Condenan a presidio perpetuo y otros 15 años de cárcel a pedófilo que violaba a su hijastra en Chillán
El Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Chillán condenó a presidio perpetuo y 15 años de presidio al hombre que sometió a su hijastra para ser violada por diferentes sujetos durante más de diez años.
Se trata del profesor particular y teólogo adventista de 64 años, quien violó a su hijastra desde los ocho años hasta los 19. Además, invitaba a otros hombres a que hicieran lo mismo. En la investigación, la fiscalía identificó a 13 hombres (más el líder de la red) en 130 videos y más de 16 videos pornográficos.
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En la tarde de este sábado, el tribunal ñublense lo condenó a “penas de presidio perpetuo por violaciones y abusos sexuales reiterados más otros 15 años de presidio por almacenamiento y producción de material pornográfico infantil obtuvo la Fiscalía de Chillán en contra de M.A.O.B, el principal imputado en una red de esta naturaleza que tuvo como víctima a una joven que sufrió estos delitos desde los 8 años y durante una década, en Chillán”.
“Otros cuatro acusados también fueron condenados en juicio oral, a los que se suman 9 imputados ya condenados en procedimientos abreviados a penas que suman 5 años de presidio para cada uno”, informaron mediante un comunicado.
El fiscal Richard Urra mencionó que “el trabajo que se realizó por la unidad de delitos sexuales de la Fiscalía Regional y de la Brigada de Delitos Sexuales (Brisex) de la PDI fue muy intenso, profesional y acucioso, pues se analizaron más de 16 mil imágenes y 134 videos de connotación sexual, más de 600 conversaciones por redes sociales, más de 60 días de interceptaciones telefónicas y múltiples declaraciones para obtener la condena de todos estos imputados”.
“Es importante destacar que el tribunal acogió la circunstancia comisiva que planteó la Fiscalía, esto es que la víctima estaba incapacitada para oponer resistencia, pero ésta no era una incapacidad física, sino que psicológica”, comentó el fiscal.
En esta línea, explicó que “la teoría que planteamos es que el imputado principal, al llegar a temprana edad a la vida de la víctima, cuando ella tenía 8 años, la empieza a programar para que entendiese que las conductas a las cuales fue expuesta eran normales y fue así que logró aprovecharse, tanto él como los otros condenados, de esa programación que generó en la víctima”.