La Unesco subrayó este martes que se requiere una transformación profunda de la educación para hacer frente a los desafíos que afronta la humanidad y el planeta.
En su informe anual de seguimiento de la educación en el mundo, el organismo hace un llamado a un avance más decidido en este campo y advierte que de mantenerse la tendencia actual, la educación primaria universal se conseguirá recién en 2042.
Del mismo modo, señala que el acceso universal al primer ciclo de la educación secundaria se alcanzará en 2059 y al segundo ciclo, en 2084.
Eso implica que los objetivos trazados dentro del plazo de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se cumplirán con medio siglo de retraso, lamentó la Unesco.
Por otra parte, el estudio deja claro que se debe prestar más atención a las cuestiones ambientales.
En este sentido, menciona que en Brasil, Argentina, Uruguay y México, más del 60% de los estudiantes mayores de 15 años apenas tiene conocimientos básicos sobre cuestiones del medio ambiente.
En los planes de estudio de la mitad de los países del mundo no se hace ninguna mención explícita al cambio climático ni a la sostenibilidad ambiental. En los casos de Argentina y Haití tampoco aparece ningún término relacionado con el desarrollo sostenible.
El desarrollo social influye en la educación
Igual que la educación tiene efectos positivos en el desarrollo social, este influye en la educación, positivamente o –cuando no es inclusivo– negativamente. La salud y la nutrición son una base de los sistemas educativos: condicionan la capacidad de los niños para asistir a clase y aprender y la capacidad de sus familias para darles apoyo.
El acceso de los profesores a atención de salud de calidad salud puede disminuir el ausentismo y las bajas por ’desgaste’. El acceso a agua, salud, higiene y energía tiene una influencia positiva en la educación. En Ghana, la reducción a la mitad del tiempo dedicado a acarrear agua aumentó la asistencia a la escuela de las niñas y muchachas, especialmente en las zonas rurales. En el Perú rural, paralelamente a que la cantidad de hogares con acceso a electricidad aumentase del 7,7% en 1993 al 70% en 2013, el tiempo de estudio de los niños aumentó en 93 minutos al día
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