Desde este jueves más de 3 millones de personas entrarán en cuarentena total. Se trata de la fase más restrictiva del Plan Paso a Paso, en momentos donde los nuevos contagios han aumentado un 19,4% en los últimos 15 días, y donde las fiestas de fin de año han jugado un rol clave.
“Nos esperan meses oscuros si no ponemos todo de nuestra parte, empezando por los más jóvenes", advirtieron esta semana los académicos de las Universidades de Chile, Católica y de Concepción en su último informe de la plataforma ICovid, que ha calificado la situación que vive el país como alarmante.
Aunque a la fecha más de 9 mil personas han recibido la primera dosis de la vacuna de Pfizer-BioNtech para prevenir contagios de coronavirus, el proceso de inoculación tomará meses para lograr niveles equivalentes a una inmunidad de rebaño.
“La pandemia sigue su desarrollo en Chile. La vacunación iniciada y la llegada en los próximos días de nuevas dosis para aumentar la cobertura no deben relajar las medidas de prevención. Las personas, incluso vacunadas tendrán que seguir cuidándose”, advirtió la semana pasada el ministro de Salud, Enrique Paris.
A casi un año de los primeros casos de coronavirus en el país, la evidencia es cada vez más categórica respecto del rol que juegan las medidas de prevención: mantener la distancia, el lavado frecuente de manos y el uso de mascarillas siguen siendo tan importantes como siempre.
Y no solo eso: la mascarilla debe ser usada en todo momento, especialmente en reuniones sociales, que se han convertido en la principal vía de contagios.
¿Por qué nos contagiamos de coronavirus y en qué situaciones estamos expuestos a mayor riesgo?
Lo primero que tenemos que tener claro es cómo se transmite el virus. Para esto es clave entender que cuando hablamos o respiramos producimos partículas respiratorias de diversos tamaños que viajan por el aire y que tienen el potencial de infectar a quienes están cerca. Especialmente, si acercamos nuestras bocas, narices y ojo (muestra de ello es que los mayores índices de contagio dentro de un hogar se dan entre las parejas -27,8%- que respecto de otros miembros de la familia, donde se sitúa en un 17,3%, de acuerdo a un estudio realizado por la universidad Virgina Tech).
Aunque la evidencia apunta a que las partículas tienden a caer a la superficie rápidamente, pueden mantenerse en el aire y viajar a través de las corrientes generadas en espacios cerrados producto del aire acondicionado y/o la mala ventilación.
En relación a esto, se comenzó a hablar de contacto estrecho. Esta se define una exposición prolongada como aquella de 15 minutos o más de contacto sin protección (mascarilla) con otra persona que se encuentra a menos de 1,8 metros. Esto, sin embargo, requeriría menos tiempo en caso que una de las personas estornudara o tuviera un contacto íntimo.
Es en este contexto que hay ciertos lugares donde el riesgo de transmisión aumenta exponencialmente, entre ellos las fiestas, cumpleaños y otros eventos sociales, donde una persona con coronavirus se puede transformar en un "supertransmisor", de acuerdo a un estudio liderado por la epidemióloga estadounidense Lea Hammer. O sea, una persona infectada que, debido a su presencia en un determinado recinto, aumentará su capacidad de transmitir la pandemia de forma exponencial.
Aunque salir de casa sería, en general, seguro -considerando que las particular virales se diluirían rápidamente- un estudio de Virginia Tech señala que todo esto no aplicaría cuando las personas se encuentran cerca, y rompen la distancia social. Si bien el virus no se transmite tan fácil como el sarampión o la tuberculosis, basta con que se den las condiciones propicias -ruptura del distanciamiento, falta de protección o espacios cerrados o mal ventilados- para que la probabilidad de contagio aumente de manera exponencial.
La académica del Departamento de Enfermedades Infecciosas de la UC, Camila Carvajal, es enfática en que "la mayoría de los brotes están asociados a reuniones familiares o con amigos, porque uno tiene una sensación de falsa seguridad y confianza de que tu familiar o tu amigo se cuida igual como se cuida uno".
"Pero tu no solo estás teniendo contacto con esa persona, sino que cuando tienes contacto con un familiar estás teniendo contacto con todas las personas que esa persona tuvo contacto, entonces la red se va ampliando bastante. Uno piensa que está en un burbuja, pero tu burbuja es mucho más amplia de lo que estás viendo", detalla la experta..
En este sentido, señala que en ambientes sociales se debe mantener el uso de mascarilla: "Es uno de los lugares donde deberíamos usarla siempre, porque hay más cercanía, uno se tiende a abrazar, cuando uno ve a sus cercanos hay un tema de contención emocional involucrado", detalla.
¿Y si me hago un PCR?
Aunque el test es la forma más certera de saber si tenemos una infección por coronavirus, el tiempo en que este se tome será crucial para evitar falsos negativos. "Muchas personas se van a hacer el PCR antes de la visita a un familiar o un adulto mayor, pero puede ser que el test esté negativo el día que te lo tomaste, pero puede ser que al día siguiente, o dos días después tu periodo de incubación, si es que estás contagiado de coronavirus, estés en periodo de contagio", detalla Carvajal.
"Es importante saber que una PCR de dos o tres días atrás no me asegura en un 100% que yo no tenga coronavirus en el momento presente", recalca.
En cambio, dice, "si estás aislado por más de 14 días, sin contacto con ninguna persona, y tomas todas las medidas de prevención, eso es mucho más seguro que hacerte un PCR 2 o 3 días antes de hacer la visita".
Es por esto que enfatiza que "la medida de prevención es lo único que puede hacer consciente que lo estoy utilizando de forma correcta y que no estoy poniendo en riesgo ni yo ni a la otra persona".
¿Cómo ha cambiado el uso de la mascarilla y qué sabemos sobre su efectividad?
Las mascarillas se han vuelto parte fundamental de nuestras vidas. A casi un año de la llegada del primer caso a Chile, se han vuelto tan imprescindibles como el usar zapatos para poder salir de nuestras casas.
Pero en un principio no era así: en febrero se creía que era suficiente con el lavado de manos, cubrir la boca con el codo al estornudar y evitar contacto con personas con enfermedades respiratorias. Esta era una gráfica del Minsal donde la mascarilla no figuraba en las medidas de prevención. Sin embargo, todo cambiaría después de algunas semanas.
Ya en marzo -tras la confirmación de los primeros casos en el país- se instruía el uso de mascarilla para personas con síntomas o para quienes estuvieran a cargo del cuidado de contagiados. El 14 de marzo se comenzó a exigir su uso en el metro y en abril se actualizó el protocolo sanitario para exigir su uso en espacios públicos, como los supermercados. E incluso el Minsal publicó un instructivo para fabricar mascarillas caseras con una polera.
¿Cómo ha cambiado la evidencia?
Lo que sabíamos en febrero:
En Chile, estaba reservada para el personal médico, ya que se quería evitar un quiebre de stock. Incluso, no formaba parte de la estrategia de prevención de casos
Lo que sabíamos a mediados de año:
La mascarilla quirúrgica -de tres capas o N95- era considerada una manera segura de disminuir el riesgo de contagio.
Aunque se recomendaba su uso, fue con el paso de los meses que fue surgiendo evidencia las características que debían tener las mascarillas caseras. Sobre este tema, un estudio de científicos estadounidenses publicado a fines de abril concluyó que las mascarillas caseras tenían mejor rendimiento cuando estaban hechas de múltiples capas de telas mezcladas entre sí, como algodón-seda, algodón-franela o algodón-gasa, ya que la superposición de telas generaba un efecto combinado de filtración mecánica y electrostática, lo que provocaba un mayor potencial para proteger a las personas de las partículas de aerosol del tamaño del coronavirus y también contra los gérmenes.
En junio de 2020 la OMS publicó un instructivo en que recomendaba mezclar telas como el TNT (la de la mayoría de las bolsas de género de supermercado), el poliéster y el algodón. Y se instó a los gobiernos a fomentar el uso de la mascarilla en lugares públicos. Con todo, el organismo fue enfático en que la mascarilla debía ser parte de una estrategia conjunta, y que no reemplazaba la efectividad del distanciamiento social y el lavado frecuente y correcto de manos.
Lo que sabemos en la actualidad:
Un estudio de académicos alemanes publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) determinó que el uso obligatorio de mascarillas reduce la probabilidad de infectarnos de coronavirus en hasta un 70%, siendo una medida especialmente relevante debido al bajo costo en comparación al gasto en salud que genera un contagio.
Sin embargo, no da lo mismo el tipo de mascarilla. En cuanto a las caseras, han habido cambios en la forma correcta de realizarlas. Si en julio se recomendaba que fuera de tres capas distintas, ahora la especificación es mucho más clara:
- Capa exterior: tela impermeable o repelente de agua
- Capa intermedia: que sea de un material filtrante, como el algodón.
- Capa interna (que da hacia el rostro): que sea de una tela absorbente, para evitar que la humedad traspase las otras capas de la mascarilla.
La académica del Departamento de Enfermedades Infecciosas de la UC, Camila Carvajal, explica que junto con lo antes expuesto se debe considerar que la mascarilla quirúrgica tiene un tiempo de uso, que varía entre 4 a 6 horas, de acuerdo al uso. La clave es: apenas notemos que la mascarilla está húmeda, es momento de cambiarla por una nueva.
La académica asegura que esto es un elemento que no ha sido bien interiorizado entre la población, donde no es tan poco frecuente ver personas con mascarillas quirúrgicas deterioradas e incluso sucias debido al uso en más de una oportunidad. "La mascarilla de tres pliegues es desechable, y tengo que cambiarla; no puedo usar la misma mascarilla una semana", explica.
En este sentido, detalla que "si voy a usar una mascarilla desechable, tengo que cuidarla y tengo que cambiarla. Lo mismo la mascarilla de tela, que tengo que lavarla. Tengo que usar una mascarilla limpia y seca todos los días".
Y, tan importante como lo anterior, es tener la mascarilla siempre cubriendo la boca y la nariz, sin intervenirla en ningún momento: LA MASCARILLA EN EL MENTÓN NO SIRVE.
¿Es necesario usar siempre una mascarilla quirúrgica?
No siempre, dice la experta. En situaciones cotidianas, como ir a un supermercado, o a la plaza, resulta suficiente una mascarilla casera con las características antes descritas (tres telas, una repelente de agua, una de algodón y una absorbente).
Pero si deseo tener mayor seguridad, la mascarilla quirúrgica de tres pliegues es una buena alternativa. En el caso de las mascarillas con KN95 o N95, Carvajal señala que estas, "están recomendadas para ambientes clínicos que están en contacto directo con pacientes cursando la enfermedad y contagiando". Esto, sumado a su mayor costo hacen de una opción no tan recomendable para uso diario.
¿Debiera comprar una KN95 para hacer un viaje en bus o en avión? La experta dice que "puede ser una recomendación, pero la verdad es que la mascarilla quirúrgica, si todas las personas en el bus utilizan la mascarilla de manera correcta debería ser suficiente".
Sin embargo, en caso de que se detecte un caso de coronavirus al interior del medio de transporte, lo más probable es que las personas que están sentadas adelante, atrás o al lado van a quedar como contactos estrechos debido a que se trata de un ambiente cerrado, lo que aumenta el riesgo, independiente del uso de esta medida de protección.
En cuanto a cuanto a los escudos faciales, la CDC es categórica en que estas no deben reemplazar la mascarilla, sino que servir de complemento, especialmente para la protección de los ojos.
"El escudo facial es una barrera mecánica, evita que las gotitas que las personas emiten cuando respiran, hablan o se ríen, salga directamente hacia adelante, sino que más bien salen hacia abajo y hacia arriba. Pero eso no evita que no haya carga viral en el ambiente, porque no se está filtrando nada, al estar sin mascarilla", explica la académica de la UC.