Dos días después de la catástrofe por el desborde de tres ríos en la capital del departamento sureño de Putumayo, muchos que lograron salvarse del "mar de lodo" se aglomeran en el hospital de Mocoa o a frente al cementerio para saber algo de los suyos.
Con el barro no totalmente seco, "sigue la labor de búsqueda para encontrar sobrevivientes, aún estamos dentro de la ventana de las 72 horas posteriores a un desastre así", dijo a AFP un portavoz de la Cruz Roja Colombiana (CRC). Ésta podría cerrarse este lunes.
"Vomité harto barro"
Entre quienes no encuentran consuelo tras perder a un ser querido, algunos luchan por sus vidas tras tragar, respirar y hundirse en el lodo.
"Estaba muriendo por falta de aire, ¿qué hice?, me metí el dedo a la boca, vomité harto barro, me seguí metiendo el dedo a la boca, vomité más barro. Estornudaba barro, todo era barro, hasta que pude volver a respirar otra vez", contó Carlos Acosta a la AFP, en un refugio donde se recupera de decenas de cortadas y golpes.
Pero el dolor no es solo físico.
La noche del viernes, este hombre de 25 años dormía con su hijo Camilo de tres años a su lado, cuando de pronto despertó porque el agua inundaba con fuerza su casa.
"Alcancé a coger a mi bebé del brazo, pero nos arrastró el agua y luego me golpearon mucho las piedras", contó. Quedó inconsciente y cuando volvió en sí, no había rastro del niño.
Carlos pudo abrazarse a un palo y salvar su vida. Pero el lodo se llevó a su pequeño.
Muchos heridos "de gravedad"
Según dijo el domingo el presidente Juan Manuel Santos, la avalancha dejó 203 heridos, "muchos de gravedad" que están siendo atendidos en hospitales de Mocoa y otras ciudades: al menos 68 han sido trasladados en aviones acondicionados.
"Sé que expreso el deseo de todos los colombianos por su plena recuperación", aseguró el mandatario, que el sábado y domingo supervisó en Mocoa las labores de rescate y los trabajos para intentar restituir los servicios básicos en esta ciudad amazónica.
Santos explicó que la avalancha destruyó el acueducto local, que tardará un año en ser nuevamente construido, y dijo además que el servicio eléctrico quedó "gravemente afectado", no solo en la capital sino en "medio departamento de Putumayo".
En Mocoa hay 45.000 afectados, según la Cruz Roja. La energía eléctrica se restablecía parcialmente desde el domingo con plantas auxiliares, pero por sus calles se veían decenas de personas apiñadas frente a una generadora eléctrica provisional para enchufar sus teléfonos móviles.
"Esto ha sido terrible, a mi casa no le pasó nada, pero saqué a mi esposa y a mi hijo de cinco años donde unos familiares, porque acá sin luz, sin poder cocinar ni nada es muy difícil estar", contó a AFP Julio Pardo, un comerciante de 32 años que cargaba su celular en la estación policial.
"No existe" nueva amenaza
El miedo a otra avalancha crece con la menor llovizna e incluso la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) debió desmentir que haya un peligro inminente.
Las autoridades "realizaron un sobrevuelo por la zona afectada, con el fin de identificar posibles represamientos en ríos que puedan generar una nueva emergencia, confirmando que NO existe una nueva amenaza de avalancha para el municipio", dijo en un comunicado.
Este alud, que ha despertado la solidaridad mundial, supera al último gran desastre natural de Colombia, un deslave en la localidad de Salgar, que dejó 92 muertos en mayo de 2015.
Las fuertes lluvias en Sudamérica no solo han golpeado a Colombia, también han afectado a Perú, con 101 muertos y más de un millón de damnificados, y a Ecuador, con 21 muertes desde enero y más de 9.000 familias afectadas.
Las donaciones comienzan a llegar. Una de las más fuertes es la de China, que entregó 1 millón de dólares.