Con fecas de ratones y temperaturas extremas: Conscriptos relatan cómo era Pacollo, el lugar donde falleció Franco Vargas
El pasado 27 de abril falleció el soldado conscripto Franco Vargas de la Brigada Motorizada N°24 “Huamachuco” de Putre, tras una marcha de entrenamiento.
La querella interpuesta por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) establece que la situación ocurrió en medio de una instrucción en el sector de Pacollo, realizada desde el 21 de abril en adelante.
Los soldados denunciaron a la institución haber sido “sometidos a golpes de pies y puño por parte de sus superiores a cargo”, incluso cuando dormían.
Asimismo, declararon que debían hacer caminatas nocturnas con temperaturas de -15 grados sin la ropa adecuada. Mientras que, en el día, tampoco utilizaban la protección solar mínima, considerando que estaban a 4.600 metros sobre el nivel del mar.
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Cómo era Pacollo, el lugar donde murió el conscripto Vargas
Según los soldados, el lugar donde debían comer era llamado “el rancho”, donde estaban expuestos a “fecas de ratones en los espacios de preparación y consumo de alimento”.
“El rancho” tenía el techo en mal estado y se pasaba de frío, en el lugar cocinaban en ollas donde luego debían comer todos juntos utilizando las manos y unas bandejas de acero.
Además, habrían sido obligados a utilizar letrinas grupales “sin acceso a medidas higiénicas de aseo personal”. “Espacios saturados de excrementos humanos, sin agua corriente, jabón ni papel higiénico, en grupos de hasta 15 personas defecando al mismo tiempo”, detalla el documento.
Uno de los denunciantes, declaró que en reiteradas ocasiones solicitó papel higiénico. “Allá literalmente le dio estreñimiento por aguantarse; a veces no tenía cómo ir al baño porque no tenía para limpiarse”, dice la querella.
“Los baños en Pacollo eran bastantes nauseabundos y se encontraban muy alejados de las cuadras. Eran como mesas con hoyos, en que los hacían pasar de a quince personas haciendo, en conjunto, porque no había puerta ni separación. Eran hoyos pegados, de no más de veinte centímetros por retrete”, agrega.
Otros de los conscriptos detalló que “el techo tenía agujeros que dejaban pasar el aire frío, no había ventanas, el lugar siempre estaba expuesto al frío. Les hicieron entrega de ropa de abrigo adecuada, pero rara vez les permitían utilizarla”.