El Presidente ruso, Vladimir Putin, prometió este miércoles una respuesta "dura" a las provocaciones de Occidente, en su gran discurso anual, al tiempo que miles de personas se manifestaban para exigir la liberación del opositor Alexéi Navalni.
Este mensaje y estas protestas tienen lugar en plena tensión entre Moscú y los países occidentales a raíz de la situación del principal opositor al Kremlin, encarcelado y en huelga de hambre, pero también por el despliegue militar ruso en la frontera con Ucrania.
Miles de personas desoyeron la prohibición de manifestarse, sobre todo en Moscú y San Petersburgo, aunque la movilización parecía menor que a principios de año, tras la detención de Navalni.
Sus seguidores están muy preocupados por su estado de salud, especialmente desde que fue trasladado a un hospital para detenidos tuberculosos tras tres semanas de huelga de hambre.
Según la oenegé especializada OVD-Info, más de 1.000 personas fueron detenidas este miércoles en todo el país, sobre todo en San Petersburgo, donde se registraron 351 arrestos.
Línea roja
En su discurso anual sobre el estado de la nación, Vladimir Putin lanzó una advertencia a sus detractores extranjeros.
"Los organizadores de provocaciones que amenacen nuestra seguridad lo lamentarán como nunca tuvieron que lamentar cualquier cosa", dijo.
"Espero que nadie tenga la idea de traspasar una línea roja con Rusia", insistió, prometiendo una respuesta "asimétrica, rápida y dura".
Su portavoz, Dmitri Peskov, precisó a las agencias de noticias rusas que, con esa "línea", Putin se refería a los intereses de Moscú, a la injerencia en la política interna y a cualquier declaración "insultante" para el país.
Rusia ha sido objeto de sanciones occidentales a causa del conflicto en Ucrania, la represión de la oposición y acusaciones de ciberataques, espionaje e injerencias electorales.
El único asunto internacional que Putin abordó durante su discurso fue el del "intento de golpe de Estado y de asesinato del presidente de Bielorrusia", revelado el pasado fin de semana por los servicios de seguridad de ambos países.
Y el mandatario hizo oídos sordos a los llamados de los países occidentales para retirar a las decenas de miles de tropas rusas desplegadas en la frontera con Ucrania, que hacen temer un conflicto mayor.
COVID-19, crisis y elecciones
La crisis económica y sanitaria provocada por el COVID-19 ocupó buena parte del discurso del Presidente ruso.
Putin prometió más ayudas para las familias y frenar la subida de precios de los alimentos, a unos meses de las elecciones legislativas.
"Lo más importante ahora es garantizar el crecimiento de los ingresos de los ciudadanos", declaró. El poder adquisitivo de los rusos está en declive desde hace años, a consecuencia de las sanciones internacionales y, ahora también, de la pandemia.
Vladimir Putin continúa gozando de una gran popularidad pero su partido, con fama de corrupto, no tanto.
En el ámbito sanitario, el mandatario alabó los logros científicos, donde se desarrollaron tres vacunas anticovid, que permitirán que se alcance "la inmunidad colectiva en el otoño".
"Lucha por el futuro"
Como era de esperar, Putin no dijo ni una palabra sobre la situación de Navalni.
El opositor fue arrestado en enero, al regresar a Rusia tras cinco meses de convalecencia en un hospital de Alemania por un envenenamiento del que acusa personalmente a Putin. Occidente reclama su liberación.
Expertos mandatados por la ONU afirmaron el miércoles que temían por su vida y pidieron que "le permitan ser evacuado para recibir tratamiento médico urgente en el extranjero".
Pese a la prohibición de manifestarse, hubo protestas en decenas de ciudades rusas.
Miles de personas salieron a la calle, desde la capital del Extremo Oriente hasta Siberia, pasando por el Ural, al grito de "Putin asesino" y "¡Libérenlo!".
En Moscú, desfilaron cerca del Kremlin y de la sede de los servicios de seguridad (FSB).
"Es una lucha por el futuro", dijo Andrei Zamiatin, un emprendedor de 51 años: "Navalni quiere cambiar el sistema y es castigado por ello".