Los casos de coronavirus están aumentando en distintos lugares, en muchos de los cuales pensaban que lo peor ya habían quedado atrás. Desde Melbourne (Australia), pasando por Leicester, en el Reino Unido y hasta Beijing, en China, este incremento de casos ha llevado a muchos gobiernos a reestablecer las medidas de confinamiento.
El 18 de julio se registraron casi 260.000 nuevos casos en todo el mundo, el mayor aumento desde el comienzo de la pandemia. Y cada vez se acumula más evidencia que sugiere que las personas que parecen saludables podrían jugar un papel más preponderante en la propagación del virus que lo que se pensaba inicialmente.
Adultos jóvenes y otros contagiantes
Una explicación para estas segundas oleadas podría ser el número de personas que no saben que están infectadas. En China, una mujer que no mostraba síntomas generó un brote que dejó 71 contagios después de que usara el ascensor en su edificio.
"Muchos estudios sugieren que la transmisión presintomática es bastante común, lo que hace que el control del virus se haga más complicado", dice a DW Hitoshi Oshitani, profesor de Virología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tohoku, en Japón.
Una reciente investigación, de la que este especialista fue coautor, hizo un seguimiento a varios brotes en ese país, descubriendo que estos siempre estuvieron vinculados a personas jóvenes que no desarrollaron la enfermedad.
Tras analizar más de 3.000 casos, los investigadores llegaron a 22 personas que probablemente fueron las causantes de los brotes. La mitad tenía entre 20 y 39 años. Yuki Furuse, que trabajó en este estudio y que también es profesor de Virología, pero en la Universidad de Kioto, dice que esto fue especialmente llamativo, porque la mayoría de los casos reportados en Japón son de personas de entre 50 y 60 años.
Aún no está claro si en esto inciden factores sociales o genéticos, o una combinación de estos. Podría ser que los jóvenes se perciban a sí mismos como de menor riesgo y actúen, por lo tanto, con mayor libertad de movimiento, dice Oshitani, lo que significa que tienen más posibilidades de "estar en lugares con peligro de contagio". O que hayan desarrollado versiones muy leves de la enfermedad y no se den cuenta de que la están propagando, agrega Furuse.
Propagación asintomática
Algunos expertos en salud pública, como Monica Gandhi, profesora de Medicina de la Universidad de California, dicen que la "extraordinariamente veloz propagación del COVID-19 por el mundo" solo puede explicarse si hay personas que parecen sanas, pero sí están contagiando al resto.
La evidencia de la propagación asintomática es "indiscutible", según Gandhi. "Uno piensa que ya sabe quién tiene síntomas, lo has aislado y puesto en cuarentena... pero hay un reservorio del virus en personas sanas", dice la experta a DW. Eso, añade, "es el truco de este virus".
Uno de los primeros ejemplos de transmisión asintomática ocurrió en febrero, a bordo del crucero Diamond Princess, donde un tercio de los 712 casos positivos del barco no mostraba síntomas. En mayo, el director de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, Robert Redfield, dijo que "hasta el 25 por ciento de los infectados" no mostraba síntomas.
Estudios realizados en Hong Kong y Reino Unido estiman que las personas asintomáticas podrían ser responsables de hasta la mitad de los casos de SARS-CoV-2. Los datos de los brotes iniciales registrados en Singapur y China mostraban que las personas que inicialmente no presentaban síntomas contribuyeron al 48 por ciento de las transmisiones en Singapur, y al 62 por ciento en Tianjin, China.
Aunque se ha debatido si las personas son asintomáticas –portan el virus, pero no presentan síntomas– o presintomáticas –están infectadas, pero no presentan síntomas–, expertos como Gandhi sostienen que esta distinción es irrelevante, porque el riesgo para la salud pública es, en ambos casos, el mismo.
Frenar la propagación
No está aún claro qué tan contagiosas son las personas que no muestran síntomas, o cuánto contribuyen a la propagación del coronavirus. Donde sí hay más claridad en es que las medidas de higiene sí son efectivas para controlar el SARS-CoV-2. Hablamos del lavado de manos, distancia física y uso de mascarillas. El uso de mascarillas, en particular, es "central para frenar" la pandemia, dice Gandhi.
En algunos lugares donde los gobiernos se han visto obligados a reintroducir medidas de confinamiento, como en Australia, las autoridades de salud solo ahora están pidiendo a la gente que use mascarillas en los lugares públicos, independiente de si se sienten enfermas o no.
En Alemania, donde el uso de mascarillas ha sido obligatorio desde abril, un estudio demostró que usar tapabocas en tiendas, lugares de trabajo y el transporte público ha reducido las tasas de transmisión del coronavirus en un 40 por ciento.
Aunque la Organización Mundial de la Salud inicialmente minimizó el papel de los transmisores asintomáticos, con uno de sus expertos diciendo que eso era un fenómeno "muy raro", finalmente la institución recomendó el uso universal de mascarillas.
"Podemos preguntarnos qué hacer si hay gente por ahí que, aunque se siente perfectamente sana, tiene el coronavirus", dice Gandhi. "Y la respuesta es que la estrategia más efectiva es cubrirse con una mascarilla", explica.