Por Paola Wächter
Este miércoles aterriza en nuestro país la persona que más cerca está de la presidencia estadounidense; quien puede sustituir de forma automática a Donald Trump en caso de que el mandatario renuncie o porque sería el sucesor natural del presidente para el 2020 o 2024.
Se trata de Mike Pence, el vicepresidente de EE.UU. que llega a Chile en el marco de una gira por Latinoamérica. Una visita que comenzó este domingo en Colombia, en donde, en medio de la defensa de varios países de la región a la vía pacífica para solucionar la crisis de Venezuela, rebajó el tono belicista de una posible “acción militar” frente al gobierno de Maduro.
En su itinerario le siguió Argentina, y ahora le toca a Chile, el tercer país que visita Pence en su primer periplo de la nueva administración estadounidense en la región. En Santiago permanecerá hasta el jueves, donde se estima tratará varios temas de la agenda internacional, entre otros, la crisis de Venezuela y la tensión de Corea del Norte. Mike Pence cerrará su recorrido por Latinoamérica en Panamá.
Considerado como un ícono para sectores más conservadores de EE.UU., Mike Pence es percibido como una persona recta y disciplinada. Una seriedad que ha convertido a este abogado de profesión y ex gobernador de Indiana en una de las figuras clave de hoy en Washington. Pence tiene una creciente influencia sobre los congresistas republicanos y, desde esta posición, ha ayudado a limar asperezas al interior de su partido, el Republicano, en temas tan complejos y controvertidos como la reforma sanitaria.
El vicepresidente de EE.UU. también cumple un rol conciliador entre quienes, en algunas ocasiones, se muestran confundidos o muy críticos por las formas que utiliza Donald Trump para gobernar. De hecho, casi todas las semanas, acude al Congreso para tranquilizar a los legisladores. Por lo tanto, su perfil luce ideal para equilibrar una personalidad como la de Trump en la Casa Blanca. En este contexto se entiende que el periódico Daily Beast lo haya definido como “el martillo preparado para romper el cristal en caso de emergencia”.
Esta imagen revestida de templanza le ha valido a Pence incluso en el exterior. En abril se fue de gira por Asia para calmar a los aliados de EE.UU., reforzando las alianzas tradicionales de Washington con países como Indonesia, en un momento en que la presidencia de Donald Trump inquieta al mundo y su popularidad está a la baja. Sólo el 22% de los encuestados por Pew research declaró confiar en el rol de Washington en los asuntos globales –su antecesor contaba con un 64%–. Además, la caída de la confianza ha sido casi unánime, con excepción de Israel y Rusia.
El número dos de la administración estadounidense tiene una amplia carrera política previa a su nominación como vicepresidente. Gobernador del estado de Indiana antes de su nominación, Pence también fue miembro de la Cámara de Representantes entre 2001 y 2013, y presidente de la Conferencia Republicana entre 2009 y 2011.
Soy un cristiano, un conservador y un republicano, en ese orden
En Indiana, Pence se revela como aquel gobernador que hizo el “recorte más grande de impuestos” en la historia del Estado y que redujo el desempleo a menos del 5%. También destaca que se extendió la cobertura médica a los más desfavorecidos.
En cambio, otros –dentro y fuera del país–, no pierden de vista que estuvo envuelto en la polémica Ley de Restauración de la Libertad Religiosa en 2015, la que permitía que los dueños de negocios actuaran de acuerdo a sus principios religiosos. Las críticas provinieron sobre todo de activistas homosexuales.
Mike Pence, casado y padre de tres hijos, se describe a sí mismo como "un cristiano, un conservador y un republicano, en ese orden”. Así, no esconde su apego a lo que considera los valores tradicionales de la familia y ha resaltado en su rol opositor al aborto y al casamiento entre personas del mismo sexo. En Enero fue el primer vicepresidente de EE.UU. quien en el cargo lideró -sin tapujos y con el apoyo de Trump- la “Marcha por la Vida” que cada año se apodera de las calles de Washington.
Sin embargo, la agenda que trajo al vicepresidente a América Latina es bastante distinta. Además de remarcar el compromiso del gobierno de Trump con la región, se da en un momento de gran sensibilidad por la crisis de Venezuela.
La última visita de un ex vicepresidente de EE.UU. a Chile fue la de Joe Biden, en marzo de 2014, para participar del cambio de mando presidencial, mientras que el ex mandatario, Barack Obama, llegó a Perú, en noviembre de 2016, con motivo de la APEC.
Cuando Pence esté de vuelta en EE.UU. se su gira a Latinoamérica la pregunta que quizá quede en el aire es si América Latina seguirá en el radar de Washington y en qué términos.