El terrorífico 'sonido' de la tierra que pueden sentir los animales antes de un sismo
Algunas grabaciones de los momentos previos al primer terremoto que golpeó hace unos días a Turquía y Siria mostraron un comportamiento extraño en las aves. No es la primera vez que se insinúa que los animales, en este caso domésticos, pueden sentir cuando un sismo está a punto de ocurrir. De hecho, algunas investigaciones han profundizado en ello con anterioridad.
Pero la pregunta que cabe hacerse es ¿Qué es lo que inquieta tanto a los animales y que nosotros no notamos notamos? La clave está en las ondas que captan.
Un sismo/terremoto es un movimiento de la superficie terrestre. Es un proceso de liberación súbita de una gran cantidad de energía debido principalmente al roce de placas tectónicas, fallas geológicas o volcanismo.
Esta liberación genera ondas que viajan en todas las direcciones alrededor de la fuente del sismo. Las principales son las llamadas 'P' y 'S'.
De acuerdo a lo señalado por el Dr. Hernando Tavera, jefe del Instituto Geofísico del Perú (IGP) al medio La República, "las ondas P se propagan de manera directa, como una bala. En tanto, las ondas S lo hacen en zigzag (hacia arriba y hacia abajo) y son las que destruyen el suelo y las estructuras".
Las ondas P son las primeras en ser detectadas por los sismógrafos y por distintas especies, incluidos perros y gatos. "Estos animales pueden percibirlas, les afecta el oído y se comportan de manera anormal", explicó Tavera.
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Para los humanos, en cambio, estas ondas se encuentran en frecuencias muy bajas para ser escuchadas.
En relación al sonido en sí, en 2011 la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) detectó, con un hidrófono en el litoral de Alaska, un terremoto de magnitud 9.0 ocurrido en Honshu, Japón.
Tras revisar el registro, los científicos aceleraron las ondas producidas por el sismo para que sonaran en una frecuencia lo suficientemente alta para que sean escuchadas por las personas.
En el video, a partir del minuto 0.39, se logra apreciar el sonido aterrador de la onda inicial (P) y, más de 30 segundos después, la sacudida más violenta (ondas S).