Un temblor de magnitud 6,8 sacudió Marruecos. Con epicentro en las montañas del Atlas, a unos 70 kilómetros de Marrakech, el sismo también se sintió en la vecina Argelia y hasta en el norte de Portugal.
La cordillera del Atlas se extiende a lo largo de unos 2.300 kilómetros a lo largo de Marruecos, Argelia y Túnez. Conocidas como montañas plegadas, fueron creadas por la colisión de masas tectónicas: la placa Euroasiática al norte y la Africana al sur.
"Las montañas del Atlas se encuentran en el límite entre las dos placas, y, por lo tanto, se conocen como zonas sísmicas", explica a DW Fabrice Cotton, profesor de Sismología en el Centro Alemán de Investigación de Geociencias, en Potsdam.
¿Cómo suceden los terremotos?
La corteza terrestre está formada como un rompecabezas, con diferentes piezas individuales encajadas. El rompecabezas incluye algunas placas oceánicas gigantescas y varias placas continentales más pequeñas. El número exacto de placas tectónicas pequeñas y muy pequeñas que hay está sujeto a debate científico.
Todas estas placas están "flotando" sobre el núcleo fundido de la Tierra. Debido a que el magma se hincha desde el núcleo en ciertos puntos de fractura, las placas se desplazan y migran unos pocos centímetros cada año por miles de millones de años. Se alejan unas de otras, se frotan o empujan entre sí, lo que hace que el continente que se encuentra encima de ellas se mueva. Estos movimientos se conocen como tectónica de placas.
El centro histórico de Marrakech, devastado por el terremoto en Marruecos
Estos cambios tectónicos hacen periódicamente que las placas colisionen. Cuando la tensión resultante que se acumula en la roca de la placa se vuelve demasiado grande, esta puede fracturarse y algunas partes se desprenderán con una sacudida. Ondas de presión emanan de este epicentro y llegan a la superficie de la Tierra, donde se sienten como terremotos.
Por lo tanto, las regiones que se encuentran en las fallas, donde las placas tectónicas se encuentran entre sí, son especialmente propensas a sufrir temblores. Cualquier sismo que alcance 5 o más en la escala de magnitud puede causar daños visibles a los edificios, por ejemplo.
Si un terremoto ocurre debajo del océano, podría causar un tsunami. Estas olas en expansión y de alta velocidad pueden provocar inundaciones mortales si golpean los continentes. Es extremademente difícil predecir sismos en esas regiones debido a la constante actividad sísmica, apunta Cotton.
Los terremotos potentes van casi siempre seguidos de réplicas más pequeñas, los cuales se producen porque las placas tectónicas en el epicentro continúan moviéndose, hasta que finalmente vuelven a asentarse. Las réplicas también pueden causar daños graves. Los edificios que resultaron dañados durante el temblor original pueden colapsar, provocando más muertes, heridos y desplazamientos.
"La única manera de proteger a la gente de los terremotos es construir edificios a prueba de terremotos", sentencia Cotton.