Reclutamiento de yihadistas desata alarma en Asia Central
AFP
Los países de Asia Central andan muy preocupados por el reclutamiento de yihadistas entre sus jóvenes, aunque a la hora de afrontar el problema también aprovechan para reprimir a opositores políticos, según defensores de los derechos humanos.
"Cientos y cientos de hombres jóvenes de Asia Central se van a la guerra en Siria", advirtió Farrukh Sharifov, un tayiko de 25 años arrepentido de haber militado en el grupo Estado Islámico (EI), en una reciente rueda de prensa organizada por el gobierno de Tayikistán.
Tras este testimonio, las autoridades expresaron además su temor de que un alto mando de las fuerzas de seguridad se haya unido a los yihadistas en Medio Oriente, desatando las alarmas sobre la influencia del grupo en este país de mayoría musulmana y unos ocho millones de habitantes.
Tayikistán, un país pobre de Asia central, depende fuertemente de las remesas de los inmigrantes que parten a Rusia, cuyo envíos suponen la mitad de su economía.
Sharifov volvió a su hogar el 6 de mayo, tras lograr escapar del EI, y afirma que el grupo yihadista, al que calificó de "no islámico" y "malvado", tiene sus ojos puestos en la región.
El presidente, Emomali Rahmon, ya había advertido que el islamismo radical era el principal desafío para esta empobrecida ex república soviética.
No hay cifras precisas sobre cuántos ciudadanos de las cinco ex repúblicas de Asia central puedan estar combatiendo con los yihadistas en Medio Oriente, pero el centro de estudios International Crisis Group (ICG) estima que entre 2.000 y 4.000 personas pueden haber viajado a Siria y a Irak desde 2011.
En Tayikistán, las autoridades temen en particular que un comandante de las fuerzas especiales, Gulmurod Halimov, se haya unido al Estado Islámico junto con varios compañeros.
El gobierno de Tayikistán estima que 386 de sus ciudadanos están luchando en el califato proclamado en Irak y Siria por el EI, y ha lanzado una fuerte campaña contra el islamismo radical.
Sus métodos le han valido muchas críticas, como por ejemplo la decisión de obligar a los hombres a afeitarse la barba y de limitar el uso del hiyab (velo integral) femenino.
Un trasfondo muy político
Según sus detractores, los gobiernos de Asia Central se están sirviendo del miedo al grupo Estado Islámico para justificar su represión de determinados grupos religiosos y de opositores políticos.
En la región, los gobiernos han prohibido sitios web acusados de promover la causa de los yihadistas, y bloqueado redes sociales.
En un informe anual, el Departamento de Estado norteamericano consideró que Turkmenistán y Uzbekistán son dos casos de "especial preocupación" en cuanto al respeto de la libertad religiosa.
Tayikistán condenó la semana pasada a 19 personas a penas de cárcel de entre nueve años y medio y 17 años y medio por extremismo religioso.
Uzbekistán ha recurrido a documentales financiados con dinero público para desprestigiar a ciudadanos que -según se dice- fueron detenidos por intentar unirse al EI y luego atentar en el país.
En el vecino Kirguizistán, la policía detuvo en febrero a Rashot Kamalov, un conocido imán muy crítico con el gobierno, por incitar a unirse a los yihadistas en Siria, aunque los defensores de los derechos humanos afirman que dicha acusación es una patraña.
Los analistas aseveran -no obstante- en que la población de Tayikistán es vulnerable al fenómeno del yihadismo.
"Por desgracia, nuestro país se encuentra en un período de transición, con un nivel de pobreza de en torno al 32%", según Khudoberdi Kholiknazar, director del Centro de Estudios Estratégicos, adscrito a la presidencia de Tayikistán.
Según él, "hay fuerzas que se sirven del elevado desempleo para atraer a nuestra gente con recompensas financieras".