Cuando en 1977 nació el primogénito de Donald Trump, su primera esposa, Ivana, insistió en que él se llamara como su padre. Su propuesta no cayó bien al empresario, quien preguntó: “¿Y qué pasa si es un perdedor?”.
Esta frase, dicha hace más de 40 años y que es parte del libro “Raising Trump” (2016) de la ex modelo checa, define en gran parte al Presidente de Estados Unidos: Él nació y se forjó para ser triunfador. Lo contrario, no está en la mente de Trump. “Me gustan los procesos creativos y me gusta ganar”, confesó con total naturalidad cuando atravesaba sus treinta años al periodista y presentador de la CNN, Larry King.
Competitivo, narcisista, con un ego desmesurado y la necesidad imperiosa de caer bien y de acaparar la atención de la gente son algunas de las características que le atribuyen a este político republicano que, según retrata la portada de la revista Time, está en llamas a un año de haberse convertido en el inquilino de la Casa Blanca.
La publicación aludía al controvertido libro “Fuego y Furia. Dentro de la Casa Blanca de Trump”, de Michael Wolff, que afirma que, a los ojos de Trump, la carrera presidencial de 2016 fue una especie de caballito de batalla, un medio para crear un programa de televisión, consolidar su marca y convertirse en el hombre más famoso del planeta. Algo así como una moneda de transacción para alcanzar sus propósitos.
“Él es el tipo de persona que está decidido a obtener lo que quiere. Si te interpones en su camino, arrasará contigo”, ha dicho el comentarista de CNN Michael D’Antonio -autor de “Never Enough: Donald Trump and the pursuit of Success” (2015) y “Truth about Trump” (2016)- destacando la habilidad del Presidente para mantenerse en el poder y en plena vigencia durante más de cuatro décadas, como pocos lo han logrado.
“Yo defino a Donald Trump como un vendedor brillante y un promotor de sí mismo que se rige por sus emociones y se resiste al cambio. El cree que es un hombre superior al resto y que sus habilidades naturales le garantizarán el éxito”, explica D’Antonio a T13 Semanal.
"El cree que es un hombre superior al resto y que sus habilidades naturales le garantizarán el éxito”
Nació y creció en Nueva York bajo las exigencias y las críticas de un exitoso millonario de la construcción, su padre, un hombre ambicioso y trabajólico. Quienes los conocen de cerca establece una correlación entre ambos. Su padre quería que siguiera sus pasos, que se convirtiera en un hombre muy rico. Fred Trump les pedía a sus hijos que todas las mañanas se miraran al espejo y soltaran un grito: “Eres un rey, eres un killer (asesino)".
“Le enseñaron a creer que tenía que ser el mejor o sino su padre lo rechazaría. Su padre se lo demostró enviándolo a la Academia Militar en contra de su voluntad. Esto lo convirtió en una persona muy insegura. Él compensó este sentimiento insistiendo en que él era genial”, dice D’Antonio. Allí Trump llegó cuando tenía 13 años,
“El rechazo de Fred, su vida dentro de una familia muy rica y la experiencia de acceder a los beneficios financieros, moldearon la forma de ser de Trump. Aprendió a ser un matón, descubrió que esto funcionaba y siguió haciéndolo”, añade D’Antonio a T13 Semanal.
Rabioso, racista, grandilocuente y pedante. Estos son otros de los calificativos que le atribuyen los analistas y la prensa. Su slogan de campaña en 2016, “Make America Great Again” (Hagamos a América grande otra vez), retratan esta ambición. En una conferencia de prensa aseguró que derrotaría a la popular Ophran Winfrey, en medio de rumores de su postulación para las elecciones de 2020. El magnate no oculta su intención de mantenerse en el poder.
"Aprendió a ser un matón, descubrió que esto funcionaba y siguió haciéndolo”,
Desde esta plataforma de confianza y superioridad se entiende que se autocalifique de “exitoso” y “genio”, cuando se pone en duda su equilibrio mental; que no tenga reparos en tratar de “violadores y narcotraficantes” a los mexicanos; o de calificar de “gordo y feo” al “señor cohete”, como llamó al líder norcoreano, Kim Jong-Un, luego de que él lo haya discriminado por su edad.
En este contexto, tampoco extraña que haya retuiteado un meme con la imagen de sí mismo “eclipsando” a Obama -un gesto considerado racista-; o que haya celebrado el montaje de la ex candidata demócrata a las presidenciales, Hillary Clinton, en la que aparece cayéndose tras ser golpeada por una pelota de golf lanzada por Trump. “What Happened”, el libro que su ex contendora publicó en septiembre irritó a Trump.
De lenguaje punzante, polémico y limitado
Definitivamente, él no calla. Sus críticos dicen que tiene una lengua punzante, sin filtro, aunque su vocabulario sea limitado. Cuanto se siente herido o atacado en sus intereses, embiste con mensajes violentos y sarcásticos. Causa polémica por donde va. “Si alguien te ataca, le atacas de vuelta diez veces. Así, al menos, te sientes a gusto”, escribió en su libro “Trump, The art of the deal”.
Desde esta óptica, a Trump le cuesta negociar y no siempre escucha a los asesores. Odia las presentaciones largas, los informes detallados y de contenido complejo –como los que recibía Obama-, así como las charlas argumentativas, que le resten tiempo. Además, le acusan de siempre querer mandar e imponer sus puntos de vista. En los primeros ocho meses de gobierno, ha firmado más órdenes ejecutorias que sus dos antecesores en el mismo período.
Así, es fácil entender que decida por sí solo y que deje atrás a quienes se resisten a sus planteamientos. Habla fuerte, directo y claro, no titubea y deja poco espacio para el diálogo, como ocurrió al declarar Jerusalén capital de Israel. Quizá, eso se lo deba, en parte, a su “ignorancia”, falta de preparación y de cultura, según indica a T13 Semanal, Marina Aizen. La autora de “Trump Landia”, destaca el hecho de que él no lee mucho, de igual manera como lo hace Michael Wolff, el autor de "Fuego y Furia".
El unilateralismo y la vía solitaria le acomodan, así como el anclaje nacional, que estarían más ligados a su personalidad que una estrategia de política exterior, que los expertos aseguran no la tiene, salvo, el escepticismo por el cambio climático.
A Trump no le costó anunciar la retirada de EE.UU. de la Cumbre de París, convirtiendo a su país en el único del mundo que quedará fuera de este pacto multilateral, y dejó atrás al TPP firmado por Obama y despreciar acuerdos comerciales con China, por considerarlos abusivos e injustos.
Al Presidente se le da bien acumular ceros en su cuenta bancaria –Forbes le calcula una fortuna de 3.700 millones de dólares–, sumar escándalos y restar amigos. En el balance al año de su elección, el presidente del Diálogo Interamericano con sede en Washington, Michael Shifter, dijo en una entrevista a T13 que “Trump ha peleado más con sus aliados que con sus adversarios” en un gobierno que ha sido “turbulento” y “lleno de incertidumbre”.
De hamburgesas y tuits
A nadie se le escapa que Trump está encantado con Twitter y que su estrategia política, sus decisiones y sus peleas caben en un solo tuit. El secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, confesó que tuvo que aprender a manejar con este líder de las redes sociales. En cualquier caso, el Presidente, por lo general tuitea, en pijama, solo y desde la cama, según los medios estadounidense. Eso hace difícil detenerlo.
“El ama a los medios porque le entregan atención, fama y poder, y los odia por la misma razón. En este sentido, es como un hombre que desea a una mujer intensamente, luego la odia cuando ella lo rechaza. Cuando la prensa no se inclina hacia sus deseos, se siente despreciado”, dijo Michael D’ Antonio.
Donde hay sentimientos sin fisuras es su inclinación por la comida chatarra, en especial, por las hamburguesas -sobre todo la comida de McDonald’s-, las que consume con una Coca Cola Light, incluso a primera hora de la mañana. Tanto así, que fue el propio mandatario que le pidió a los chefs de la Casa Blanca que se ajustara a sus gustos culinarios, los que incluyen, además, el bistec y los helados.
Básicamente se trata de un niño caprichoso. “Todos lo han descrito de la misma manera, dicen que es como un niño, lo que quieren decir es que necesita satisfacción inmediata, todo gira en torno a él”, ha dicho Wolff, el autor de "Fuego y Furia”.
Una idea que han manifestado otros autores y biógrafos del presidente de EE.UU. “Es un niño de 13 años en el cuerpo de un hombre de 71”, como señaló el periodista David Cay Johston, autor de “Cómo se hizo Donald Trump”, en una entrevista a T13 Semanal de hace unos meses.