Shirley Chisholm: mucho antes de Clinton hubo otra candidata presidencial demócrata y era negra
Mucho antes de que Barack Obama o Hillary Clinton aparecieran en la escena política de Estados Unidos, Shirley Chisholm ya había roto barreras de raza y género: fue la primera mujer de negra en lanzar una candidatura presidencial por uno de los principales partidos en Estados Unidos.
Pero, ¿por qué entonces no se sabe más de este personaje que se adelantó a su época?
Hace 40 años, Shirley Chisholm hizo historia cuando anunció que lanzaba su candidatura para la Casa Blanca. Su intento de llegar a la presidencia no duró mucho, pero el simbolismo de su acto fue tan potente en aquel momento como lo sigue siendo ahora.
Fue una pionera de su generación, una mujer que fue primera en muchos aspectos: la primera afroestadounidense representante al Congreso, la primera afreoestadounidense en lanzarse a la presidencia y la primera mujer en buscar la nominación presidencial del Partido Demócrata.
"Ella allanó el camino para que yo pudiera pisar el Capitolio", dijo recientemente Kimaya Davis, de 22 años, que es asistente de un comité del Congreso.
Davis es negra y logró su puesto después de ser pasante para la Delegación de Congresistas Negros, una agrupación fundada por Shirley Chisholm que representa a los miembros afroestadounidenses del Congreso.
"Es por ella que pude conseguir esa pasantía que ayuda a jóvenes estudiantes negros. Muchos como yo no tenemos contactos familiares ni somos privilegiados".
La meta era congregar el mayor número de jóvenes en la zona de Palm Coast, donde Chisholm se retiró y vivió sus últimos años, para aprender más sobre ella.
Él creó en Twitter la etiqueta #IKnowNow (ahora sé), para difundir más información sobre Chisholm.
Nacida en 1924, en Brooklyn, Nueva York, Shirley Chisholm pasó parte de su infancia con su abuela en Barbados y luego regresó con sus padres en Nueva York para concluir sus estudios.
Después de licenciarse como maestra, trabajó en el ámbito del bienestar infantil, donde desarrolló un fuerte interés por la política.
Fue integrante de la Asamblea Estatal de Nueva York y en 1968 hizo historia al convertirse en la primera mujer negra en ser elegida a la Cámara de Representantes de EE.UU.
Chisholm en sus propias palabras
- "Si no te dan un puesto en la mesa, trae tu propio asiento".
- "Una tremenda cantidad de talento se desperdicia en nuestra sociedad sólo porque ese talento viste una falda".
- "El estereotipo emocional, sexual y psicológico de las mujeres empieza cuando el médico dice: '¡Es niña!'".
- "¿Por Dios, ¿qué es lo que queremos? ¿Qué es lo que cualquier ser humano quiere? ¿Retiremos la pigmentación accidental de una delgada capa de piel exterior y no hay diferencia entre cualquier otra persona y yo".
- "Al fin de cuentas, antinegro, antifemenino y todas las formas de discriminación equivalen a lo mismo: antihumanismo".
"No tengo intención de quedarme callada observando. Propongo expresarme inmediatamente para concentrarme en los problemas de la nación", dijo Chisholm de su nuevo cargo.
Su victoria electoral, en el marco de la lucha por los derechos civiles de la época, fue un gran hito no exento de desafíos.
"¿Te puedes imaginar ser una mujer y negra en el Congreso en ese entonces?, planteó la congresista Barbara Lee, que representa el 13 Distrito de California y es una de 35 mujeres afroestadounidenses que han servido como legisladoras hasta la fecha.
Como la primera mujer negra y la segunda mujer que integró el influyente Comité de Reglas de la Cámara Baja, ella rompió muchos techos de cristal, indicó Lee.
"Algunos hombres en el Congreso no la respetaban, ella simplemente sobresalía pero no la entendían. Pero no se doblegaba. Ella no estaba allí para congraciarse; estaba allí para cambiar las cosas".
Eso lo demostró Chisholm con el tipo de legislación que promovió como congresista, luchando en favor de los menos privilegiados y los grupos minoritarios.
Impulsó un proyecto de ley para asegurar que las empleadas domésticas recibieran prestaciones sociales y abogó por mejor acceso a la educación y por los derechos de los inmigrantes.
Promovió además una norma para ampliar el cuidado de los niños de mujeres trabajadoras, apoyó la legislación para el almuerzo escolar y ayudó a establecer una comisión nacional para la protección del consumidor y la seguridad de los productos.
Chisholm también trabajó incansablemente para expandir el programa gubernamental de estampillas de asistencia alimentaria para que estuvieran disponibles en todos los estados.
Y fue instrumental en establecer un plan adicional, el Programa Especial de Suplemento Nutricional para Mujeres, Infantes y Niños, que proveía apoyo para mujeres embarazadas.
En la política, Chisholm encontró que su género presentaba un obstáculo particular. "Me topé con más discriminación como mujer que como persona negra. Los hombres son hombres", dijo una vez.
"Tenía agallas y les dio confianza a otros para que creyeran que ellos también podían llegar a ser alguien, que somos iguales, que tu género no significa que no puedas llegar al puesto más alto en el gobierno", manifestó su ahijada Marya Boseley.
Ese deseo de romper barreras es lo que motivó a Chisholm a lanzarse a la presidencia en 1972, en busca de la nominación demócrata apenas tres años después de convertirse en representante a la Cámara Baja.
"Me lancé porque la mayoría de la gente pensaba que el país no estaba listo para un candidato negro, ni preparado para una mujer candidata. Algún día. 1972 fue el momento en que ese algún día llegara", como expresó en una entrevista de la época.
Chisholm, cuyo eslogan era "Ni vendida ni mangoneada", reconoció que nunca esperó ganar pero sí que su candidatura hubiese "cambiado el rostro y el futuro de la política estadounidense".
"Me presento ante ustedes hoy para repudiar la ridícula noción que el pueblo estadounidenses no votará por candidatos calificados, simplemente porque no es blanco o porque no es hombre", declaró a sus adeptos al lanzar su campaña.
"No creo que, en 1972, la gran mayoría de estadounidenses continúa albergando tan estrecho y mezquino prejuicio".
La representante Lee conoció a Shirley Chisholm por primera vez durante su campaña presidencial y terminó trabajando de voluntaria para ella. "Nos hablaba en español", recuerda.
"Cuando le dije que quería trabajar para ella me retó y me hizo registrarme para votar primero. Me dijo que si yo quería cambiar las cosas, debería meterme en la política".
No fue una campaña fácil. Shirley Chisholm sobrevivió varios intentos de asesinato y tuvo que entablar una demanda para asegurar que la incluyeran en los debates televisados.
Alcanzó a llegar hasta la convención demócrata, donde perdió la nominación frente a George McGovern, pero dejó una duradera impresión.
Cumplió siete periodos en el Congreso y se retiró en 1982, tras lo que regresó a la enseñanza.
Murió en 2005 a los 80 años.
A pesar de sus múltiples logros, aquellos que estuvieron cerca de ella dicen que nunca obtuvo el lugar en la historia que se merece.
"La gente ignora la historia", alegó Bosely, que tiene 47 años. "Cuando yo estaba creciendo, la historia negra era prevalente en las escuelas y ahora no lo es".
La congresista Lee concuerda en que la educación de su legado es insuficiente, "especialmente cuando todavía estamos lidiando con tantos asuntos relacionados a la inclusión de afroestadounidenses en la sociedad".
Lee cabildeó con éxito para que un cuadro de Shirley Chisholm se colocara en el Congreso y que se emitiera una estampilla en su honor.
Y en noviembre del año pasado, Chisholm recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto galardón civil presentado por el gobierno de EE.UU.
"Hay personas en la historia de nuestro país que no ven a la izquierda o la derecha, simplemente miran directamente al frente. Shirley Chisholm fue una de ellas", declaró el presidente Obama a una audiencia reunida en la Casa Blanca, cuando presentó el galardón póstumo.
"El ejemplo de Shriley Chisholm trasciende su vida. Y cuando se le preguntó cómo quería que la recordaran, tuvo una respuesta: 'Me gustaría que dijeran que Shriley Chisholm tenía agallas'. Me enorgullece decirlo: Shirley Chisholm tenía agallas".