Seres y objetos que sobrevivieron a la bomba de Hiroshima
El 6 de agosto de 1945, la mayor parte de la ciudad de Hiroshima se extinguió.
Estados Unidos lanzaba una bomba atómica para obligar a Japón a rendirse. En el camino, más de 140.000 vidas humanas se perdieron. Hiroshima y luego Nagasaki quedaron prácticamente destruidas.
Sin embargo hubo algunos testigos que sobrevivieron para contar en silencio una parte imborrable de la historia. A 70 años de la bomba atómica, les presentamos tres de ellos.
1. El bonsái Yamaki
Tiene 400 años y miles de historias que contar. Sin duda la más importante es cómo sobrevivió a una bomba nuclear.
Este bonsai, originario de la isla de Miyajima, que se cree fue plantado en 1625, para 1945 se encontraba en la villa de la familia Yamaki, a unos tres kilómetros del epicentro de la bomba.
Milagrosamente, este pino blanco enano, con forma de hongo, salvó ileso, al igual que la familia que lo albergaba.
Hoy, sin embargo, no se encuentra en Japón, sino en EE.UU.
El árbol es parte de la colección del Museo Bonsái y Penjing en Washington DC, luego de que el maestro bonsái Masaru Yamaki lo donara al pueblo estadounidense como parte de las celebraciones del bicentenario de EE.UU.
2. Un tranvía llamado Hiroshima
Algún día, fue el vagón 653. Pero luego de que el desastre nuclear golpeara la ciudad, se convirtió en uno de los tres tranvías que sobrevivieron.
Hoy ha sido completamente restaurado y es uno de los testimonios vivientes de aquella época.
Pintado de azul y gris, sus colores originales, su interior mostrará videos de testimonios de los sobrevivientes, a 70 años del lanzamiento de la bomba.
3. Los árboles superpoderosos
La conservación de los Hibakujumoku es una tarea prioritaria para los locales.
Si usted visita Hiroshima y a su paso se encuentra con un árbol con un delicado cartel amarillo marcado como "A-tree", está frente a un monumento vivo.
Los A-trees o Hibakujumoku, en el idioma local, son árboles que sobrevivieron al 6 de agosto de 1945. No sólo sobrevivieron, sino que además volvieron a florecer y hoy son parte importante de la identidad local.
Muchos de ellos están en medio de las casas.
Emplazados en parques, jardines o incluso en medio de casas, su conservación es una de las prioridades de la ciudad.
Hoy existen varios proyectos de conservación. Uno de ellos, bajo el alero del Instituto de Investigación y Desarrollo de la ONU, disemina sus semillas alrededor del mundo, como una manera de esparcir su legado y recordar lo que vivieron estos árboles ancestrales.
Entre los sobrevivientes hay especies tan diversas como sauces llorones, gingkos e incluso higueras.