Steven Brandenburg, un hombre de 46 años que trabajaba en un hospital de Wisconsin, en Estados Unidos, sigue sumando acusaciones y cuestionamientos por su actuar reciente.
Y es que el hombre se hizo conocido a nivel mundial por haber arruinado 500 dosis de vacunas contra el COVID-19, las cuales iban a ser utilizadas en la primera etapa de inoculación en el país norteamericano.
Su negligencia le costó el puesto y, además, una detención que lo llevará a enfrentar a la justicia por los cargos de poner en peligro imprudente la seguridad, adulteración de medicamentos recetados y el daño a la propiedad privada.
Sin embargo, durante este fin de semana se sumó un nuevo antecedente a la controversial historia protagonizada por Brandenburg.
Esto a raíz de la acusación de su jefe, el doctor Jeff Bahr, quien indicó, según consigna New York Post, que no manipuló una, sino dos veces las dosis de vacunas.
En ese sentido, se habla de que habría dejado sin refrigerar las dosis en dos ocasiones, por dos noches seguidas.
Se trataría de 57 viales, las que fueron dejadas a temperatura ambiente por más de 24 horas, durante el 24 y 25 de diciembre.
Sobre las repercusiones que esto podría provocar en la población inoculada, Bahr apuntó que "no hay evidencia de que las vacunas les hayan causado algún daño aparte de ser potencialmente menos efectivas e ineficaces".
Por lo pronto, se esperan mayores definiciones en la investigación y en el proceso judicial que tiene como gran protagonista a Steven Bradenburg.