Dos cosmonautas rusos y un astronauta estadounidense despegaron este viernes rumbo a la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés) en una misión que conmemora el 60 aniversario del envío del primer hombre al espacio, Yuri Gagarin.
Su cohete Soyuz se alejó de la gravedad de la Tierra como estaba previsto a las 07h42 GMT desde el cosmódromo ruso de Baikonur (Kazajistán).
Para la ocasión, el lanzador estaba decorado con el perfil en blanco y azul de Gagarin, su ilustre predecesor, cuyo legendario vuelo se remonta al 12 de abril de 1961.
"Todos los parámetros están dentro de la norma", señaló el centro de control, calificando el vuelo de "normal".
Unos nueve minutos después del despegue, el Soyuz, bautizado para la ocasión con el nombre de Gagarin, se separó sin problemas a una altura de unos 200 km.
Oleg Novitski y Piotr Dubrov, de la agencia rusa Roscosmos, y Mark Vande Hei, de la NASA, permanecerán seis meses en la ISS. La cápsula tiene previsto acoplarse poco después de las 11h00 GMT.
Durante la tradicional conferencia de prensa previa al viaje, aseguraron que celebrarán, el 12 de abril, los logros de su ilustre predecesor.
"Lo celebraremos juntos", dijo Piotr Dubrov, de 43 años, que emprende su primera misión espacial. "¡Y trabajaremos duro!", aseguró.
Cada año, Rusia conmemora el aniversario del vuelo de Gagarin con gran devoción y enorme orgullo, y se depositan flores en los numerosos monumentos que jalonan el país en su memoria.
El viernes, los tres hombres despegaron de Baikonur, como Gagarin, pero desde una plataforma de lanzamiento diferente a la suya. Esta está siendo modificada, al menos hasta 2023, para poder recibir una nueva generación de cohetes Soyuz.
La misión de Gagarin, que duró 108 minutos, fue una gran victoria para la Unión Soviética en la carrera al espacio que le oponía a Estados Unidos.
El cosmonauta, a su regreso a la Tierra, fue utilizado por la propaganda soviética hasta su muerte trágica en un accidente de avión en circunstancias oscuras, en 1968.
Tiempos duros
No obstante, las celebraciones de la misión de Gagarin no esconden las dificultades del sector espacial ruso.
Aunque se aprovechan de una gran experiencia y material fiable, como el legendario Soyuz, que data de la época soviética, Rusia tiene dificultades para innovar y ha sufrido varios problemas técnicos en misiones recientes, así como problemas de financiación y corrupción.
El año pasado, también perdió el monopolio de los viajes hacia la ISS y ahora compite con SpaceX, la empresa de Elon Musk. Una nueva realidad que podría significar falta de ingresos para Roscosmos, que hasta ahora facturaba varios millones de dólares a la NASA por cada lugar hacia la ISS.
La próxima misión de Space X hacia el ISS despegará el 22 de abril desde Florida.
El jefe de la agencia rusa se jacta de grandes proyectos, que van desde la construcción de una estación lunar con China a la construcción de uno nuevo transbordador ultramoderno. Pero faltan los medios.
Año tras año, los recursos de Roscosmos se han ido reduciendo a favor de proyectos militares, prioritarios para el Kremlin.
Las tensiones rusoestadounidenses también han debilitado la cooperación espacial, uno de los escasos sectores de colaboración preservados entre los dos enemigos geopolíticos.
El proyecto del ISS, lanzado en el año 2000, tiene previsto concluir antes de 2030. Por el momento no se perfila ningún otro gran proyecto para mantener una cooperación internacional equivalente.
Las tripulaciones son los mejores promotores de la necesidad de ayudarse mutuamente para progresar.
"Competíamos al principio de los vuelos habitados y es una de las razones que explican nuestro éxito", dijo el astronauta Mark Vande Hei el jueves.
"El tiempo ha pasado y hemos comprendido que podíamos hacer más cosas juntos. Espero que siga", agregó.