El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se negó el miércoles a comprometerse a un traspaso pacífico del poder en caso de una derrota en las elecciones del 3 de noviembre, lo que provocó reacciones indignadas de su oponente demócrata e incluso dentro de su propio campo.
"Tendremos que ver qué pasa en ese momento", dijo Trump en una conferencia de prensa en la Casa Blanca al ser interrogado si se comprometía a garantizar un traspaso no violento del mando independientemente del resultado de las elecciones entre él y el demócrata Joe Biden.
Biden reaccionó de inmediato a estos comentarios del magnate republicano, que juega regularmente con la idea de no reconocer los resultados de las elecciones.
"¿En qué país vivimos? Es una broma. Quiero decir, ¿en qué país estamos? Dice las cosas más irracionales, no sé qué decir", declaró el candidato demócrata.
El senador republicano Mitt Romney, un crítico excepcional de Trump en las filas conservadoras, también protestó.
"La transferencia pacífica del poder es fundamental para nuestra democracia; sin ella seremos como Bielorrusia. Cualquier sugerencia de un presidente de que puede evadir esta garantía constitucional es impensable e inaceptable", afirmó en Twitter.
Actualmente rezagado en las encuestas, el presidente republicano se queja regularmente de las condiciones de organización de las elecciones y afirma que el voto por correo es una fuente potencial de fraude.
Esta afirmación no ha sido demostrada, pero se espera que la votación epistolar sea mucho más utilizada que habitualmente este año debido a la pandemia de covid-19.
Trump pareció el miércoles llamar a una anulación del voto epistolar.
"Desháganse de estas papeletas y será muy pacífico, no habrá transferencia del poder, realmente, será una continuación", dijo.
Estas ambiguas declaraciones de Donald Trump se inscriben en un contexto de tensión en Estados Unidos.
La muerte el viernes pasado de la integrante de la Corte Suprema de Justicia Ruth Bader Ginsburg ofrece al presidente la oportunidad de nombrar a un nuevo magistrado en una institución que decide cuestiones sociales cruciales, como el derecho al aborto o al porte de armas.
El alto tribunal, que también arbitra en las disputas durante las elecciones presidenciales, puede llegar a pasar a ser dominado de manera duradera por el campo conservador.