por Florence PANOUSSIAN con Santiago PIEDRA SILVA en Pedernales
AFP
Casi cuatro días después del potente terremoto que dejó 480 muertos y 1.700 desaparecidos en la costa ecuatoriana, los sobrevivientes empiezan a sentir este miércoles los efectos de la escasez de agua y víveres, que se suman a los frecuentes cortes de luz.
"No tenemos agua, ni alimentos. Las tiendas o están cerradas o venden muy caro. Algunas pasaron los precios de uno a cinco dolares", reclama a la AFP Andrés Mantuano, en la ciudad de Manta (estado Manabí, oeste, de lejos el más afectado).
En este puerto pesquero, como en casi toda la costa del Pacífico ecuatoriano, el mal estado de las carreteras (que dificulta la distribución), el temor a saqueos y la inestabilidad de los edificios han llevado a clausurar las puertas de muchos comercios, e incluso algunos pasan las horas protegidos por las fuerzas de seguridad.
Y la ausencia de lo básico, sobre todo agua y alimentos, comienza a irritar a la población.
"En 25 minutos nos llegan miles de raciones más. Un poco de paciencia", respondió megáfono en mano el presidente Rafael Correa ante las quejas de los ciudadanos en una visita a esta localidad que más parece una zona de guerra.
Mientras tanto, más de 900 socorristas, bomberos, médicos y especialistas de 20 países, entre ellos Colombia, Chile, México, Venezuela y España, continúan buscando -sin descanso y con perros adiestrados- señales de vida entre los escombros.
Sin embargo, muchas veces los familiares se desesperan por la demora en la remoción de restos mientras el olor de los cuerpos en descomposición se vuelve más intenso.
Ayuda internacional
Según los últimos balances oficiales, al menos 480 personas murieron, otras 4.605 están heridas y unas 1.700 siguen desaparecidas tras el violento terremoto de 7,8 grados, el peor en casi 40 años. Pero las autoridades advierten que esas cifras seguirán aumentando en las próximas horas.
Ciudadanos británicos, dominicanos, colombianos, canadienses y cubanos se encuentran entre los fallecidos, según la cancillería, cuya línea telefónica abierta las 24 horas ha recibido unas 1.700 llamadas diarias de quienes buscan a sus seres queridos.
El sismo dejó unos 800 edificios derruidos, 600 edificaciones afectadas, y numerosas carreteras reventadas e infraestructuras colapsadas en zonas turísticas, unos daños que Correa calculó en USD 3.000 millones, "dos o tres puntos del PIB", lo cual es otro duro golpe para este país ya severamente azotado por la caída del precio del petróleo.
Varios países ofrecieron su ayuda al gobierno ecuatoriano.
Estados Unidos enviará un equipo de la Agencia Estadounidense de Ayuda para el Desarrollo Internacional (USAID) para participar en "la distribución de ayuda de emergencia", mientras que Cuba envió una brigada médica especializada y un equipo de socorristas.
Este miércoles, tiene previsto partir de Colombia una avión de la Fuerza Aérea con más de 2.000 carpas y otros productos de primera necesidad, que se suman a los miles de brigadistas y decenas de miles de galones de agua potable mandados hace días.
Otros países que han mandado ayuda son México, Panamá, España, Chile y Bolivia.
"Ya han repartido las raciones"
En Pedernales, un balneario 180 km al norte de Manta y epicentro del terremoto que dejó la ciudad de 60.000 habitantes destruida, un pequeño campo de fútbol quedó convertido en el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), que incluye morgue, centro de atención médica y central de distribución de productos básicos.
"Venimos a pedir comida, pero no hay, ya han repartido las raciones", comentó a la AFP Gema Guillén, madre de tres hijos que perdió la casa y cuya familia "está durmiendo en la tierra".
Ahí se reparten ropa, alimentos y medicinas, papel higiénico y pañales llegados gracias a donaciones públicas y de particulares de todo el país. En supermercados de Quito muchos clientes compran esos productos para mandarlos a las zonas afectadas, constató la AFP.
Según Unicef, unos 150.000 niños fueron afectados por el sismo.
Centenas de réplicas de diferente magnitud se han sentido tras el sismo del sábado, y los expertos esperan que continúen en los próximos días en este país declarado "en estado de excepción".
Pese a ello, subidos sobre las montañas de escombros, los bomberos siguen sus tareas de rescate, y algunos cuestionan la rapidez con la que algunas brigadas usaron las excavadoras.
"Lastimosamente no permitieron las 72 horas que se debe permitir para que los grupos trabajen en su parte de operaciones. Desde el domingo ya hicieron remoción con maquinaria pesada, reduciendo mucho los espacios de vida en la estructura", declaró a la AFP el teniente Ricardo Méndez, comandante de socorristas de los bomberos de la ciudad colombiana de Pasto.