La tatuadora y artista china que graba con tinta las historias de sus clientas
La tatuadora china Song Jiayin lleva dos años inmortalizando con tinta las memorias, esperanzas y miedos de cientos de clientas, unas creaciones que graba y cuelga en las redes como símbolo de empoderamiento de las mujeres del gigante asiático.
Sus diseños, desde una puesta de sol a un estilizado útero o incluso reproducciones de sus mascotas, son tan variados como las motivaciones de las mujeres para grabarse esas creaciones en la piel.
Pero en un país donde los espacios para la expresión de las mujeres se redujeron en los últimos años, un tatuaje puede convertirse en un acto de empoderamiento.
"Cuando escoges tatuarte y escoges una imagen distinta para poner en tu cuerpo, de hecho estás actuando para decir: yo controlo mi cuerpo", dijo Song a la AFP.
Durante largo tiempo, el Partido Comunista de China ha buscado controlar los cuerpos femeninos a través de una legislación reproductiva coercitiva como la ya abandonada política del hijo único.
Bajo la presidencia de Xi Jinping, las autoridades aumentaron la vigilancia sobre cualquier tipo de activismo feminista, restringiendo las oenegés, arrestando destacadas figuras o suspendiendo cuentas de redes sociales.
La norma en China continúa siendo valorar a la mujer por su apariencia y el criado de los hijos, una visión reforzada por los medios estatales y la cultura popular.
Song, que se describe como feminista, ve su proyecto como un documental con el que confía promover las voces femeninas mediante las entrevistas con sus clientas y desafiar los estereotipos.
"Quiero dar (a las mujeres) una mayor plataforma para que la gente vea qué expresan", dice.
Los videos de "1.000 chicas" se ciñen a un formato simple, con siempre la misma pregunta para romper el hielo: "¿Cuál es tu símbolo del zodiaco?".
Pero durante la conversación, las entrevistadas comparten pensamientos íntimos sobre salud mental, género, la ansiedad de envejecer o la muerte de personas queridas.
"La peor forma" de machismo
El mes pasado, en el estudio repleto de libros de Song, Liao Jingyi estaba ilusionada por participar en este proyecto y hacerse su primer tatuaje.
Tumbada en la mesa con una pierna de sus tejanos remangados, la joven de 27 años se agarra mientras la aguja se desliza sobre la piel de su gemelo, empezando a dar forma a unas olas que rompen contra unas rocas.
Se inspiró por las palabras de un profesor universitario al que admiraba, que le dijo que debía ser como "una roca cuyos bordes no se han desgastado".
Aunque los tatuajes no son extraños en las zonas más cosmopolitas de China, las mujeres todavía deben hacer frente al escrutinio sobre su imagen.
Y estas creaciones de tinta, discordantes con el estilo tradicional, todavía hacen fruncir el ceño en círculos conservadores.
El reciente suicidio de una joven que se convirtió en objeto de abusos misóginos en línea tras colgar una fotografía suya con el pelo rosa puso luz a la intensa presión que pueden sufrir las mujeres.
"Cuando una mujer no se conforma, es atacada y su moralidad es cuestionada (...) Es sexismo, anclado en la desigualdad de género, en su peor forma", dijo a la AFP la escritora Lijia Zhang.
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"¿Puedo ser yo misma?"
Para muchas clientas de Song, tatuarse significa la reprobación en casa y en el trabajo.
Una mujer en la treintena, que eligió un motivo de arcoíris, dijo que quería tatuarse desde joven, pero su novio la amenazó con romper con ella.
Otra mujer, una doctora que optó por un diseño basado en las hortensias rosas de sus abuelos, dijo que en su hospital muchos pacientes sentirían que una doctora tatuada "no parece suficientemente responsable".
Song recuerda con especial emoción a una mujer en la cuarentena que acudió para su primer tatuaje. "He sido madre, mujer. ¿Ahora puedo ser yo misma haciéndome un tatuaje de lo que yo quiera?", le dijo.
Uno de los tatuajes de Song, cerca de su hombro, destaca especialmente.
Muestra una cadena rota en un tributo a Xiaohuamei, una mujer que fue hallada atrapada en una chabola en la China rural, encadenada y con un candado alrededor de su cuello.
El caso, que se considera vinculado a la trata de personas, conmocionó el país. Numerosas clientas suyas pidieron el mismo diseño.
"Creo que cualquier mujer que vea esto, también que la forzaron a tener ocho niños, sentiría un inmenso dolor en el corazón", afirma Song.
"Creo que hemos sufrido por demasiado tiempo. Esta lucha de las mujeres para obtener derechos ha durado demasiado", añade.