaba Vesco y un fondo de inversiones. Sin embargo, quienes formaron parte de la operación, cuentan que los mexicanos Cinépolis –que en ese entonces tenían unas tres mil salas– superaron con creces la oferta y se quedaron con los activos.
Varela junior, entonces, determinó que el family office invertiría en cinco áreas: agrícola, inmobiliaria, tecnológica, financiera y de biotecnología. Y con eso en mente contrató a un equipo de seis personas que lo apoya en el ámbito administrativo, mientras él se encarga del análisis de los negocios.
En el sector agrícola, la compañía tiene inversiones en cerezos y arándanos en un campo en Panguipulli, en sociedad con Francisco Varela Noguera, su tío. En tecnología, la firma posee una inversión en la plataforma para restaurantes TotEat, ligada al empresario Arístides Benavente; en el rubro financiero, Vesco participa en MultiAval; en biotecnología tiene pequeñas inversiones en proyectos ligados al Premio Nacional de Ciencias, Pablo Valenzuela, como Algenis y Levita Magnetics; y en el rubro inmobiliario, desde hace tres años que está presente en inversiones de desarrollo para renta residencial en Miami: compran terrenos, los desarrollan y cuando están empezando a construirse, los venden a fondos. Por eso, tres a cuatro veces al año, Varela Eluchans viaja a la ciudad estadounidense y aloja en el departamento de su padre en la zona de Sunny Isles. De hecho, esta Semana Santa fue a Miami con su familia.
Hasta el año pasado, el ingeniero además viajaba una o dos veces a España. La familia es representante en Chile de la marca de zapatos Castañer, y hasta hace algunas semanas, de Adolfo Domínguez. Después de casi diez años, traspasaron a los españoles la representación de la marca de ropa.
Cristián Varela, además, es director de la constructora Moller & Pérez-Cotapos. Cuando salió Citigroup Ventures de la propiedad, en 2016, Vesco entró al negocio como parte del grupo Inversiones 957, y desde entonces, el gerente de la compañía es uno de los representantes del grupo en la mesa directiva.
Pelotas en el aire
El gerente general de la COP 25 es fanático –como su padre– de Colo Colo. En 2011, junto a otros 13 amigos, compró el equipo de Segunda División, Deportes Valdivia, en 50 millones de pesos, con el objetivo de hacerlo subir a Primera B. Un año y medio más tarde, no dispuesto a poner más capital, se retiró, junto a ocho de ellos y vendieron su porcentaje a nuevos inversionistas, quienes capitalizaron parcialmente el club. Desde entonces solo ha permanecido ligado al rugby, a través de Old Boys, asociación vinculada al colegio Grange, en la que participa como jugador de la categoría Mayores de 35 y como miembro del directorio. Ese cargo lo mantiene hasta hoy, al igual que el de director de la constructora Moller & Pérez-Cotapos.
Cuando asumió como gerente de la COP 25, pensó que podría dedicarle algo de tiempo a Vesco. Sin embargo, cuentan en su entorno, no ha podido compatibilizar ambos roles, ya que llega a La Moneda a las 8 de la mañana y se va pasadas las 9 de la noche. Durante el día es muy difícil que responda el teléfono porque está en constantes reuniones, y al menos la última semana, aseguran, no ha salido a almorzar ningún día. “Tiene el mail copado con personas que le piden juntarse con él, ya sea de ONG vinculadas al cambio climático o de proveedores que quieren participar en el evento”, cuenta una persona de su equipo.
En el mes que lleva en el cargo, ha tenido que estructurar cuatro áreas: producción y logística, liderada por Magdalena Montero, ex gerenta comercial del Grupo DF, y Tomás González, dueño de TGA Producciones; Finanzas, a cargo de Jorge Cortés, gerente de finanzas y operaciones de la Fundación Imagen de Chile; Legal, con la ex abogada de Presidencia, Paloma Letelier, a la cabeza; y Comunicaciones, que depende del periodista Felipe Contreras. Todos ellos comparten oficina con Varela. “Es probable que nos cambiemos porque ya casi no cabemos, pero no tenemos presupuesto, así que dependemos de algún lugar que nos puedan prestar”, asegura un miembro del equipo.
“Cristián tiene la sensibilidad pública y privada. El equipo, en general, tiene esa doble mirada. Son personas con experiencia en organización de eventos masivos, y a la vez generar puentes y vínculos entre el mundo privado y público”, asegura una fuente del MMA.
En privado, el ingeniero ha dicho en más de una oportunidad que su rol en la organización de la COP 25 es “mantener todas las pelotas en el aire”. Es decir, por un lado conseguir el financiamiento –que por presupuesto está asegurado para el evento principal (el Congreso aprobó 35 millones de dólares), pero pretenden conseguir aportes de empresas para poder llevar a cabo actividades paralelas en Santiago y regiones– y coordinar la producción y la logística, que no es menor: esperan recibir unas 25 mil personas de todo el mundo. Por estos días estarían a punto de cerrar con una productora cuyo nombre se maneja en estricta reserva.
Hasta la fecha, el gerente ha tenido dos bilaterales con Piñera, a quien no conocía personalmente. En ellas participa la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt, algún representante de Cancillería –porque Roberto Ampuero ha estado fuera del país– y el ministro de Ciencias, Andrés Couve. Varela les presenta el estado de cada una de las aristas: financiamiento, la negociación con la productora, las conversaciones con las Naciones Unidas. Además, se reúne todas las semanas con la jefa de gabinete del Presidente, Magdalena Díaz, o su mano derecha, Josefina Movillo.
Varela sabe que no se puede equivocar: la COP 25 es el evento internacional más grande que haya organizado Chile desde el Mundial del 62, y quedan ocho meses para que se haga realidad.