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Red de voluntarios para soldados ucranianos veganos en el frente contra Rusia

Red de voluntarios para soldados ucranianos veganos en el frente contra Rusia
AFP
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"Les escribí en abril y el primer paquete llegó como por milagro", relata este profesor de teatro que decidió tomar las armas casi al inicio del conflicto.

Oleksandr Zhuhan no ha dado el brazo a torcer: desde que se alistó en el ejército ucraniano para defender a su país contra la invasión rusa, ha conseguido mantener su régimen de alimentación vegano, gracias a una sorprendente logística montada por voluntarios.

"Al principio era muy complicado", explica este hombre de cabellos castaños, de 37 años, reclutado en la región de Mikolaiv (sur), que no consume ningún alimento que proceda de la explotación de animales. 

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Muchos allegados le decían que podría mantener ese régimen, debido a las carencias provoocadas por la guerra, cuenta sonriendo con su fusil al hombro, detrás de la barraca desde donde responde a las preguntas de la AFP por videoconferencia. 

Pero Oleksandr Zhuhan nunca pensó que sus convicciones le impedirían servir a su país y acabó encontrando en internet una red de activistas que ayudan a los soldados que, como él, se alimentan exclusivamente de productos vegetales. 

"Les escribí en abril y el primer paquete llegó como por milagro", relata este profesor de teatro que decidió tomar las armas al día siguiente del inicio de la invasión rusa a fines de febrero.

Con entusiasmo cuenta que al abrir el paquete encontró paté y salchichas veganas, humus y leche de soja. 

"¡Y todo gratis!", se entusiasma.

"Entregas bajo las bombas"

Su ángel guardián se llama Tamara Human. Desde Kiev, esta exmodelo encabeza la organización "Every animal", que agrupa a unas cien personas que promueven el veganismo, un modo de vida que descarta alimentarse o vestirse con productos animales o resultantes de su explotación.

"Entregamos incluso bajo las bombas", confirma Tamara Human a la AFP mientras prepara con otros dos voluntarios cereales y albóndigas. 

Su apartamento ubicado en el piso 13 de un edificio del barrio arbolado de Rusanivka, en la capital ucraniana, se convirtió en un centro de logística de una cadena de solidaridad poco común.  

Allí conviven su perro Mysha con una rata beige rescatada de un laboratorio bautizada "Pizdyuk" ("Pequeña idiota"), ya que no le hace asco a un poco de carne y con gusto mordería los dedos de algún voluntario imprudente. 

Debido al patriotismo imperante, la mayoría de los alimentos que usa esta red son ucranianos y vienen de Leópolis, en el oeste, donde es más fácil encontrar este tipo de comida. 

Actualmente ya hay ocho ciudades implicadas en esta cadena gracias a la cual unos 200 soldados pueden cumplir con sus deberes patrióticos sin renunciar a sus convicciones. 

"Los paquetes que les enviamos permiten completar durante dos o tres semanas lo que reciben del ejército para tener una alimentación equilibrada", detalla la activista.

Para Tamara no hay ninguna contradicción entre ser vegano y alistarse en el ejército. 

"A mí también me gustaría matar rusos, pero no sé usar un arma, entonces soy más útil aquí que en uniforme", afirma, rodeada de antiguas portadas de la revista Vogue colgadas en las paredes.  

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